¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(Haz la señal de la cruz ante de leer y lees todo sin prisa…) – 21 de abril de 2024

(DeepL Translator) «Mis queridos, Yo soy vuestro, sed tan Míos. Os amo tanto, ¡amadme tanto! Yo he dado Mi Vida para salvaros de la muerte eterna, dadme la vuestra para adquirir esta Vida tan deseable, tan benéfica, tan excepcional.
- Sí, dadme vuestra vida sometiéndoos primero a Mi doctrina, después deseándola y, finalmente, muriendo a vuestra vez por ella.
- Sí, os llamo al martirio, como llamé a tantos en los primeros siglos del cristianismo, y son tantos los que no dudaron en seguirme en este Vía Crucis.
Estáis en vísperas de una avalancha de injusticias, dificultades e incomprensiones, porque el mundo busca satisfacer sus propias ambiciones.
¿Qué quiere el demonio para los que le siguen?

Ante todo, quiere que se condenen, porque los odia y, para atraerlos, les pone delante todas sus faltas como verdaderos bienes que hay que conquistar:

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- La supuesta libertad de hacer lo que les plazca.
- La supuesta grandeza de la fama.
- El supuesto éxito en el acaparamiento de un gran número de bienes robados o degradados para ser arrebatados más fácilmente.
- La supuesta belleza del arte degradante y vil.
- La supuesta obligación de honrar el mal a costa del verdadero bien, y luego, poco a poco, el ataque al Catolicismo utilizando leyes inmorales para condenar a quienes defienden sus principios.
Queridos hijos, queridos pequeños, sí, para un padre, sus hijos son sus pequeños, y aunque sean adultos, conserva en su corazón un amor paternal por sus descendientes.
Yo soy Dios, vosotros sois realmente Mis pequeños y no quiero dejar que seáis arrebatados por Mi eterno enemigo, aquel que robó Mi creación y que no cesa de tentar a Mis hijos, colgándoles a los ojos falsas metas, vanos recados y malos usos.
- Fuisteis hechos para el Cielo, pero la tierra es un lugar único, precioso e incomparable para adquirir la santidad necesaria para uniros a Mí allí.
- Fuiste hecho para el Cielo, así que practica las virtudes necesarias para merecerlo, que están enumeradas en todos los catecismos. Para merecer el Cielo, tienes que practicar las siguientes virtudes: además de las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad), tienes que practicar las virtudes cardinales y las virtudes morales [1].
¿Las conoces? ¿Las practicas? ¿Las amas?
Yo, durante Mi vida terrenal, las practiqué todas y nunca me faltaron. Junto con Mi Santísima Madre María, di un ejemplo perfecto de caridad, que contiene todas las demás virtudes. He amado a Mis hermanos de la tierra, los he convertido, los he servido y Me he entregado enteramente por ellos: Mis fuerzas vitales y luego, en la Cruz, Mi vida misma. Los salvé del infierno y el demonio Me odia por eso. Aunque se sabe perdido, como aprendió a su costa cuando Mi humanidad murió en la Cruz, sigue queriendo destruirme en Mi creación; y hoy, hijitos Míos, está dando un asalto particularmente violento: muchos de vosotros estáis atrapados en sus redes, primero de la apostasía, luego del placer y del atractivo de los sentidos.
Crees que el éxito material es importante, pero le das demasiada importancia. No es el éxito material lo importante, aunque Yo se lo conceda a algunos, es vuestro éxito espiritual el único que os abrirá las puertas de la dichosa Eternidad.
Estáis llamados a seguir Mi ejemplo, y ¿qué he hecho Yo en la tierra sino obedecer la Voluntad de Mi Padre Celestial?
Os he dado la siguiente recomendación:
“Sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo” (Mt 5, 38) y también “Mi yugo es suave y mi carga liviana ” (Mt 11, 30).
Sí, Conmigo no tendréis necesidades materiales y podréis dedicaros enteramente a Mí. Eso es lo que os pido, dadme toda vuestra atención, cumplid con vuestro deber de estado, pues no todos sois religiosos o religiosas que habéis hecho voto de pobreza, pero dadle sólo la importancia que tiene, la de servir a vuestro progreso en el camino del Cielo.
Hijos Míos, a través de la virtud tendréis éxito en vuestra vida y si os aplicáis a ello en vuestra vida diaria, estaréis preparados, cuando os llegue el momento, de desprenderos, como yo lo he hecho, de todo para uniros al universo espiritual.
No dudéis que ese momento llegará, llegará para cada uno de vosotros y, como Yo sufrí Mi Pasión y Mi dolorosa Muerte en la Cruz, os uniréis a Mí, cada uno según su camino y según sus virtudes.
Sed fuertes en Mi Fuerza, ricos en Mi Riqueza, mansos en Mi Mansedumbre. Yo no he murmurado, lo he aceptado todo, todas las ironías, todas las bajezas, todos los insultos, todas las heridas, no he rechazado nada, lo he tomado todo e incluso he entrado en la antesala del infierno tan envuelto estaba en los pecados del mundo.
Dios se había retirado de Mi Alma porque no tenía lugar en el lodo indecible del pecado. Salí de él por un esfuerzo divino de voluntad, autoridad silenciosa y fuerza porque Mi vida terrenal Me había entrenado para no sucumbir jamás sea cual sea el precio.
Así vencí a los demonios en su imperio y cuando escapé de ellos, un largo grito de amargura resonó en su guarida porque se les había escapado el asidero de su eternidad.
¿Por qué tengo que volver sobre este cruel episodio?
Aún no lo sabéis, pero en los tiempos venideros, muchos de vosotros daréis la vida por vuestros hermanos.
Pensad entonces en Mí, en Mi devoción, en Mi eterna Bondad y no seáis tacaños con la vuestra. Si vosotros también dais vuestra vida terrena por vuestros hermanos, porque ese tiempo se acerca y podéis verlo venir, estaréis siguiendo Mi ejemplo y seréis acogidos con la mayor alegría entre los elegidos del Cielo. No os arrepentiréis de haberos ofrecido, no, y vuestro único arrepentimiento será quizás el haberlo temido antes de que llegara.
Un tiempo de persecución está sobre vosotros, sí, lo veis venir a través del recorte de vuestras libertades civiles, a través de la introducción de excesos pecaminosos impuestos civilmente, a través de los costes exorbitantes de adquirir las necesidades de la vida. Es el cumplimiento de este presagio:
“Nadie podía comprar o vender, si no llevaba marcado el nombre de la Bestia o la cifra que corresponde a su nombre” (Ap. 13:17).
Veis una guerra a vuestras puertas, pero también veis un mal interior, y cuando los dos se junten, vendrá un tiempo de hambre, injusticia, denuncia y crueldad.

Seréis entonces presa de quienes os odian y quieren arrebataros vuestras casas, vuestras posesiones y vuestra posición, pero a imagen de vuestro Señor y de vuestro Dios, no os dejéis seducir por falsas promesas y mantened la fe, la esperanza y la caridad.
Estas tres virtudes teologales serán vuestro escudo, vuestra espada y vuestra salvación.
Amad a vuestros enemigos como Yo he amado a todos los hombres y pronto estaréis Conmigo y con todos los Santos en el radiante Hogar eterno de vuestro Dios, vuestro Salvador y vuestro Hermano Mayor tan Amoroso y tan deseoso de vuestra salvación.
Os bendigo, Mis queridísimos Hijos, os amo y quiero que estéis Conmigo.
(Haz la señal de la cruz para recibir la bendición)
En el Nombre (+) del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Vuestro Señor y vuestro Dios.»
Fuente: srbeghe.blog








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."