¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(Haces la señal de la cruz y lees todo sin prisa…) – 26 de mayo de 2020

(DeepL Translator) “Yo soy la Luz que ilumina el mundo, sin Mí el mundo seguiría siendo lo que era antes de Mi venida: oscurecido y sin ninguna posibilidad de entrar en él para aquellos que son Mis hermanos, o que se han convertido en ellos.
Este acceso al Cielo les estaba cerrado y absolutamente ninguno de ellos podía siquiera esperarlo. Algunos habían sido buenos y otros incluso muy buenos, como los profetas, Isaías, por ejemplo, pero el Cielo les era inaccesible porque el pecado que llevaban en su naturaleza de hijos de Adán les cerraba este Cielo, esta cercanía filial a Dios Padre que la generación en pecado había perdido.
Jesucristo, con Su Sacrificio, reconectó a la criatura con su Padre, y desde entonces puede volver a llamarle ‘Padre’.
Este sacrificio fue un don tan puro que ningún hombre de la descendencia de Adán podría haberlo ofrecido. Exigía una expiación digna de Dios.
¿Cómo podría un inferior ofrecer a Dios Padre, que es infinito, una expiación que no fuera finita, como lo era él mismo?
(El don de la Redención…)
El don que el Hijo de Dios, Dios mismo, estuvo dispuesto a hacer por Sus hermanos de la tierra fue un sacrificio igual a Su propia divinidad, y lo hizo por Amor.
Este don de Su Persona divina, a modo de redención por los hombres pecadores, era desproporcionado en relación con los hombres, pero la falta hecha a Dios era tan grande -considerando que la Primera Persona de la Santísima Trinidad misma había sido herida y rechazada- que la reparación tenía que ser perfecta e infinita como lo era Dios mismo.
Así fue como Jesucristo, que desde toda la eternidad había resuelto venir entre sus hermanos adoptivos de la tierra, no lo hizo para la felicidad, sino para la prueba.
Tomó sobre Sí todos los pecados de los hombres y reparó por ellos sus faltas. Reparó, enseñó a los hombres que Su Padre, que es también su Padre, en el Cielo los amaba y quería que estuvieran en Su eterna compañía.
(El Dios con nosotros…)
Renovó a la humanidad dejando en herencia los Sacramentos de la Santa Iglesia Católica, que son siete:
- Bautismo, Confirmación, Penitencia, Matrimonio, Orden, Extremaunción y, por supuesto, el más grande de todos, la Sagrada Eucaristía, Su presencia ‘en carne y hueso’, es decir, en realidad total y absolutamente visible con los hombres.
Su Presencia Real con los hombres fue confiada a los Apóstoles y a todos aquellos que ellos consagraron al servicio del Maestro después de Su partida de la tierra,
(La era cristiana…)
La Ascensión. Pentecostés, que siguió diez días a esta gran partida, fue precedido por un tiempo de ayuno y oración de los Apóstoles y discípulos, en compañía de la Santísima Virgen y de algunas santas mujeres. Comenzaba una nueva era para la humanidad: la era cristiana. Millones de personas se unieron a esta nueva religión, el catolicismo, fundada en el conocimiento de Jesucristo y Sus enseñanzas. Continúa hasta nuestros días, en el siglo XXI.
Llamada de Jesucristo
- Os espero en la iglesia, hijos míos, siguiendo los pasos de todos aquellos católicos a lo largo de los siglos, para alimentaros con estos Sacramentos. Si esto os parece ridículo o poco interesante, creed que en la Cruz no fui ni ridículo ni poco interesante.
- Gracias a este Sacrificio, he atraído hacia Mí a un número incalculable de fieles y os espero entre ellos. os espero de la misma manera que he esperado a cada uno de Mis fieles. No nacieron cristianos, se hicieron cristianos por educación o por conversión, o por ambas cosas. Sus corazones se formaron en el seno materno y todos los que han venido a Mí tienen la misma fe, la misma dignidad de hijos de Dios y la misma preocupación por ser buenos hijos de su Padre Celestial.
- Os espero en la iglesia y no os defraudaré. Os espero de verdad, personalmente, y haré de vosotros católicos convencidos y orgullosos de vuestra condición de hijos de Dios. Sed Míos como Yo soy vuestro, en vuestro corazón, en vuestra alma y en vuestro hogar. Venid y no tardéis.”
Fuente: srbeghe.blog








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."