Lee sin prisa si puedes...

Esfuérzate en leer todo sin prisa... la curiosidad no te salvará de los acontecimientos que devastarán a nuestro planeta... no habrá internet... prepàrate: oración y Santo Rosario cada día, Confesión, Comunión, obediencia a los 10 Mandamientos... ¡Fe, no miedo! ¡Salva tu alma!

Os espero en la iglesia y no os defraudaré. Os espero de verdad, personalmente. Venid y no tardéis

Haré de vosotros católicos convencidos y orgullosos de vuestra condición de hijos de Dios. Sed Míos como Yo soy vuestro, en vuestro corazón, en vuestra alma y en vuestro hogar. Venid y no tardéis

(Haces la señal de la cruz y lees todo sin prisa...) - 26 de mayo de 2020

Os espero en la iglesia y no os defraudaré. Os espero de verdad, personalmente. Venid y no tardéis

(DeepL Translator) “Yo soy la Luz que ilumina el mundo, sin Mí el mundo seguiría siendo lo que era antes de Mi venida: oscurecido y sin ninguna posibilidad de entrar en él para aquellos que son Mis hermanos, o que se han convertido en ellos.

Este acceso al Cielo les estaba cerrado y absolutamente ninguno de ellos podía siquiera esperarlo. Algunos habían sido buenos y otros incluso muy buenos, como los profetas, Isaías, por ejemplo, pero el Cielo les era inaccesible porque el pecado que llevaban en su naturaleza de hijos de Adán les cerraba este Cielo, esta cercanía filial a Dios Padre que la generación en pecado había perdido.

Jesucristo, con Su Sacrificio, reconectó a la criatura con su Padre, y desde entonces puede volver a llamarle ‘Padre’.

Este sacrificio fue un don tan puro que ningún hombre de la descendencia de Adán podría haberlo ofrecido. Exigía una expiación digna de Dios.

¿Cómo podría un inferior ofrecer a Dios Padre, que es infinito, una expiación que no fuera finita, como lo era él mismo?

(El don de la Redención...)

El don que el Hijo de Dios, Dios mismo, estuvo dispuesto a hacer por Sus hermanos de la tierra fue un sacrificio igual a Su propia divinidad, y lo hizo por Amor.

Este don de Su Persona divina, a modo de redención por los hombres pecadores, era desproporcionado en relación con los hombres, pero la falta hecha a Dios era tan grande -considerando que la Primera Persona de la Santísima Trinidad misma había sido herida y rechazada- que la reparación tenía que ser perfecta e infinita como lo era Dios mismo.

Así fue como Jesucristo, que desde toda la eternidad había resuelto venir entre sus hermanos adoptivos de la tierra, no lo hizo para la felicidad, sino para la prueba.

Tomó sobre Sí todos los pecados de los hombres y reparó por ellos sus faltas. Reparó, enseñó a los hombres que Su Padre, que es también su Padre, en el Cielo los amaba y quería que estuvieran en Su eterna compañía.

(El Dios con nosotros...)

Renovó a la humanidad dejando en herencia los Sacramentos de la Santa Iglesia Católica, que son siete:

  • Bautismo, Confirmación, Penitencia, Matrimonio, Orden, Extremaunción y, por supuesto, el más grande de todos, la Sagrada Eucaristía, Su presencia ‘en carne y hueso’, es decir, en realidad total y absolutamente visible con los hombres.

Su Presencia Real con los hombres fue confiada a los Apóstoles y a todos aquellos que ellos consagraron al servicio del Maestro después de Su partida de la tierra,

(La era cristiana...)

La Ascensión. Pentecostés, que siguió diez días a esta gran partida, fue precedido por un tiempo de ayuno y oración de los Apóstoles y discípulos, en compañía de la Santísima Virgen y de algunas santas mujeres. Comenzaba una nueva era para la humanidad: la era cristiana. Millones de personas se unieron a esta nueva religión, el catolicismo, fundada en el conocimiento de Jesucristo y Sus enseñanzas. Continúa hasta nuestros días, en el siglo XXI.

Llamada de Jesucristo

  • Os espero en la iglesia, hijos míos, siguiendo los pasos de todos aquellos católicos a lo largo de los siglos, para alimentaros con estos Sacramentos. Si esto os parece ridículo o poco interesante, creed que en la Cruz no fui ni ridículo ni poco interesante.

  • Gracias a este Sacrificio, he atraído hacia Mí a un número incalculable de fieles y os espero entre ellos. os espero de la misma manera que he esperado a cada uno de Mis fieles. No nacieron cristianos, se hicieron cristianos por educación o por conversión, o por ambas cosas. Sus corazones se formaron en el seno materno y todos los que han venido a Mí tienen la misma fe, la misma dignidad de hijos de Dios y la misma preocupación por ser buenos hijos de su Padre Celestial.

  • Os espero en la iglesia y no os defraudaré. Os espero de verdad, personalmente, y haré de vosotros católicos convencidos y orgullosos de vuestra condición de hijos de Dios. Sed Míos como Yo soy vuestro, en vuestro corazón, en vuestra alma y en vuestro hogar. Venid y no tardéis.”

Fuente: srbeghe.blog