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La creación y los fines últimos: bautizados, no bautizados, de otros credos, paganos después de la muerte

Los que han recibido el bautismo (sacramento) y que han mostrado su fe en Dios, Padre Hijo y Espíritu Santo, recibirán la gracia de la Vida eterna... Que los cristianos, aquellos que creen en Él, que confían en Él y que se alimentan de la Sagrada Eucaristía, recen por todos aquellos que no tienen esta gracia y que, por este mismo hecho, están espiritualmente impedidos

(Haz la señal de la cruz antes de leer y lee hasta el final...) - 27 de mayo de 2021

La creación y los fines últimos

(DeepL Translator) “Cuando creé la tierra, el cielo y el universo, lo hice con amor perfecto. Amé Mi obra, quise que fuera bella y semejante al Cielo, el Hogar divino. Esta obra temporal fue creada sobre el modelo de lo invisible, de forma más pequeña, sensible y visual.

Creé el tiempo porque era necesario como introducción a lo divino, a la eternidad. El tiempo es inamovible en la creación, condiciona y supera las posibilidades del ser humano que nace, vive y llega al momento de su partida del mundo visible a través de él.

(El Paraíso...)

En el Cielo no hay tiempo, y aunque el santo puede actuar, moverse y crecer en conocimiento y perfección, es eterno. Todo lo que dice, hace y produce tiene lugar en un tiempo llamado ‘eterno presente’, pero que, sin embargo, permite un antes y un después. Este antes y después en el eterno presente es necesario, de lo contrario la eternidad sería estática, inmóvil, y Dios es el eterno Viviente.

Por eso actúa, vigila, recompensa a los buenos y, como no hay maldad en el Cielo, siempre está contento con los Suyos, alentándolos, guiándolos y recompensándolos. También crea porque es Creador y sus creaciones son como Él, infinitas.

  • En el Cielo no hay más que felicidad, creatividad, bondad y admiración entre los propios santos y entre los santos y Dios. Son activos, leales, piadosos, fervientes y siempre devotos.
  • El Cielo es un lugar como un estado, luminoso, bello, alegre y divino.

(El Purgatorio...)

El Purgatorio es diferente. Está destinado a desaparecer cuando desaparezca también la tierra, y fue concebido después del pecado original. No debería haber existido porque el hombre, creado en estado permanente de gracia santificante, no debería haber tenido que someterse a la purificación o satisfacción de los pecados después de abandonar la tierra.

Dios permitió este estado intermedio entre la tierra y el Paraíso por bondad y en previsión de la Redención.

(El limbo de los Justos...)

Antes del sufrimiento y muerte del Señor Jesús en la Cruz, el purgatorio tenía un relevo para las almas purificadas: debían esperar en el limbo de los Justos el momento en que pudieran seguir a Jesucristo al Paraíso.

Este limbo ha desaparecido desde entonces, y el purgatorio desaparecerá al final del mundo porque ya no será necesario, al haber alcanzado Dios el fin que tenía en mente cuando creó la tierra y los cielos, el firmamento y el universo.

El limbo de los Justos era necesario, pero en cuanto pudieron abandonarlo para seguir al Señor al Cielo y al paraíso, su necesidad dejó de estar justificada y desapareció, existiendo sólo en el recuerdo de los Justos que allí descansaron.

(El limbo de los paganos...)

  • ¿Qué será del otro limbo, el de los seres que no tienen ni pecado ni gracia santificante y que, por tanto, no pueden tener parte con el Señor Dios?

Estos seres entran en la misma categoría que los paganos de buena voluntad que, al no haber conocido a Dios, pueden haberse comportado con bondad y generosidad naturales.

Pero la palabra de Jesucristo es infalible:

‘Si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el último día’ (Jn 6, 53-54);

y también:

‘El que no honra al Hijo no honra al Padre que le ha enviado’ (Jn 5, 23);

y más adelante:

'Si me conocierais a Mí, también conoceríais a mi Padre’ (Jn 8, 19);

  1. Por tanto, es necesario conocer al Señor Jesús y, para ir al Cielo, es necesario recibir dignamente la Eucaristía.
  2. Los que son buenos, pero no están bautizados y no son creyentes en el Señor Jesucristo, no tienen Vida en ellos. Los que han recibido el bautismo (el sacramento, bautismo de deseo o bautismo de sangre) y que han mostrado su fe en Dios, Padre Hijo y Espíritu Santo, recibirán la gracia de la Vida eterna.
  3. Los demás, los que no han recibido esta gracia, recibirán ciertamente la Misericordia de Dios, porque Dios es Misericordioso y Sus planes para cada persona son infinitamente buenos, infinitamente amorosos e infinitamente justos.

No debemos dudar de la perfección del Amor divino, y si el Señor aún no nos ha revelado este misterio, Él sabe lo que hace y por qué lo hace. Su Caridad, Su Bondad, Su Amor, Su Misericordia y Su Justicia son perfectas y nunca están en conflicto entre sí.

Confiemos, pues, en Su Omnipotencia, que supera infinitamente los defectos, las imperfecciones y la ignorancia de los hombres.

Que los cristianos, aquellos que creen en Él, que confían en Él y que se alimentan de la Sagrada Eucaristía, recen por todos aquellos que no tienen esta gracia y que, por este mismo hecho, están espiritualmente impedidos.

(El Infierno...)

Y, por último, están las tinieblas del infierno, donde van e irán todos los que han rechazado a Dios, Padre Hijo y Espíritu Santo, y todos los demás que no son creyentes, pero cuyos corazones y almas Dios conoce y que no son Suyos. Que la Paz y el Amor de Dios estén con vosotros, hijos Míos.

  • Sed devotos y fervorosos porque los tibios y los impíos no son Míos.

Yo os bendigo y os amo.”

Fuente: srbeghe.blog