¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(Haces la señal de la cruz ante de leer y lees todo sin prisa…) – 29 de junio de 2024

«Hijos Míos, Yo soy vuestro Maestro, vuestro Dios, el Todopoderoso, y nada sucede sin Mi permiso.
- Yo había dado a [el país del Champagne] un Rey [1] y permití que el Maligno lo eliminara.
- Yo había dado a Mi santa Iglesia Católica guías buenos y santos pero el demonio quiso atacarla y le di la libertad de hacerlo.
¿Cuál es esta libertad que concedo al Mal y que destruye Mi Obra?
Es esta misma libertad que di a Adán y Eva para hacer el bien, para permanecer unidos a Mí y fieles a Mí, sin embargo pecaron gravemente aunque decían de amarme. Así es como, paso a paso, el mal ha echado raíces en las almas, y Yo no les quito la libertad que he dado a las criaturas, desde los ángeles hasta el animal más pequeño, y que consiste en la naturaleza misma de su ser.
- La libertad de Lucifer fue total.
- La libertad de Adán y Eva fue total y proporcional a ellos.
- La libertad de todo animal es total pero también proporcional a ella.
Hay un dicho que dice: quien puede lo más puede lo menos, pero quien puede lo menos no puede lo más. Sólo Dios, Yo Mismo, puedo hacerlo todo y he dado al mundo Mi Amor; ésa es la clave de esta libertad dada al mundo por Amor y Poder.
El hombre puede amarme y aún más desde Mi Encarnación porque conoce al Sujeto de su amor: Dios que, en Jesucristo, se encarnó, tomó parte en su humanidad, se hizo uno de los Suyos y, por Su Amor, le restituyó su gran estado de hijo adoptivo de Dios.
Adán y Eva habían perdido esta adopción; Jesucristo se la devolvió. Sí, Adán y Eva están ahora en el Cielo, en Mi Presencia, porque se arrepintieron amargamente de su pecado.

La desaparición del paraíso terrenal invadido por los demonios a consecuencia de su caída fue su gran penitencia, y la aceptaron humildemente y con total sumisión a Dios, en quien conservaron su confianza y su amor. Su larga estancia en el “Limbo de los Justos” en compañía de sus piadosos descendientes fue su purgatorio tras una vida santa y penitente.
Sí, tanto Adán como Eva fueron grandes penitentes y, como todos los penitentes después de Mi Redención, fueron acogidos con felicidad y gran afecto en la Eternidad bendita y luminosa.
Mis queridísimos hijos, os quiero a todos, como a vuestros primeros padres, en Mi Cielo; por eso, sed buenos, sed penitentes, y si la tierra está en manos de los demonios, que esto no sea para vosotros motivo de temor, sino más bien un medio de reparar vuestros pecados particulares con dulzura, entregándoos al Poder Divino que todo lo ve, todo lo sabe, todo lo oye.
Os he prometido Mi protección, así que sed confiados, fervorosos y devotos, mientras extendéis vuestra compasión a los que os rodean siempre que podáis.
Vuestra caridad será vuestra salvación, vuestra bondad hacia el prójimo, incluso los más ignorantes de las cosas divinas y de la piedad, abogarán a vuestro favor en la hora del Gran Juicio.
Hijos Míos, los acontecimientos venideros se acumularán y todos os veréis afectados. No dejéis que esto os asuste, no dejéis que os perturbe.

La penitencia es una prueba y los santos la han sufrido con serenidad, confianza en Dios y sumisión completa a Mi Divina Providencia.
Tened fe, tened mucha confianza en vuestro Hermano Mayor que sacrificó todo de sí mismo para salvaros. Él es vuestro Guía, vuestro Líder, vuestro Salvador y no cambia.
Os amo, os guío, os protejo, estoy con vosotros.
Que Dios os bendiga, que os ame tanto como podáis y a vuestro prójimo como a vosotros mismos por Mi Amor.
Os bendigo en el Nombre (+) del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Vuestro Redentor.»
- Luis XVI fue el último rey de Francia antes de la caída de la monarquía durante la Revolución Francesa.
Fuente: srbeghe.blog








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."