¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(Haces la señal de la cruz ante de leer y lees todo sin prisa…) – 2 de junio de 2021

(DeepL Translator) “Sí, Yo soy la Vida, “el camino, la verdad y la vida” y nadie va al Padre sin pasar por Mí. Las religiones distintas del cristianismo, que pretenden honrar a un solo Dios, no le honran porque no se puede honrar al Padre sin honrar ni al Hijo ni al Espíritu Santo, ya que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son un solo y mismo Dios.
Para dirigirnos al Padre, debemos dirigirnos al Hijo en comunión con el Espíritu Santo, y es en la Santísima Trinidad donde adoramos perfectamente a Dios. Yo vine a la tierra como hombre, pero también como Dios, y quien no me reconoce como Dios no reconoce Mi realidad Trinitaria.
Conocer a Dios o conocer a una persona requiere el contacto con Él. Yo, Jesucristo, Me he dado a conocer y quien Me conoce reza a Mí o al Padre o al Espíritu Santo, rezando así a Dios Uno y Todopoderoso. Los que no quieren conocerme como Dios no pueden orar al Padre o al Espíritu Santo, y los que dicen que lo hacen no saben que están equivocados.
El Padre y el Hijo son Uno, y si rezamos al Uno, rezamos también al Otro, y al Espíritu Santo, reconociendo la propiedad de las Personas y la Unidad Divina.
- La religión que dice adorar a un Dios único en una entidad única, una entidad desconocida porque no habla ni se da a conocer sino a través de un libro lleno de errores, está ella misma en el error. No vale la pena detenerse en esta religión; es falsa, es vengativa, es destructiva y es jactanciosa. Sus seguidores se creen elegidos, y lo son, pero por su verdadero mistificador, el Príncipe de los Demonios.
- Se creen superiores a los demás hombres, a los que desdeñan, desprecian y menosprecian. Estos adjetivos se refieren también a su amo y señor, a quien sacrifican a los llamados infieles. La muerte de estos llamados infieles es una fuente de alegría para ellos y cuanto más matan, más creen que están complaciendo a su Dios. Así es que este pueblo poseído por el Príncipe de este mundo está a punto de levantarse y hacer la guerra para hacer reinar a su amo y demonio.
Cuando este pueblo se levante y toda [la nación con la Torre Eiffel] sea asediada desde dentro, que Mis hijos estén en paz. No deben temer nada, Yo estoy con ellos.
Que sean prudentes, que se protejan lo mejor que puedan en sus casas, pero que permanezcan con Mi presencia en ellos, en el templo de su cuerpo, morada del Espíritu Santo. Que estén en estado de gracia y de paz. Que frecuenten los Sacramentos y las iglesias, tomando las debidas precauciones. Yo estoy con ellos, no tengan miedo.
Lo que debe suceder es necesario porque [la nación con la Torre Eiffel] y los países de su entorno han pecado, y las naciones no pueden escapar a la sentencia del Castigo Divino.
El cardenal Mercier, de eminente memoria, advirtió contra los pecados de las naciones. Las naciones son del orden temporal y serán castigadas según el orden temporal. Los hombres serán castigados o recompensados en el orden espiritual, pero no las naciones.
Que Dios proteja a [la nación con la Torre Eiffel], que los Santos de [la nación con la Torre Eiffel] la protejan, que los Santos Patronos de cada país protejan a su país y que todos se conviertan y vuelvan a ser reinos de Dios y de la Santísima Virgen María. Este es el fin de los castigos que caerán sobre las naciones: que se conviertan y vuelvan a la práctica pública de la única religión verdadera, la santa religión católica, la que Jesucristo fundó en la Cruz y con la que estará hasta el fin del mundo. Amén, Amén.”
Fuente: srbeghe.blog








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."