¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(Haz la señal de la cruz antes de leer y lee hasta el final…) – 7 de diciembre de 2020

Parte 1: Una Nueva Era…
(DeepL Translator) “Cuando vine a la tierra, reuní a Mis discípulos y les di Mi Palabra Divina. Desde entonces, a través de Mi Espíritu Santo, nunca he dejado de reunirlos e instruirlos. Los siglos se acumulan y llegará un momento en que decidiré detener esta acumulación.
Ese tiempo está cerca y se abrirá otra Era. Sí, esto es una realidad y quiero advertir de ello a Mis fieles para que no teman la destrucción ni las pruebas.
Este tiempo que vendrá será cercano a la vida en el paraíso terrenal, pero no totalmente, porque las consecuencias del pecado original no habrán desaparecido.
Las personas se purificarán y conocerán a Dios a través de su conversión, su fervor y su devoción. Este tiempo de conversión será la envidia de los santos y de los elegidos del Cielo, pues ellos mismos, mientras vivían en la tierra, lo habrían deseado. La vida se reanudará después de la prueba y la gente será humilde y obediente a la Palabra Divina.

Ya no dudarán, serán devotos, colocando a Dios en medio de su familia y siempre en primer lugar. La presencia de Dios en los hogares los hará santos, valientes, enérgicos y caritativos, y los tiempos pasados de prueba serán un recuerdo duradero y constructivo.
Los hogares y las moradas tendrán un oratorio en su centro, y este lugar será frecuentado diariamente. No será como hoy, en que tal lugar es prácticamente inexistente en los hogares, y si algunos todavía tienen uno, se trata más bien de un lugar inutilizado y no frecuentado.
Vivir en presencia del Altísimo propiciará el florecimiento de muchas virtudes domésticas y los divorcios ya no serán un problema. Hombres y mujeres serán respetuosos entre sí, y los niños serán equilibrados porque el ambiente familiar será sano y virtuoso.

Las familias serán como la Sagrada Familia, siempre dispuestas a servir y a incluir la presencia de Dios en cada acción y en cada disposición. Dios será honrado, alabado y servido como Él ha mandado, y esto será una ley deseada y no impuesta.
Quiero dejar claro que la tierra será buena y dará frutos y cosechas en perfecta armonía con las estaciones. El sol fertilizará y también la lluvia.
Cuando llegue el momento actual de la tierra, no quedarán muchos hombres, porque las pruebas habrán preservado a los hijos de Dios y a los que se conviertan, pero muchos otros quedarán atrapados en el desenfreno de los hombres y de la naturaleza.
Los que sean llevados en estado de gracia serán recompensados con una vida en el Cielo de la que nunca se arrepentirán, y los demás, por muchos que sean, serán olvidados por Dios y los ángeles.
Así es como la tierra florecerá de nuevo para la mayor felicidad de los hijos de Dios, de los ángeles y de los santos del Cielo, y esta renovación será la próxima gran etapa del ciclo terrestre.
Os ruego, hijos Míos, orad para entrar en el Cielo cuando llegue vuestra hora y, pase lo que os pase, tened la confianza y la determinación de serme fieles. Sí, vuestra fidelidad será vuestro pasaporte al Cielo. Si mantenéis vuestra confianza en Mí, ya sea en la tierra o en el Cielo, seréis felices y Yo estaré cerca de vosotros.
“Hágase Tu Voluntad en la tierra como en el Cielo y venga Tu Reino. Sí, ya viene, ya viene.”
Parte 2: La Tierra Prometida
Yo soy el Altísimo, el Todopoderoso, y Mi Amor gobierna la creación. Todo lo hago por Amor y quisiera tanto que vosotros, hombres, Me imitarais y fuerais más amorosos, más caritativos, más decididos a amar a vuestro prójimo.
Vuestro prójimo es como vosotros. Vive, tiene necesidades, y vosotros también. Si vosotros tenéis necesidades, tratáis de satisfacerlas. Si vuestro prójimo tiene necesidades, y lo sabéis y podéis ayudarle, debéis hacerlo.

Así habrían actuado los hombres, espontáneamente, si el pecado original no hubiera ennegrecido sus almas y fomentado sus defectos. Esta atracción hacia lo menos bueno, si no hacia el mal, hacia el egoísmo, el orgullo y todo lo que es personal, es la gran tragedia de la humanidad. El ego está sobredimensionado y las personas se encuentran en un perpetuo estado de enfrentamiento y resistencia. La confianza se da, pero se retira fácilmente cuando está en juego el propio interés.
El hombre es débil, y el diablo lo sabe, regañándole por sus debilidades. El hombre devoto y ferviente conoce esta debilidad en la que ha nacido y se esfuerza por reprender sus atractivos para vencerlos y dominarlos.
Cuando llegue el tiempo del Reino de Dios, los hombres seguirán siendo débiles, pero su deseo de amar a Dios lo más perfectamente posible y al prójimo como a sí mismos superará su pobre naturaleza mortal. Se elevarán a la santidad con constancia y regularidad, y el conocimiento de Dios unido al aborrecimiento del pecado los conducirá a grandes alturas.
Los frutos de la tierra recibirán los efectos de la buena naturaleza humana, tan cierto es que el hombre bueno siembra la bondad a su alrededor mientras que el hombre malo exacerba y destruye lo que toca.

El Reino de Dios llegará pronto, y pronto de verdad. El tiempo que falta para esa llegada es corto, y todos los que estáis viviendo en este momento -si Dios quiere- entraréis en él. Animaos, sed buenos, estad alegres, sed amables, porque… “Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.” (Mt 5,4). Sí, esta tierra está destinada a los mansos, como prometió Jesucristo en sus Bienaventuranzas.
Yo soy el que pronunció estas palabras y todo lo que digo es verdad. La Tierra Prometida no era un engaño y Dios repitió esta promesa a menudo a los patriarcas después de Abrahán, hasta que el pueblo que regresó de Egipto tomó posesión de ella. Después, la tierra fue difícil de conservar y el pueblo que había recibido la promesa la perdió definitivamente porque “no reconocisteis el tiempo en que fuisteis visitados” (Lc 19,44).
Así heredó el cristianismo el favor de Dios, y a ella está destinado el reino de la tierra en los tiempos venideros.
La tierra debe transformarse, los justos deben santificarse y los malvados desaparecerán [1]. La ordenación de la humanidad será una ordenación divina, por lo que será fruto de la penitencia, la humildad y la sumisión a la Voluntad divina. La tierra será bella y exuberante, las personas serán amables y responsables, y los animales que queden serán confiados y disponibles.

El cambio será grande y Dios será admirado por Su obra de renovación. Será alabado, servido y respetado, y Su obra creadora será llevada por Su gracia y destreza al estado deseado desde el principio de los tiempos. El paraíso terrenal recuperará su lugar y sus derechos, y los hombres buscarán la complacencia de Dios antes que la suya propia.
Así dicho, así decidido y vosotros, hijos Míos, que Me leéis, descansad en Mí, encomendaos a Mi Divina Providencia y Yo guiaré vuestros días según Mi plan para vosotros y los vuestros.
Que Dios sea bendito, alabado y reverenciado por los siglos de los siglos.”
- Apocalipsis, capítulo 20 de Juan. El reino de los 1000 años. Secuencia de los acontecimientos: (leer…)
Fuente: srbeghe.blog








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."