¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
Enero 17 2018 – Llamado urgente de Jesús Sacramentado a Su Pueblo fiel
Tened lista con la oración vuestra Armadura Espiritual
“Hijos míos, mi paz sea con vosotros.
Mi pequeño Nabí, están llegando los días de la gran prueba para mi Pueblo; recogeos en oración, ayuno y penitencia, para que podáis fortalecer vuestro espíritu y así, salgáis victoriosos en las batallas espirituales que se aproximan.
Hijos míos, os digo esto, porque vuestro enemigo del alma y sus ejércitos, son las fuerzas que tendréis que vencer. La lucha será contra los principados y potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal, que moran en los espacios celestes. (Efesios 6. 12)
Nuevamente os digo, la pelea no es con armas materiales, sino con armas espirituales. Todo aquel que entable combate espiritual sin la asistencia del cielo, se va a perder; porque vuestros enemigos no son de carne y hueso, vuestros enemigos son entidades malignas, las cuales tienen mando y poder sobre este mundo oscuro. Por lo tanto, la única forma en que los venceréis, será con la oración, el ayuno, la penitencia, y la ayuda del cielo.
Hijos míos, tened lista y aceitada con la oración, vuestra Armadura Espiritual; puesta a mañana y noche y reforzada con el salmo 91. Acordaos que no podéis entrar en batalla sin vuestra Armadura, porque de hacerlo, seréis presa fácil de mi adversario y sus huestes del mal.
Antes de entrar en combate, pedid la protección de Nuestros Dos Corazones y decid:
Corazones de Jesús y de María, asistidnos en el combate espiritual de este día; nos refugiamos en vuestros Corazones; dadnos el poder para vencer al enemigo de nuestra alma y sus huestes del mal.
Invocad también a Nuestro Amado Miguel y haced su exorcismo, dado al Papa León XIII(1). Orad con el Rosario de mi Madre(2) y de mi Preciosísima Sangre(3) y consagraos a Ella(4), todos los días a mañana y noche. El poder de mi Gloriosa Sangre, os mantendrá firmes y alejará de vosotros los demonios espirituales y encarnados.
Pedid la asistencia de las almas del purgatorio, de vuestro Ángel de la Guarda y Ángeles custodios; lo mismo que la asistencia de los Arcángeles y Ángeles de la Milicia Celestial, y de las Almas Bienaventuradas, especialmente de aquellas que en este mundo fueron exorcistas. Mis apóstoles también debéis de invocar en aquellos días, para que estéis bien protegidos y nada ni nadie pueda haceros daño.
Tened muy presente a mis Amados Benito y su exorcismo(5), a Antonio de Padua y su exorcismo(6), a Ignacio de Loyola, Patricio de Irlanda, con su oración de la Coraza(7), al Padre Pio de Pietrelcina, a mi Juan Pablo II , y en general a todos mis Amados que en este mundo combatieron a Satanás y sus demonios.
También no olvidéis el Conjuro de mis Santos Ángeles(8) y la oración de la Coraza de mi Sangre Redentora(9) que os envié a través de mi Enoch. Todas estas son ayudas y armas espirituales, con las cuales venceréis a mi adversario y sus legiones del mal.
Comenzad pues mis Guerreros a utilizarlas desde ya, para que cuando lleguen esos días ya estéis fortalecidos y podáis sin temor enfrentar los ejércitos de mi adversario. No temáis, permaneced firmes en la fe y unidos en el amor; si acatáis nuestras instrucciones y las ponéis en práctica, os aseguro que ninguna fuerza del mal podrá haceros daño.
Acordaos mis pequeños que en el Aviso, seréis también revestidos de los dones y carismas que vais a necesitar para enfrentar a mi adversario.
De nuevo os digo, no temáis, poned vuestra confianza en Nuestros Dos Corazones y ofreced vuestra purificación personal como ofrenda de amor a mi Padre y os aseguro que alcanzaréis la Corona de la Vida.
Mi paz os dejo, mi paz os doy. Arrepentíos y convertíos, porque el Reino de Dios está cerca.
Vuestro Amado, Jesús Sacramentado Dad a conocer mis mensajes a toda la humanidad, rebaño mío.
Fuente: mensajesdelbuenpastorenoc.org
- Exorcismo completo de León XIII contra satanás (aquí)
- El Santo Rosario (aquí)
- Rosario a la Preciosa Sangre de Jesucristo (aquí)
- Consagración a la Sangre Preciosa de Jesucristo (aquí)
- Exorcismo de San Benito (aquí)
- Oración de Liberación de San Antonio (aquí)
- Oración a la Coraza de San Patricio contra las asechanzas del mal (aqui)
- Conjuración a los Santos Ángeles (aquí)
- Coraza (Consagración) de La Sangre Redentora de Jesucristo
Consagración a La Sangre Preciosa de Jesucristo
Consciente de mi nada y de Tu Sublimidad, Misericordioso Salvador, me postro a Tus pies, y Te agradezco por la Gracia que has mostrado hacia mí, ingrata creatura. Te agradezco especialmente por liberarme, mediante Tu Sangre Preciosa, del poder destructor de Satanás. En presencia de mi querida Madre María, mi Ángel Custodio, mi Santo patrono, y de toda la corte celestial, me consagro voluntariamente, con corazón sincero, oh queridísimo Jesús, a Tu Preciosa Sangre, por la cual has redimido al mundo del pecado, de la muerte y del infierno. Te prometo, con la ayuda de Tu gracia y con mi mayor empeño, promover y propagar la devoción a Tu Sangre Preciosa, precio de nuestra redención, a fin de que Tu Sangre adorable sea honrada y glorificada por todos. De esta manera, deseo reparar por mi deslealtad hacia Tu Preciosa Sangre de Amor, y compensarte por las muchas profanaciones que los hombres cometen en contra del Precioso Precio de su salvación. ¡Oh, si mis propios pecados, mi frialdad, y todos los actos irrespetuosos que he cometido contra Ti, oh Santa y Preciosa Sangre, pudieran ser borrados! He aquí, querido Jesús, que te ofrezco el amor, el honor y la adoración que tu Santísima Madre, tus fieles discípulos y todos los Santos han ofrecido a Tu Preciosa Sangre. Te pido que olvides mi falta de fe y frialdad del pasado, y que perdones a todos los que te ofenden. ¡Oh Divino Salvador! rocíame a mí y a todos los hombres con Tu Preciosa Sangre, a fin de que te amemos, ¡oh Amor Crucificado, de ahora en adelante con todo nuestro corazón, y que dignamente honremos el Precio de nuestra salvación! Amén








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."