¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(D1921) Haz la Señal de la Cruz y lee todo…
§1: Cuando la tierra esté en desorden…
§2: Venid a Mis pies, ante el pesebre
§3: Esta virtud será Mi regalo de Navidad para cada uno de vosotros
§4: Humilde niño en un pesebre…

§1
«Cuando la tierra esté en desorden, y no tardará, tened la seguridad de que Yo lo sé y que no os abandonaré.
Mi protección es mejor que cualquier otra, por eso no debéis temer sino orar y volver a orar, con calma y seguridad porque Yo os oigo, os escucho y no os abandono.
Yo os diré, Mis amados hijos, lo que debéis hacer y cómo. Sí, no temáis, no os abandonaré.
§2
En este momento, de la maravillosa fiesta de Navidad: venid a adorar a vuestro Salvador que viene, que sabe por qué viene, y que viene con toda Su bondad, generosidad y dulzura.
Sí, pequeño Niño… recién nacido…, soy manso, pero ya Dios y Salvador.

Venid a Mis pies, ante el pesebre, y dadme gracias porque he venido por vosotros, por cada uno de vosotros. He venido por amor, y qué más generoso por parte de vuestro Dios que venir a vosotros, tal como sois, en carne y hueso y en toda la humildad y bajeza de un Recién Nacido.
Dios viene, y aunque los ángeles cantan el Gloria a los pastores, no hay nada más para aclamar la venida Divina.
Los Magos vendrán, pero los judíos y los romanos no se moverán; unos por complacencia, otros por ignorancia.

La petulancia y la ignorancia suelen ir de la mano, porque las personas más inteligentes suelen ser más humildes que las que creen saber. Los romanos eran totalmente incultos en materia religiosa, y los judíos, que ejercían una rígida autoridad sobre el pueblo, estaban igual de alejados. Ambos carecían de la humildad que es la madre de las virtudes.
§3
Mi Madre y Mi padre adoptivo tenían una gran humildad y Dios, a través de esta virtud, pudo hacerse oír por ellos.

Así que, Mis muy queridos hijos, en estos tiempos de preparación para Mi Venida, examinaos y recibid de Mí como regalo esta hermosa virtud de la humildad.
Esta virtud será Mi regalo de Navidad para cada uno de vosotros que Me leéis y deseáis aceptarla de Mis manos. La humildad es la primera de todas las virtudes, es la que os pone ante Dios con amor y con el conocimiento de Su grandeza en relación a vuestro estado de criatura.
Yo soy el Todo, vuestro Todo, y a través de Mí recorreréis el camino que os he preparado. Confiaréis en Mí, no temeréis y, como Mi Madre, Me diréis “Fiat”, Tu Voluntad es mi voluntad, Tus deseos para mí son los míos, Tu Amor me hace aceptar todo de Ti.

Te quiero todo para Mí, tú que Me lees, y estoy pendiente de que leas lo que te prometo: ser tu guía, tu conductor, tu Hermano mayor. Conmigo estarás a salvo te pase lo que te pase y te daré, con este don de la humildad, la mansedumbre, pues una está relacionada con la otra.
§4
He aquí que vengo, humilde niño en un pesebre, y Mis padres terrenales ponen en Mí toda su confianza.

Las circunstancias de Mi nacimiento, el rechazo de la hospedería, no suscitaron queja ni reflexión alguna por parte de Mis padres, sino una total aceptación y sumisión a la Divina Providencia, que parecía dejarles en una situación deplorable, un abandono contra el que muchas familias se habrían rebelado.
Sí, parecía inaceptable, y sin embargo este nacimiento fue admirado por toda la cristiandad. Mi nacimiento en la indigencia fue una lección mucho más fuerte que cualquier situación mejor. Nací desnudo y pobre y moriré de la misma manera, desnudo y pobre, pero siempre igual de bueno y generoso.
Que la Navidad sea dulce para vosotros y rica en gracia, ese es el deseo de vuestro Señor, Salvador, Padre y Creador para cada uno de vosotros.
Os bendigo, os amo».
Fuente srbeghe.blog








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."