(Leer todo, importante...)

Advertencias del más allá (infierno) a la Iglesia contemporánea

(Warnings From Beyond (Hell) To the Contemporary Church)

(DeepL Translator) El libro expone esencialmente los comentarios y gestos realizados por una mujer poseída en Suiza durante 1975-1978. Hablando a través de la mujer poseída, los demonios fueron obligados a decir la verdad por Nuestra Señora bajo el Solemne Exorcismo Eclesiástico, del que fueron testigos los siguientes sacerdotes que han expresado toda sus convicciónes de la autenticidad de las revelaciones hechas por los demonios por orden de la Santísima Virgen.

1. Abad Albert-l`Arx, Niederbuchorten
2. Abad Arnold Elig, Ramiswil
3. Abad Ernest Fischer, Misionero, Gossau (St.-Gall).
4. Rev. Padre Pius Gervasi, O.S.B., Disentis
5. Abad Karl Holdener, Ried
6. Rev. Padre Gregoire Meyer, - Trimbach
7. Rev. Padre Robert Rinderer, C.P.P.S., Auw
8. Abad Louis Veillard, Cerneux-Pequignot

Ocho sacerdotes son suizos, excepto el padre E. Fischer, alemán. Todos participaron en los exorcismos excepto el padre G. Meyer, que fue director espiritual de la mujer poseída. Otros dos sacerdotes franceses también participaron en los exorcismos.

Exorcismo: El Demonio humano Judas Iscariote enseña la fe católica

TEXTOS DE EXORCISMOS

(DeepL Translator)  12 de enero de 1976: Preparativos: Oraciones, bendiciones, dedicatorias, salmos prescritos, tres Rosarios (Misterios Gozosos, Dolorosos y Gloriosos) Letanías de los Santos, oraciones de exorcismo, etc.

Veroba, un demonio angélico del Coro de las Potestades

LA PREOCUPACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN POR LOS HOMBRES

Exorcista: Te lo ordenamos, Veroba, en nombre..., ¡debes decir la verdad, decir exactamente lo que la Santísima Virgen desea!

Veroba: La gente buena incluso se pelea entre sí. Antes no era así. Antes, los buenos estaban unidos. Ahora ha comenzado la confusión y se dirige hacia su clímax. Pero será aún peor.

Exorcista: ¡Continúa, en el nombre...!

Veroba: En la actualidad, de repente, los hombres no miran tan a menudo la Sagrada Escritura. Además, en todas partes se explica de forma diferente, o incluso se distorsiona y se ordena de forma diferente, y se interpreta según las ideas propias de cada uno. Sólo debe conservarse la Sagrada Escritura que no ha sido falsificada, la Sagrada Escritura buena, antigua y tradicional. Todo lo demás forma parte del plan (de los demonios); podría decirse que está envenenada.

Exorcista: ¡Continúa diciendo la verdad! Habla, en nombre de la Santísima Trinidad, de todos los santos Ángeles y Arcángeles, ¡y en nombre de la Inmaculada!

Veroba: La Gran Señora desea salvar a todos los que pueda. El mundo está tan corrompido que Ella ya no puede salvar a todos en masa. Sin embargo, todavía quiere hacer todo lo que pueda. Ella ama a sus hijos, los ama más de lo que la mayoría de ellos hubiera merecido.

Exorcista: ¡Sigue diciendo la verdad, en el nombre...!

Veroba: ¡Si todavía nos amaran con una décima parte de ese amor! (Suspira espantosamente) Ama a sus hijos como sólo una madre puede hacerlo. Por eso muchas personas buenas, sobre todo entre los laicos, deben acudir a Ella: todos deben rezar, pero también deben sufrir por y para la salvación de otras almas que, de otro modo, se perderían o se hundirían más profundamente en los caminos que conducen a la perdición. La confusión es espantosa y se agravará aún más. ¡Pero debes cumplir todos sus deseos!

Exorcista: ¿Qué desea la Santísima Virgen? ¡Habla, en el nombre...!

Veroba: Que perseveres en este camino, que no te desvíes de él en lo más mínimo, aunque el diablo se abalanzara sobre ti en zancos.

Exorcista: ¡Di la verdad, di lo que debas decir, en nombre de la Santísima Virgen y en nombre de la Santísima Trinidad!

Veroba: El Papa puede ser un consuelo para ti: sufre aún más que tú. Hace tiempo que desea que todo termine. Pero tiene que seguir rezando y haciendo sacrificios. Vosotros (sacerdotes) debéis ayudarle.

Los laicos también deben unirse. En este momento hay una verdadera necesidad de un mejor discernimiento para poder contrarrestar todas las opiniones variadas que se creen correctas, porque todo el mundo cree tener la respuesta correcta, aunque sea incorrecta.

Exorcista: ¡Sigue diciendo la verdad, Veroba, di lo que la Santísima Virgen te manda decir! No tienes derecho a mentir.

Veroba: Si ella no estuviera en el Cielo y si todavía pudiera desanimarse, se habría hartado hace mucho tiempo. Pero ella es paciente; es infinitamente más paciente que todos los hombres juntos... Ojalá tuviera esa paciencia... pudiera todavía ejercer esa paciencia... con nosotros (suspira lastimeramente) Nosotros en el Infierno ya no la esperamos. Ahora no podemos hacer nada más que hacerle revelaciones. ¡Ah! ¡Pensar que todavía tenemos que revelaros lo que preferiríamos no hacer!

