(Haces la señal de la cruz ante de leer y lees todo sin prisa…) – 27 de junio de 2023
(Prepararse de antemano para la vida eterna…)
(DeepL Translator) “Mis queridos Hijos, el Cielo es un lugar totalmente inaccesible, sin embargo, todos los Míos tienen acceso a él. ¿Por qué? Porque Yo los amo y porque ellos Me aman. Porque Yo los amo y porque ellos Me aman. Este amor mutuo es el tesoro que les doy para que Me amen y accedan así a lo inalcanzable. Este será también vuestro destino si permanecéis fiel a Mí, si respondéis al Amor que tengo para vosotros.
(El infierno en la tierra y el real…)
Sí, sin amor la criatura no es nada, y entonces está destinada a desaparecer en el abismo del olvido, en la jungla devoradora de los malvados. La maldad que se da en la tierra no es nada comparada con la del infierno, donde se multiplica en el espacio y en el tiempo.
En la tierra, la maldad parece profunda e inaceptable, pero en el infierno nadie puede imaginar los horrores insoportables que allí se producen. El mal allí es malvado por el hecho de serlo, se mueve en las profundidades de la iniquidad y se renueva constantemente porque no desaparece. El horror es permanente y se extiende continuamente. Nadie escapa a él, nadie se arrepiente jamás, nadie es bueno, todos son malos, la confianza se evacua porque sería un sinsentido, nada es sólido, la amistad no existe, la amargura es permanente y todos los frutos de la detestación son la vida cotidiana de todos.
(Huid el infierno…)
La guerra es permanente y perpetua, los demonios y cuerpos degenerados de lo que una vez fueron humanos se odian, se pelean, se hacen daño y lo vuelven a hacer. Imaginad el hedor de este lugar, la degeneración de los cadáveres mutilados, pero aún vivos, la suciedad del ambiente permanente y perpetuo, el malestar, la inmundicia, el rechazo de unos a otros y todo ello renovado diez veces, cien veces, a perpetuidad.
Huid, hijos Míos, huid de este lugar demoníaco donde nada puede ser mejor, todo será siempre peor, sin esperanza y despojado de toda mejora. Huid, sí, huid y venid a Mí para que Yo os consuele, para que Yo os ayude a superar santamente vuestras dificultades, sed mansos, sed humildes, sed devotos.
(Al final de la vida terrenal…)
Cuando os llegue el momento de dejar esta tierra, este momento único en el que aún podéis arrepentiros de todas vuestras debilidades, de todos vuestros errores, de vuestra ceguera, de vuestra obstinación, el momento en el que todo está en juego y todo aún puede cambiar, este momento preciosísimo, precioso porque todo vuestro futuro aún puede cambiar ya que aún sois dueños de vuestro destino.
(Rechazad los poderosos sedantes…)
Amigos Míos, hermanos Míos, hijos Míos, criaturas Mías, rechazad los poderosos sedantes que quieren evitaros el sufrimiento en la hora de vuestra muerte. Ciertamente, es un sufrimiento, pero debéis ser dueños de vosotros mismos para poder convertiros cuando aún hay tiempo. No debéis estar tan dormidos que la muerte venga y os lleve sin que hayáis tenido ocasión de pensar en vuestro futuro, sin que hayáis podido prepararos para vuestro futuro eterno.
La confesión antes o como preparación a la muerte del cuerpo es esencial. Los que dejan su estado corpóreo con el alma cargada de pecados y males de todo tipo no se sentirán orgullosos ante el Trono de la sentencia divina y eterna. Habrían preferido mil sufrimientos y mil males antes que llegar desprevenidos a esa hora concreta del Juicio.
(El arrepentimiento es un acto de humildad…)
Si tomáis potentes sedantes al final de vuestra vida terrena, perderéis esos preciosos momentos de retrospección, una gracia que se concede a todos los enfermos que están a punto de dejar esta tierra. Todos los enfermos que están cerca de su partida repasan su vida, piensan en ella, se juzgan y pueden arrepentirse. En este momento de su partida, hay muchos orgullosos que se justifican, pero también hay muchos que simplemente se culpan y entonces están dispuestos a humillarse ante el Justo Juez.
(Cuidado con la falsa piedad de las leyes ateas…)
Hijos Míos, estas leyes ateas que ignoran las necesidades del alma, embotándola y aturdiéndola cuando debería estar alerta y despierta, son injustas y perjudiciales. Tenéis derecho a aceptar lo que alivia el sufrimiento, pero también tenéis derecho a rechazar lo que os sume en un coma artificial que, al mismo tiempo, paraliza vuestro pensamiento. Tienes derecho a estar lúcido durante vuestras últimas horas, porque aún podéis salvar vuestra alma.
Que Dios os ayude, pero sólo serán ayudados aquellos que acepten con humildad y sencillez la mano tendida del Redentor.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, así sea.
Vuestro Redentor y Justo Juez.”
Fuente: srbeghe.blog