¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(Haces la señal de la cruz ante de leer y lees todo sin prisa…) – 8 de noviembre del 2020

(DeepL Translator) “Cuando estaba en la tierra, muy a menudo Me quedaba con gente que Me acogía porque viajaba por la Tierra de Israel y no tenía otra alternativa que recibir hospitalidad.
Cuando Me quedaba con alguien, recibía lo que podían darme. A veces no mucho, a veces demasiado, pero en lo que a Mí y a Mis discípulos se refiere, siempre estábamos contentos. Se esmeraban en recibirnos lo mejor posible y, cuando todos dormían, salía a menudo a rezar. Volvía antes de que se despertara el primero de ellos y, de este modo, permanecía discreto, pero siempre deseoso de estos encuentros íntimos con Mi Padre del Cielo.
¿Qué es la oración?
Rezar es adorar, agradecer, pedir, acusarse. En lo que a mí respecta, no Me acusaba porque seguía en toda la Voluntad de Mi Padre y nunca Me desviaba de ella.
- La oración es necesaria para que el alma se eleve a Dios y haga Su Voluntad.
- Cuando recéis, hacedlo con sencillez y devoción.
Es Dios quien da todo, de quien recibes todo, quien administra vuestra vida y vuestros bienes.
Cuando un hombre es rico o pobre, Dios lo permite. Un rico cree en su estrella, pero muy a menudo olvida que obtuvo su riqueza de Dios.
Los pobres hacen sacrificios y, si se los ofrecieran a Dios, serían santos. Por desgracia, muchos pobres achacan su pobreza a una supuesta injusticia, pero no es así. Su situación los amarga o los santifica y Yo soy su Providencia para que no se hundan en la penuria total cuando Me rezan.
A través de la oración, hijos Míos, superarán sus dificultades y preocupaciones con Mi Gracia.
- Oren, pero oren verdaderamente; la mayor parte del tiempo, ustedes están ansiosos, pero no piensan en orar, en pedirme ayuda; y si Yo se las doy, sucede a menudo que su naturaleza y sus faltas la ignoran.
Sí, esto sucede a menudo. No recibís la ayuda que os doy porque no corresponde a lo que esperáis, y sin embargo la humildad en la angustia es ya santidad.
Vosotros tenéis vuestra manera de hacer las cosas, y no os imagináis que otro las haría de otra manera, que Dios os tiende la mano, pero os la perdéis por vuestro carácter y, nos atrevemos a decir, por vuestro orgullo. Sí, el orgullo quita equilibrio al juicio y suele ser el principal obstáculo para resolver dificultades y disputas.
A través de la oración sincera, como la del publicano que se siente culpable sin atreverse a subir más allá de la parte trasera del templo, el orgullo puede ser atenuado, eliminado.
Sí, siempre tengo soluciones armoniosas para cada situación difícil, pero a menudo no Me las pedís ni las veis.
- Humildad no es sumisión.
- Humildad no es menosprecio.
- La humildad es dulzura, firmeza, pero también capacidad de comprender.
Practicad, hijos Míos, ser gentiles y tratar de comprender lo que siente vuestro prójimo. Si les comprendéis mejor, evitaréis molestarles y procuraréis llevaros bien.
Cuando recéis, decid:
“Padre nuestro, que estás en los Cielos
santificado sea Tu Nombre,
venga a nosotros tu Reino,
hágase Tu Voluntad,
así en la tierra como en el Cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día
y perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
y no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.”
Y, al final de esta hermosa oración, decid: ‘gracias’.
Que este gracias sea verdadero, personal y agradecido dirigido a Mí por todo lo que has recibido de Mí, las cosas conocidas y las muchas desconocidas.
Santificado sea Mi Nombre y venga Mi Reino; que así sea.”
Fuente: srbeghe.blog








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."