Dice Maria: (Maria Madre y Maestra, Vol. 1) Mis hijos, tengan fe, confianza y esperanza.
Nunca duden de la ayuda de Dios y su providencia.
No desconfíen de sus vecinos, porque la desconfianza no abre el corazón del afecto.
Si tienen que amarse uno al otro, deben ser optimistas entre ustedes.
No todos ni siempre son aquellos relaciones de ustedes, aunque a veces ellos los ofenden y los hacen sufrir.
Muchas veces es demasiado sinceridad lo que hace que ustedes y otros sufran.
La sinceridad es una virtud que viene de Dios, quien es verdad por esencia, pero para poder ejercer esta virtud uno necesita también ser prudente, ya que la verdad duele y no todo el mundo siempre acepta que lo corrijan, lo cual es como ser herido por los de uno mismo.
Por lo tanto, sean humildes, cuando los regañan por sus defectos, pero sean prudentes al regañar.
Hagan lo que han hecho muchos santos, quienes, antes de corregir a alguna persona con quien ellos tenían que tratar directamente, primero oraron a Dios para que enviara buena inspiración a dichas personas; luego trataron de evocar la buena voluntad sobre si mismos al mostrar mucha caridad con ellos; y, finalmente, con mucha delicadeza les advirtieron de lo que era defectuoso.
Por lo tanto, sean buenos, mucho más que justos, ya que el Señor no los juzgará a ustedes por el mal de otros, sino por la caridad que ustedes hayan mostrado.
No teman ser demasiado buenos, ya que la bondad de Dios no tiene limites. Los bendigo a todos, mis hijos: soy Inmaculada.
Maria Madre y Maestra (Ingles)