¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
11 de febrero de 1979 – Aniversario de la Aparición de Lourdes
Apocalipsis – Tercer signo: la división
«Soy vuestra Madre Inmaculada. Me aparecí en la tierra, en la pobre gruta de Massabielle, para indicaros la senda por la que debéis caminar en estos momentos difíciles. Es mi mismo camino: el de la pureza, el de la gracia, el de la oración y el de la penitencia.
Es el camino que ya os ha indicado mi Hijo Jesús para conduciros a todos al Padre en su Espíritu de Amor. Tenéis en vosotros a su mismo Espíritu que os hace llamar a Dios: Padre, porque os ha hecho partícipes de su naturaleza divina. Caminad por la senda del Amor. Dad cabida en vosotros al Espíritu de Amor que os lleva en la vida a estar siempre más unidos. Amaos los unos a los otros como Jesús os ha amado y llegaréis a ser verdaderamente una sola cosa. La unidad es la perfección del amor. Por esto Jesús ha querido que su Iglesia fuese una, para hacer de ella el sacramento del Amor de Dios a los hombres.
Hoy mi Corazón Inmaculado tiembla, está angustiado al ver a la Iglesia interiormente dividida.
Esta división, que ha penetrado en el interior de la Iglesia, es el tercer signo que os indica con seguridad que para ella ha llegado el momento conclusivo de la dolorosa purificación. Si en el curso de los siglos, la Iglesia ha sido lacerada muchas veces por divisiones que han llevado a muchos hijos míos a separarse de ella, Yo, sin embrago, le he obtenido de Jesús el singular privilegio de su unidad interior.
Pero en estos tiempos mi Adversario con su humo ha logrado incluso oscurecer la luz de esta divina prerrogativa suya. La interior división se manifiesta entre los mismos fieles, que se enzarzan con frecuencia los unos contra los otros con la intención de defender y de anunciar mejor la verdad. Así la verdad es traicionada por ellos mismos, porque el Evangelio de mi Hijo no puede estar dividido.
Esta división interior lleva, a veces, a enfrentarse a Sacerdotes contra Sacerdotes, Obispos contra Obispos, Cardenales contra Cardenales, porque nunca como en los tiempos actuales, Satanás ha logrado introducirse en medio de ellos, lacerando el sagrado vínculo del mutuo y recíproco amor.
La interior división se manifiesta también en el modo con que se tiende a dejar solo, casi en el abandono, al mismo Vicario de Jesús, al Papa, que es el hijo particularmente amado e iluminado por Mí.
Mi Corazón de Madre es herido cuando ve cómo frecuentemente el silencio y el vacío de mis hijos rodean la palabra y la acción del Santo Padre, mientras es atacado y obstaculizado cada vez más por sus adversarios. A causa de esta división interior su mismo ministerio no está lo suficientemente sostenido y propagado por toda la Iglesia, que Jesús ha querido unida en tomo al Sucesor de Pedro.
Mi Corazón maternal sufre cuando ve que incluso algunos Pastores rehúsan dejarse guiar por su palabra luminosa y segura. El primer modo de separarse del Papa es el de la rebelión abierta. Pero hay también otro modo más encubierto y más peligroso. Es proclamarse exteriormente unidos a El, pero disintiendo interiormente de El, dejando caer en el vacío su magisterio y haciendo, en la práctica, lo contrario de cuanto Él indica.
;Oh Iglesia, místico cuerpo de mi Jesús, en tu doloroso camino hacia el Calvario has llegado a la undécima estación y te ves desgarrada y lacerada en tus miembros crucificados! ¿Qué debéis hacer, hijos míos, apóstoles de mi Corazón Inmaculado y Dolorido? Debéis ser simiente escondida, prontos a morir también, por la unidad interior dé la Iglesia.
Por esto, día a día, os conduzco al mayor amor y fidelidad al Papa y a la Iglesia al Él unida. Por esto hoy os hago partícipes de las ansias de mi Corazón materno: por esto os formo en el heroísmo de la santidad y os llevo Conmigo al Calvario. También por medio de vosotros podré hacer salir a la Iglesia de su dolorosa purificación, a fin de que en Ella pueda manifestarse al mundo todo el esplendor de su renovada unidad.»
A los Sacerdotes hijos predilectos de la Santísima Virgen

El 8 de mayo de 1972, Don Esteban Gobbi participa en una peregrinación a Fátima y, en la Capilla de las Apariciones, ruega por algunos Sacerdotes que además de traicionar personalmente su vocación, intentan reunirse en asociaciones rebeldes a la autoridad de la Iglesia. Una fuerza interior le empuja a tener confianza en el amor de María. La Virgen, sirviéndose de El como humilde y pobre instrumento, reunirá a todos los Sacerdotes que acepten su invitación a consagrarse a su Corazón Inmaculado, para unirse fuertemente al Papa y a la Iglesia a Él unida para llevar a los fieles al refugio seguro de su Corazón maternal. Se formaría así un potente ejército, difundido en todas partes del mundo y reclutado, no con medios humanos de propaganda, sino con la fuerza sobrenatural que brota del silencio, de la oración, del sufrimiento, de la fidelidad constante a los propios deberes. Don Esteban pidió interiormente a la Virgen una pequeña señal de confirmación que Ella, antes de terminarse el mismo mes, le dio puntualmente en Nazaret, en el Santuario de la Anunciación. El origen del Movimiento Sacerdotal Mariano se remonta a esta sencilla inspiración interior que sintió don Esteban mientras oraba en Fátima. Pero, ¿ Que debería hacerse entonces en concreto? En octubre del mismo año se intentó un tímido comienzo con un encuentro de oración y de amistad entre tres Sacerdotes en la parroquia de Gera Lario (Como) y se dio noticia de este Movimiento en algún periódico y en alguna revista católica. En marzo de 1973 los Sacerdotes inscritos eran unos cuarenta. En septiembre del mismo año, en San Vittorino cerca de Roma, se tuvo el primer encuentro nacional con la participación de veinticinco Sacerdotes de los ochenta que ya se habían inscrito. En 1974 se iniciaron los primeros cenáculos de oración y de fraternidad entre Sacerdotes y fieles; y poco a poco se extendieron en Europa y en las demás partes del mundo. Hasta finales de 1996, don Esteban Gobbi ha visitado repetidas veces, los cinco continentes para presidir los Cenáculos Regionales. Ha realizado unos 900 viajes en avión y un gran número en coche y tren y ha celebrado 2.400 Cenáculos, a saber 1090 en Europa, 917 en América, 105 en Africa, 146 en Asia y 142 en Oceanía. El Libro no está a la venta en librerías; se puede encontrar solicitándolo a los líderes regionales del Movimiento Sacerdotal Mariano: Movimento Sacerdotale Mariano, via Terruggia, 14 – 20162 Milano – Italia








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."