¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(Haz la señal de la cruz antes de leer y lee hasta el final…) – 6 de abril de 2021
(DeepL Translator) “Yo soy el Altísimo, amo a Mis hijos con un Amor que nunca falla. Este Amor es eterno, es cálido, reconfortante, plenamente preparado para restaurar todas las cosas a la Verdad inmutable. Si confiamos en Él, Él es la Verdad, el Camino y la Vida; en Él está toda la verdad, toda la rectitud, la eternidad inmutable y divina.
La eternidad es Dios, sin Él no habría nada. Ni vida, ni criatura, ni mundo, ni cielos. No habría universo, ni espacio en el que el universo evoluciona. Nada, como una luz ausente, ondas inexistentes, mundos aún por crear. Esta ausencia de todo es imposible de imaginar porque la nada es menos que el vacío, es menos que la ausencia de algo, es ‘nada’. Esta nada es una ilusión, porque Dios lo es todo, es el Creador y todos los atributos divinos son eternos.
Dios es Creador, Él crea; Él es divino, Él es eterno; Él es Bueno, Él comunica Su Bondad; Él es Amor, Él debe difundirlo; Él es Misericordioso con los hombres, Él los perdona mientras se lo pidan. Si los hombres Le aman, Él se lo devuelve en Su medida, es decir, más allá de lo que pueden esperar.
La Misericordia Divina es inconcebible para los hombres, que tienden a guardar rencor, a devolver mal por mal, a calumniar, a acusar. Peor aún, condenan sin saber, acusan sin pruebas, hablan con ligereza; son descuidados, no piensan las cosas y se dejan influir por los que hablan sin rodeos.

Los hombres a los que se confía el poder no suelen ser más prudentes. Ellos mismos obedecen a quienes les han puesto en el cargo, y la democracia es un sistema fácilmente manipulable. Basta con tener la sartén por el mango, y los hombres obedecen de tal manera que la expresión ‘comer de su mano’ se explica por sí sola.
- Nadie es libre, salvo el justo que vive de la fe (Heb 10:38).
- Así es, hijos Míos, que, en este tiempo de privación de vuestra libertad, permanecéis libres si guardáis la fe.
- La fe os hará libres; sólo temeréis desagradar a Dios; sólo Dios es vuestro Maestro y Él os conducirá a verdes praderas.
Llegará un tiempo en que los gobernantes ya no controlarán a sus súbditos porque habrán perdido su confianza. Será entonces un tiempo de mayores restricciones, porque los débiles sufren cuando no se les escucha.
- Así que tomarán medidas enérgicas, pero Mi justo vivirá por la fe. La fe es sumisión a Dios, respetar Sus leyes y Sus Mandamientos.
- Amaos los unos a los otros, servíos los unos a los otros, porque los tiempos se volverán difíciles y será necesario ayudarse los unos a los otros. Amaos como hermanos en la fe.
Tened cuidado, sed prudentes con los que no son vuestros hermanos en la fe: no serán necesariamente caritativos, pensarán más en lo que creen que son sus intereses, seréis su amigo un día pero ya no al siguiente.
Mantened la fe, la serenidad, la buena voluntad y la caridad.
No prestáis con la intención de que os lo devuelvan, prestáis, sí, pero si el préstamo no os lo devuelven, eso también será bueno.
Que vuestra bondad sea real, como lo fue la del Señor Jesucristo, como lo fue la de San José, como lo fue la de la Santísima Madre de Dios.
Os amo, Mis queridísimos hijos, sois Míos y os quiero en Mi Morada divina al final de vuestros días. Vuestra vida en la tierra es una preparación para esa vida eterna y cuando lleguéis allí, os alegraréis de las pruebas que soportéis con alegría, de las dificultades que atraveséis con una sonrisa, de la muerte que acojáis con felicidad.

Sí, Mis muy queridos hijos, algunos de vosotros entraréis en la Eternidad antes que otros. Del mismo modo, algunos de vosotros entraréis en el Reino de la nueva tierra (1) mientras que otros ya habrán partido hacia la dichosa Eternidad. Si sois de los primeros en partir hacia la Morada divina, seréis felices, muy felices, y no temáis esta partida: es el propósito de vuestro tiempo en la tierra.
Si pasáis por el tiempo de las pruebas terrenas y entráis, por elección divina, en el nuevo reino del Señor Jesús en la tierra, el Reino de los Mil Años (2) y la restauración de la religión de Jesucristo en la tierra, que esta elección de Dios para vosotros sea una bendición y una oportunidad para dar gracias mil veces al Señor por esta bendición.
Pase lo que pase, en el Cielo estaréis con Dios, en la tierra estaréis entre Sus fieles; y cuando llegue el momento de dejar esta tierra, si habéis sido fieles, os reuniréis con vuestro Padre Celestial y vuestros seres queridos en una felicidad sin igual.
Sed fiel, rezad para ser fiel, mirad a Cristo Jesús en Su Pasión: Él fue fiel. Él es vuestro modelo, Él os precedió y os muestra el camino: humildad, mansedumbre, modestia, fortaleza y resistencia.
No se rindió, sino que permaneció manso y bondadoso.
Poncio Pilato no encontró en Él nada que acusar o condenar; el Señor fue amable con él, le dijo palabras que hubiera podido entender. Entendió algunas, pero otras se le ocultaron porque debería haber escuchado mejor de lo que lo hizo. No condenó a Jesucristo, pero lo entregó en manos de los judíos.

Así que el Señor no fue condenado, fue entregado y lo dijo Él mismo en la Última Cena:
‘Tomad y comed, esto es Mi Cuerpo que será entregado por vosotros’ (Lc 22,19).
Fue Él, el Señor, quien entregó Su Cuerpo y Su Sangre por la vida del mundo. Fue entregado por las autoridades romanas y condenado por las autoridades judías, que no tenían poder para darle muerte. El Señor se ofreció como sacrificio, por Su Voluntad y por el libre albedrío de la maldad de Sus enemigos, para salvar a las almas y permitirles entrar en la morada divina del Cielo.
Fue por bondad que el Señor quiso abrir el Cielo a Sus amigos, a Sus hermanos, a Sus fieles, a Sus elegidos. Nunca ha dejado de prepararnos para ello, y aquí viene de nuevo a advertirnos y a traernos Su ayuda para los tiempos venideros.
Sed buenos, hijos Míos, sed fieles, sed mansos, pero nunca os rindáis. Tened fe, ella os salvará.
Que se haga Mi Voluntad y que Mi Gracia permanezca con vosotros. Yo os bendigo y os amo. Estad en paz.”
- Como con el Diluvio para comenzar de nuevo. Seréis como náufragos que desembarcan en una tierra nueva: (leer…)
- Apocalipsis, capítulo 20 de Juan. El reino de los 1000 años. Secuencia de los acontecimientos: (leer…)
- Exhortación del Señor a los Suyos (2) Continuad vuestras penitencias: (leer…)
Fuente: srbeghe.blog








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."