¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(453) Haz la Señal de la Cruz y lee todo sin prisa
§1: Puesto que Dios es infinito, puede dar lo mejor y el primer lugar a cada uno
§2: Hijos Míos, todos vosotros encontraréis la Cruz en vuestro camino terreno
§3: Todo ser humano necesita el amor para vivir
§4: Estos días están a vuestras puertas

§1
“Mis Queridos Hijos, Mis Pequeños, Mis Amados, Yo soy vuestro Dios, vuestro Padre, vuestro Hermano y vuestro mayor Amigo.
La amistad está hecha de respeto, porque todo hombre que ama a su amigo no lo trata a la ligera, no, lo respeta, le desea lo mejor, le da el primer lugar. Así es como vuestro Padre celestial os acoge en Su Cielo: os abre los brazos y os coloca a Su derecha.

Puesto que Dios es infinito, puede dar lo mejor y el primer lugar a cada uno de sus amados hijos, como hace con su Hijo Primogénito. Él comparte su Divinidad con vosotros, ya que sois sus hijos adoptivos, a quienes da todo lo que Él es, como a Su Primogénito.
La Santísima Virgen María, Madre de Dios, es una criatura, y los hijos adoptivos de Dios son también todos criaturas, pero Dios les hace partícipes, por adopción, de lo que Él es.

Así como un hijo recibe de su padre en herencia todo lo que tiene, todo lo que es y todo lo que le corresponde transmitir a su vez, así el Hijo, Dios mismo, y los hijos adoptivos así queridos por Dios, reciben de Él todo lo que son para la Eternidad.
Así pues, hijos Míos, conscientes de lo que os espera en la Eternidad, aprovechad el tiempo que se os da en la tierra para crecer, para prepararos para ese tiempo de santidad perfecta que viviréis en el Cielo con vuestro Padre y todos vuestros hermanos en Él para la Eternidad: tendréis la Sede de Dios, la Inteligencia divina, la Sensibilidad divina, el Amor divino, el Conocimiento divino y todos los dones del Espíritu Santo, de forma total y perfecta. Y, sin embargo, seréis todos diferentes entre vosotros, aunque perfectos, divinos.
§2
Dios, Mi Padre Celestial, en Su Primera Persona de la Santísima Trinidad, tiene la cualidad paternal desarrollada de una manera totalmente divina y vosotros, Mis amadísimos hijos, podéis acudir a Él para todas vuestras preocupaciones, todas vuestras dificultades, toda vuestra ignorancia.
Si tenéis fe y os confiáis verdaderamente a Su Amor paternal, experimentaréis Su verdadera preocupación, Su verdadera cooperación en vuestras obras y Su verdadero estímulo para no ceder ante las dificultades.
Pero tenéis que rezar, tenéis que ser buenos hijos, tenéis que confiar y someteros a Su gran conocimiento, a Su inmensa experiencia y a Su incomparable competencia.
Tenéis que rezarle humildemente, tenéis que tomaros el tiempo de poneros bajo Su Voluntad, Él que es el Dueño del tiempo y del espacio, y no debéis tener miedo de dejarle tomar las riendas de vuestra vida.
Esto implica tiempos de oración, meditación y transportes de amor. Sí, la oración es un tiempo de intercambio entre Dios Padre y vosotros, entre vuestro Padre y vosotros – Su hijo o hija -, entre vosotros y vuestro Hermano ofrecido por vosotros en la Cruz y la gran gratitud que debéis tener por este Sacrificio supremo.
Hijos Míos, todos vosotros encontraréis la Cruz en vuestro camino terreno; no la temáis, sino aceptadla como Yo he aceptado la Mía. No os rebeléis, no la eludáis, no la aceptéis a regañadientes, porque ésa es la diferencia: una cruz rechazada no se quita necesariamente, pero una cruz aceptada os abre el Cielo.

¿Por qué?
Porque el diablo es el amo de la Tierra, es el diablo quien crea todas las dificultades del camino, es el diablo quien ha puesto defectos y vicios en el corazón de los hombres, son los diablos quienes crean el desorden, la tiranía y el drama.

Lo he permitido porque he creado al hombre libre y no le privaré de la libertad que he inscrito en su ser. Él no podría amar si no fuera libre de amar y Yo deseo tanto hacerle conocer y compartir Mi Amor.
§3
El Amor es la personalidad de Dios, de Dios Espíritu Santo. Sin Amor, no habría don, sin Amor, no habría creación, ni mundo, ni universo, ni hombre y su atracción inalienable por el amor.
Todo ser humano necesita el amor para vivir; un ser humano sin amor está triste, solo y sin futuro.
Hijos Míos, esta es una llamada a la unión con Dios a través de la oración, la verdadera oración, la oración del hombre pequeño a su Dios, arrodillado y lleno de humildad en su total incompetencia comparada con la grandeza de su Padre del Cielo.

No es nada y, sin embargo, a los ojos de su Padre Celestial, lo es todo; ha sido creado para amarle y recibir a cambio su Amor. Dios le da todo, todo lo que es y hasta Su Amor para que le ame.
En este Amor recíproco, Dios es feliz y el hombre aprende a ser feliz también en esta relación única, tan elevada y tan extraordinaria.
Ámame porque te amo; ámame porque te he creado; ámame porque te he salvado del abrazo viscoso y pestilente del demonio; ámame porque te he planeado para Mi Cielo.
§4
Llegará un tiempo, hijos Míos, y está más cerca de lo que pensáis, en que el Amor de Dios será vuestro refugio, vuestra oración a Él será vuestro consuelo, vuestra confianza en Él será vuestro apaciguamiento.

Estos días están a vuestras puertas, la Tierra y todo lo que hay en su superficie será severamente puesto a prueba, pero Dios, Su Amor, Su Previsión y vuestra confianza en Él serán vuestro refugio.
Rezadle, rezadme ya para que seáis fuertes en la prueba, para que no fracaséis en la derrota, para que no perdáis la confianza cuando todo parezca tambalearse. Sois Mis hijos amados y nuestro Amor mutuo superará todo obstáculo.
Amadme y Yo os amaré como el mejor padre ama al mejor de sus hijos. Os bendigo y os amo apasionadamente.
En el Nombre (+) del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Dios, Altísimo, Todopoderoso.”
Fuente: srbeghe.blog








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."