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El año no pasará sin profundas convulsiones... Intensificar la Oración, la Confesión Sacramental

Vuestro siglo es un siglo que comienza en el libertinaje y todo lo que produce está destinado a la destrucción. Por eso, Hijos Míos, la Ira de Dios no perdonará a los licenciosos, a los profanos, a los mentirosos y a los derrochadores, a los que abusan de su pretendida libertad, poder e inmunidad

(Haz la señal de la cruz antes de leer y lee hasta el final...) - 9 de febrero de 2024

Año de profundas convulsiones

“Mis queridos hijos, vuelvo a vosotros a través de Mis palabras, sí, pero más seguramente en vuestra alma, en vuestros pensamientos y en todo vuestro ser. Os necesito porque el amor necesita a los que ama y el amor es un sentimiento tan poderoso que puede hasta licuar - en el sentido figurado de la palabra - a quien es su objeto. Mi Amor es poderoso y quien se deja llevar por él nunca se arrepiente.

¿Por qué hablaros de Mi Amor?

Porque es Mi Amor el que Me hizo querer salvaros a todos, para teneros Conmigo en el Cielo para siempre. Erais infelices y no lo sabíais.

Mirad a los judíos de Mi tiempo: entre la gente sencilla, muchos venían a Mí, pero entre los que eran cultos, orgullosos de sus conocimientos, no se dignaban, pensaban, tomarme en serio. Para los menos ambiciosos, Yo era un iluminado, un buen hombre o incluso un profeta, pero [decían:] ‘ocupémonos de nuestros asuntos’.

Para los que Me seguían, Yo era una Revelación, un hombre de Dios y debían prestarme toda su atención. Así, para algunos, Yo era el Mesías tan esperado, pero para otros, ¡yo era el que había que callar! Yo, el Verbo Divino, el Verbo Eterno, ¡tenía que ser silenciado!

Pero es exactamente la repetición de esta mentalidad orgullosa, preocupada sólo por su propia situación en esta tierra, lo que está ocurriendo hoy. No les sirve el catolicismo que fue la gloria de la Edad Media y de los siglos pasados; ¡la modernidad tiene que hacerse su lugar bajo el sol y no le sirve lo que ya no es de su tiempo!

Hijos Míos, no hay nada más falso, nada más perverso, nada más mentiroso. Sólo la fe católica, tal como la sostuvieron nuestros padres y los padres de nuestros padres, es inequívoca. Defiende las virtudes cardinales - prudencia, justicia, fortaleza y templanza - y las virtudes morales -humildad, obediencia, gratitud, paciencia, mansedumbre, penitencia y castidad. Gracias a estas virtudes, la sociedad puede construirse o reconstruirse; sin ellas, se destruye y se desintegra.

¡Ay del mundo por los escándalos!

Mirad cómo Asmodeo, el demonio de la lujuria, se desata en este siglo XXI, entregando a los niños a la pedofilia o a la depravación, enseñándoles en las clases de párvulos todos los principios de los pecados de la carne.

La carne, acosada por los demonios desde el Pecado Original, es el talón de Aquiles de todo ser humano, razón por la cual Dios elevó el matrimonio a la categoría de sacramento para santificar la procreación legítima, derivada de su mandamiento:

"Creced y multiplicaos, llenad la tierra y sojuzgadla (...)" (Gn 1,28).

Pero lo que debía ser santo se ha contaminado por el pecado, y sólo el catolicismo, siguiendo las huellas del Señor, enseña la grandeza del matrimonio:

‘Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre’ (Mt 19,6).

También enseña, siguiendo las huellas del Señor, en sus Mandamientos 6º y 9º:

‘La pureza se observará cuidadosamente en tus acciones" y "En tus pensamientos y deseos, cuida de permanecer enteramente puro’.

  • Por eso, hijos Míos, cuidad la educación de vuestros hijos, enseñadles a permanecer puros y castos hasta el día de su matrimonio y que entonces, por su mansedumbre, su caridad y su devoción, sean hijos de Dios a su imagen y semejanza.

Huid de la educación nociva que ensucia sus almas y sus espíritus, pues Yo he dicho:

"Si alguien escandalizara a uno de estos pequeños que creen en Mí, más le valdría que le colgaran al cuello una de esas piedras de molino giradas por asnos y que se lo tragaran en medio del mar. ¡Ay del mundo por los escándalos! (Mt 18, 5-7).

Una buena educación cristiana merece todos los sacrificios, porque una educación perdida significa a menudo una vida perdida. Sed padres vigilantes, conscientes y amorosos, para que el Cielo os acoja a vosotros y a vuestros hijos, que a su vez transmitirán lo que han recibido.

Vuestro siglo es un siglo que comienza en el libertinaje y todo lo que produce está destinado a la destrucción. Por eso, Hijos Míos, la Ira de Dios no perdonará a los licenciosos, a los profanos, a los mentirosos y a los derrochadores, a los que abusan de su pretendida libertad, poder e inmunidad.

Ante Dios no existe la inmunidad, ni la fama, ni el pase libre. Ante Dios, lo único que cuenta es la virtud y su puesta en práctica, el respeto y la dignidad humana, la que proviene de un alma limpia y de la sumisión a los Mandamientos de Dios.

  • Hijos Míos, el año no pasará sin profundas convulsiones, porque el hombre de hoy no se comporta para construir, sino para destruir, para seguir las tentaciones del demonio, que no ama a la humanidad y sólo piensa en destruir la obra de Dios. El hombre destruirá y se creerá omnipotente; volverá a destruir creyéndose vengador.
  • Pero se equivocará, sólo hará la obra del demonio y Dios lo dejará hacer mientras el mal sufra también estas destrucciones. Y cuando la destrucción sea importante, entonces Yo intervendré porque sigo siendo el Maestro de Mi Obra y la restauraré en Mi Amor.

Así que tened siempre confianza, sufrimiento, pero confianza, impotencia, pero confianza.

Yo os amo y Mi Plan es restaurarlo todo, como Mi siervo, el santo Papa Pío X, os exhortaba: ‘¡Restaurar todo en Cristo!’ Así será, sí, así será.

Os bendigo, Mis muy queridos hijos, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (+). Así sea.

Vuestro Señor y vuestro Dios.”

Fuente: srbeghe.blog