¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(Haces la señal de la cruz ante de leer y lees todo sin prisa…) – Viernes 30 de octubre de 2020

(¿Qué misa?)
(DeepL Translator) “La religión católica, la más bella religión porque es la única verdadera y Una, está siendo asesinada, pero no perecerá.
Hijos Míos, sed conscientes de esta realidad, estad prevenidos y no os dejéis engañar. Estáis siendo engañados por la nueva Misa, la instituida hace cincuenta años, que ha hecho perder a Mis fieles la verdadera fe. Mis fieles creyeron que tenían que obedecer a la Jerarquía que les impuso una Misa llamada nueva, pero en realidad era mala e ineficaz.
La Santa Misa católica es la que se celebraba desde la Última Cena de Jesucristo hasta aquella fatídica fecha de 1969, cuando un Papa, sin razón alguna, la abandonó, la revocó, la prohibió. Introdujo una nueva forma de liturgia que nunca antes había existido, se la inventó y tomó algunos elementos de la misa católica, que fue prohibida.
Cuando un Papa decide algo nuevo, que no tiene su fuente en la continuidad de la enseñanza de Jesucristo, no es lícito obedecerle. La obediencia se debe a lo que Jesucristo dejó a sus apóstoles y, después de ellos, a toda la jerarquía de la santa Iglesia católica, que promueve, explica y enseña esta enseñanza, pero ninguna otra.
La Santa Misa católica de todos los tiempos fue decretada santa por el Papa San Pío V y, desde entonces, nadie ha tenido derecho a cambiarla, suprimirla o prohibirla. Estas son sus propias palabras, tomadas de la Bula “Quo Primum Tempore”, promulgada el 14 de julio de 1570, que dice:
“Por nuestra presente constitución, que es válida a perpetuidad, hemos decidido y ordenamos, bajo pena de nuestra maldición, que nunca se añada, quite o modifique nada al Misal que acabamos de publicar […].
De la misma manera, por las disposiciones de estas presentes y en nombre de Nuestra Autoridad Apostólica, concedemos y otorgamos que este mismo Misal pueda ser seguido en su totalidad en la Misa cantada o leída, en cualquier iglesia que sea, sin ningún escrúpulo de conciencia y sin incurrir en ningún castigo, condena o censura, y que pueda ser usado válidamente libre y lícitamente, y esto a perpetuidad […] Ningún sacerdote ni religioso puede ser obligado a celebrar la Misa de otro modo que como lo hemos fijado, y que nunca y en ningún tiempo nadie puede obligar ni forzar a dejar este Misal ni derogar la presente instrucción ni modificarla, sino que permanecerá siempre vigente y válido, en toda su fuerza […]”.
Esta Bula fue declarada nula, de hecho, por el Papa Pablo VI, ya que promulgó otra liturgia y dijo que sustituía a la Santa Misa de todos los tiempos. No rellenó los formularios legales para derogar la Santa Misa, simplemente declaró que quedaba derogada y que estaba prohibida.
Por esta razón, el 7 de julio de 2007, el Papa Benedicto XVI publicó el Motu Proprio Summorum Pontificum, que abolía la prohibición de la Santa Misa y la liberaba.
La nueva Misa ha seguido formando parte de los hábitos del clero, y muchos de ellos siguen considerándola la única Misa que tiene derecho a celebrarse. Sin embargo, la Santa Misa (1) es la única Misa católica; es el Santo Sacrificio de Jesucristo renovado en el tiempo y hasta el fin de los siglos.
La Misa moderna, una vez aceptada por la Santa Iglesia, es aceptada por Dios, pero no ofrece las mismas garantías de perfección que la Santa Misa. A menudo es apresurada, dicha por sacerdotes que, desgraciadamente, ya no creen en lo que hacen y, en consecuencia, da poco o ningún fruto a los fieles que asisten a ella.
Los sacerdotes que creen en la Transubstanciación ofrecen el Santo Sacrificio; los que ya no creen en ella no son sacerdotes “actuantes”.
Por eso la Misa moderna es inferior a la Misa católica tradicional, porque esta última contiene la Redención.”
- La Santa Misa católica de todos los tiempos: La Misa de San Pío V
Fuente: srbeghe.blog








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."