¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(Haces la señal de la cruz ante de leer y lees todo sin prisa…) – 21 de mayo de 2024

«Queridos Fieles, queridísimos Hijos, Me sois tan queridos que no puedo separarme de vosotros. No puedo ni quiero hacerlo, sois Míos, Mis Hijos, Mis muy queridos, y siempre cuidaré de vosotros.
En los tiempos venideros sufriréis, porque ahora se abren los tiempos de calamidad. No todos sufriréis de la misma manera, pero todos notaréis una dureza creciente, un desgarramiento de la Cristiandad porque el mundo en su conjunto ha llegado a ser impío. Pero vosotros, Mis Fieles, que esto no os separe de Mí, al contrario, sed más piadosos, más convencidos de Mi Fuerza y de Mi Poder.
Si dejo que los hombres de la tierra se agoten en rivalidades, desunión y querellas, quiero que vosotros seáis indiferentes a estas fechorías.
Vosotros sois Míos y por eso permaneceréis confiados en Mi Amor. Si los problemas aumentan, no los temeréis. Si la guerra se extiende más allá de las fronteras donde ha estado confinada hasta ahora, no tengáis miedo.
El demonio es actualmente el amo de la tierra, pero vosotros, hijos Míos, no pertenecéis a su milicia.

No, vosotros pertenecéis a Mi ejército, el de Jesucristo victorioso. Yo he vencido la ira de los demonios y nunca más podrán vencerme. Ellos creen que desestabilizando a los hombres en la tierra, ganarán una victoria sobre Mí, pero no, nunca ganarán una victoria sobre Mí.
Pero vosotros, hijos Míos, estáis Conmigo, sois Mis fieles y permaneceréis firmes en la adversidad.
- Cuando la guerra se expanda más allá de las fronteras dentro de las cuales se ha mantenido hasta ahora, permaneceréis confiados en Mi Omnipotencia porque Yo permaneceré a vuestro lado. Conmigo en este lugar tan cercano a vosotros, no debéis temer nada.
- La guerra es una gran tristeza porque personas inocentes son ofrecidas como holocaustos y aquellos que dejan la tierra de esta manera no siempre están espiritualmente preparados para el sacrificio de sus vidas.
Por eso, Hijos Míos, Fieles Míos, os pido que recéis mucho por los inocentes que partirán sin preparación y también por los muchos pecadores que se verán envueltos en las consecuencias de los golpes o errores, que también serán muchos.
Hijos Míos, Fieles Míos, ha llegado el tiempo de la discordia, de la incomprensión y de las convulsiones inesperadas.
Sed siempre mansos como Yo, sed siempre caritativos como Yo soy caritativo y, finalmente, sed misericordiosos como Yo soy y como siempre he sido, incluso con Mis verdugos. No fui impaciente, fui penitente y me entregué a los Míos en pensamiento, palabra y obra. Haced lo mismo, permaneced amistosos, permaneced tranquilos y amables, permaneced ecuánimes pase lo que pase y os afecten los acontecimientos.
Algunos de vosotros estaréis más afectados que otros, pero rezad los unos por los otros, porque no sois de ninguna manera responsables de las tensiones políticas a las que os están llevando vuestros líderes incrédulos, impíos y orgullosos. Rezad también por ellos para que Dios y sus Ángeles Custodios les iluminen, si es que sus almas no están ya irremediablemente cerradas a la gracia. Todos pueden convertirse, incluso los más reacios.
Rezad, rezad y rezad de nuevo porque el relámpago está cerca y hablo aquí del relámpago espiritual.
Os amo, hijos Míos, sí, ¡os amo tanto! Devolvedme vuestro amor y juntos estaremos unidos para la grande y bella Eternidad que os está prometida y que os espera.
Yo os bendigo y no os abandono. No, nunca os abandonaré mientras permanezcáis fieles a Mí.
En el Nombre (+) del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Así sea.
Vuestro Señor, Jesucristo victorioso.»
Fuente: srbeghe.blog








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."