¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(Haces la señal de la cruz ante de leer y lees todo sin prisa…) – 11 de enero de 2022

(DeepL Translator) “Hijos Míos, […] quiero retomar la carta de san Pablo a los Romanos 11,33-36:
“¡Oh abismo de las riquezas, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Qué inescrutables son Sus decretos y qué incomprensibles Sus caminos! ¿Quién ha conocido jamás la mente del Señor? ¿Quién le ha aconsejado? ¿O quién le ha advertido de Sus dones sólo para ser pagado a cambio? Porque todo procede de Él, por Él y para Él. A él sea la gloria por los siglos. Amén”.
Cuando San Pablo dice que ‘sus designios son inescrutables, sus caminos incomprensibles’, ¿quiere decir que yo soy inaccesible? No, Yo estoy junto a vosotros, junto a cada uno de vosotros, y sin embargo no Me comprendéis.
(¿Por qué…? No es justo…)
Sois muchos los que pensáis:
- ¿Por qué no me defiende?
- ¿Por qué no viene en mi ayuda cuando le rezo sinceramente?
- ¿Por qué permite el mal y el bombardeo de inocentes?
No es justo, ¡es cruel por su parte! Toda esa gente inocente que resulta gravemente herida, incluso muerta, todos esos abortos que son una forma muy cruel de matarlos, ¡y Dios lo permite!
(Todas estas injusticias…)
- ‘Yo soy (dice otro), maltratado, insultado, arrastrado injustamente ante los tribunales; estas personas condenadas a muerte que no son culpables, todos estos males, todas estas crueldades, todas estas injusticias. ¿Cómo puede Dios no intervenir, cómo puede permitir que todo esto suceda sin reaccionar, abandonando a estas pobres personas a su desesperación?’
Hijos Míos, yo sé todo esto, pero vosotros no comprendéis a Dios ni la creación en la que os encontráis. No veis la inmensa diferencia que hay entre el cuerpo y el alma, este cuerpo tan limitado y vuestra alma destinada a ser igual a Dios en el Cielo, como los hijos son iguales a su padre, aunque siempre respetuosos y sumisos.
El Cielo está al final de vuestro camino, pero la mayor parte del tiempo sólo veis el camino de la tierra, en el que estáis y que no os lleva lejos.
Vuestro cuerpo está sujeto al polvo: ‘Hombre, recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás’, dice el sacerdote el primer día de Cuaresma al depositar la ceniza en la frente del cristiano.
(Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales…)
Desde los cambios introducidos por el Concilio Vaticano II, la fórmula reza: ‘Conviértete y cree en el Evangelio’. No es lo mismo. Por una parte, el cristiano está llamado a tomar conciencia de sus limitaciones y de su naturaleza corporal mortal; por otra, es una invitación a convertirse y a creer en el Evangelio, lo que ya ocurre con los que reciben la ceniza; creen que están en el buen camino y ya creen en el Evangelio.
Esta fórmula es hueca y no aporta nada, mientras que recordar al hombre su fin último, la muerte de su cuerpo, su bajeza comparada con la vida eterna a la que está prometida su alma, es una muestra de humildad y sumisión a la Voluntad divina.
Y eso es lo que Dios quiere: sumisión a su Voluntad divina, pase lo que pase, sufras la injusticia que sufras, padezcas el sufrimiento que padezcas. El cuerpo no es nada, el alma lo es todo, y el espíritu la guía a condición de que la siga.
El cuerpo morirá y cualquier muerte que soporte, Yo la permito porque conozco el alma de este cuerpo y todo es para su santificación. La voluntad del alma debe ser reforzada, pero como el alma es libre, dice sí o dice no, y muy a menudo lo soporta todo sin aceptar realmente las penas de su cuerpo.
Lo veo todo, lo sé todo, sé lo que puedo permitir y hasta dónde puedo permitirlo. La criatura, en cambio, no sabe adónde quiero llevarla y, cuando es difícil, con demasiada frecuencia se rebela. Pero Dios es infinitamente bueno e infinitamente justo, conoce el pasado, el presente y el futuro, ve el camino que sigue el alma a lo largo de todo su recorrido, hasta su entrada en el Cielo o, desgraciadamente, su descenso al Abismo.
(Quien quiera salvar su vida…)
Hijos Míos, deseo abrir este nuevo capítulo porque el mundo entra ahora en una época difícil que Dios comprende, permite e incluso desea porque conoce el resultado.
- Muchos dirán: ‘cómo puede Dios permitir esto o aquello’, pero una vez más, lo sé todo, lo veo todo, permito lo que quiero y lo que no permito no será.
Los hombres tienen su libertad, harán su papel, su libertad no será coartada porque Dios no viola sus propias leyes, sino que dirige el mundo y, a pesar del Mal, el mundo irá donde Él quiere que vaya.
Hijos Míos, pensad en vuestra alma antes de pensar en vuestro cuerpo; una es inmortal, la otra mortal. Cuando vivía en la tierra, dije:
‘Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por Mi causa, la encontrará’ (Mt 16,25).
- Estáis a punto de entrar en un tiempo en el que esta frase debe ser grabada en vuestra frente mientras que otros grabarán en sus frentes la marca de la Bestia (Ap 13:16).
- Esa marca no tardará en llegar, y Yo, vuestro Dios, quiero que seas Mío, para Mí y siempre conmigo. Pensadlo: quien quiera salvar su vida la perderá, pero quien pierda su vida por Mí, ¡la encontrará!
Os bendigo hijos Míos, estoy con vosotros hasta la eternidad sin fin.”
Fuente: srbeghe.blog








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."