Exorcista: ¡Continúa diciendo la verdad! ¡Debes decirla, en nombre de la Santísima Virgen, Veroba! ¡Debes decir la verdad!

Veroba: Pronto, Jesucristo ya ni siquiera estará presente en todas las misas. Incluso ahora, Él ya no está presente en todas partes. Ya hay muchos sacerdotes que no creen en la presencia sacramental de Jesucristo en la Consagración. Es muy triste; ya no hay muchas gracias que provengan de ella (la Consagración) o apenas ninguna.

Si todos los que se llaman sacerdotes siguieran diciendo la Misa – la Misa de San Pío V – como es debido, el mundo cambiaría de una manera sensacional. Pero, desgraciadamente, no es así. Para conseguirlo, hemos tenido que plantear el asunto con fuerza a los cardenales, luego a los obispos y sacerdotes y, por último, a los laicos. Un cardenal, un obispo o un sacerdote son siempre mil veces más importantes que un laico, en todo caso, para nuestros fines.

Exorcista: ¡Veroba, continúa! Di lo que tengas que decir, en nombre de la Santísima Virgen, ¡en nombre...!

Veroba: Si la Gran Señora aún pudiera llorar – y aún llora durante sus apariciones – pero si aún pudiera llorar en el Cielo, toda la tierra se empaparía con sus lágrimas. Ella todavía se compadece de estas miserables lombrices; en su compasión, intenta llamarlas o retenerlas. Pero los hombres no quieren eso; siguen ciegamente, arrojándose en las redes de estas marionetas, que no son más que nuestros lugartenientes, nuestros agentes publicitarios. Pero la gente no se lo cree. Es una gran victoria para nosotros, ¡que ya no se lo crean!

Exorcista: ¡Sigue diciendo la verdad, Veroba, en nombre de la Santísima Virgen que tanto sufre en el Cielo, y en nombre del Santo Padre, el Papa Pablo VI!

Veroba: Incluso Judas, con su odiosa traición, fue menos malvado que muchos de los sacerdotes de hoy. Judas no actuó de manera tan secreta. Sintió que Jesús era consciente de su culpa. Entonces se arrepintió y arrojó sus treinta monedas de plata en el templo, diciendo: "He entregado sangre inocente". ¿Hay algún sacerdote hoy en día que todavía haga eso? Los de hoy son mucho más villanos. Ninguno de ellos se arrepentiría del mal que hace, y eso es contagioso. Están infectados hasta la médula de los huesos y se ayudan e instigan unos a otros de tal manera que todo puede ocultarse y permanecer así. Pero, ¿hasta cuándo?

Hasta el momento en que todo eso se haga añicos en el gran día, cuando ya no seamos nosotros los que tengamos la sartén por el mango, sino la Iglesia. Lo que la Iglesia ha representado hasta hoy no puede ser tirado por la borda, desechado como un zapato gastado, o como un abrigo raído que hay que remendar con otro material.

Exorcista: ¡Sigue diciendo la verdad, en nombre de la Santísima Trinidad!

Veroba: Es triste para la Gran Señora y para el Cielo, que tantas personas buenas, a las que Ella ama tanto y que deberían ir de la mano con Ella al Cielo, estén ahora paralizadas. Muchos ya no saben lo que deben hacer en medio de esta confusión; e imperceptiblemente se cierne sobre ellos el peligro de caer en el error. Por eso yo, Veroba, tengo que decir: "Debéis rezar mucho al Espíritu Santo. Es imposible rezar demasiado al Espíritu Santo".

Exorcista: ¡Di la verdad, Veroba! ¡Di todo lo que tengas que decir en nombre de la Santísima Virgen!

Veroba: ¡Preferiría no haber dicho eso! ¡No quiero decir nada más!

Exorcista: ¡Debes decir ahora lo que tengas que decir, en nombre de la Santísima Virgen, en nombre de la Santísima Trinidad!

Veroba: Ella me hace decir: "No desesperes, aunque algunos justos se equivoquen contigo". Jesús predijo: "Llegará el tiempo en que quien os mate creerá que cumple un santo deber para con Dios". Ese tiempo ya ha llegado. No te matarán enseguida; a muchos ya los han matado, pero a ti no. Inevitablemente, tendréis que sufrir persecuciones. Pero será aún peor. No durará más de diez años. Ni siquiera nosotros sabemos cuánto. Sólo sabemos que está cerca. Cristo mismo ha dicho: "No sabéis ni el día ni la hora en que vendrá el Hijo del Hombre". Esto es cierto, no sólo para el fin del mundo, sino también para el Castigo. Al decir eso. También se refería a los Castigos, así como a la muerte individual de cada hombre. La Advertencia es parte del Castigo, ¡que no será tan ligero! El Castigo comenzará con el Aviso – será, por así decirlo, la primera parte.

Exorcista: ¡Di la verdad, Veroba, di lo que debas decir y nada más que la verdad!

Veroba: No durará más de diez años. Según nuestros cálculos, es muy posible que el Aviso... pero, como ya he dicho, en el Infierno no lo sabemos (espantoso refunfuño). Las muchas oraciones que se están rezando son la razón por la que el Cielo sigue reteniendo el Castigo. De hecho, es paradójico seguir rezando. Con el retraso del Aviso y el Castigo, la confusión no hace más que aumentar. Sin embargo, la oración es necesaria. Ella lo quiere, porque a través de la oración, muchas más almas se salvan (rugido espeluznante)

Source: Warnings from beyond