¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(Importante, leer todo…) Anno Domini 2021, 2 de diciembre
El Juicio Final: Dios, con Su grande y hermosa voz oída por todos, les dirá…
(Deepl Translator) “Yo soy Dios, Uno y Trino, Padre Hijo y Espíritu Santo, Tres Personas en un solo Dios. No hay tres Dioses, sino Uno, y Yo soy ese Dios. Yo soy Uno, no hay tres Dioses sino Uno. Mis seguidores creen en un solo Dios, no son “asociadores”, es decir, creyentes en tres Dioses. Hay tres Personas en un solo Dios y es porque estas tres Personas se aman mutuamente que son una y la misma Voluntad, una y la misma Acción, una y la misma Palabra.
Cuando Dios creó el mundo, dijo y el mundo era, y el Espíritu Santo se cernía sobre las aguas: el Amor se cernía sobre las aguas. Dios hizo el mundo por amor, para llenar Su Cielo de hijos creados por Él, para Él y en Él. Este fue el gran designio del Amor Divino, y Él quiere que toda la creación lo conozca y lo reconozca.
Él ama, ¿y qué desea el que ama sino ser amado a su vez? Por amor creó a los hombres y a ellos pide amor a cambio. ¿Por qué negarse? ¿Por qué decir después? ¿Por qué decir yo primero? Eso no es amor, y Dios, que os ama, busca atraeros hacia sí de todas las maneras posibles. ¿Qué hace una persona cuando ama? Da. Por eso Dios os dio lo que tenía de más querido, de más bello, de más bueno, a Su Hijo, y ese Hijo se convirtió en vuestro Hermano. Lo dio a los hombres para que, conociéndolo, lo amaran y así pudieran amar a Dios. Pero la mayoría de los hombres dijeron NO y lo crucificaron: “¡No lo queremos, lo queremos de otra manera! Queremos, no queremos… querer, pero no amar”.
Dios se entregó a quienes, habiéndole conocido, le aceptaron como es y no de otra manera. Y a partir de ese momento, la humanidad se dividió entre los que le aceptaron como es, amorosa, fiel y pacíficamente, y los que le rechazaron porque no querían que fuera el Dios que es, sino su propia marioneta.
La humanidad fue dividida en dos, las ovejas y las cabras, y en el Juicio Final habrá dos bandos: las ovejas a la derecha y las cabras a la izquierda. Se trata de una imagen, por supuesto, pero significa que los buenos y los que quieren ser fieles estarán a la derecha y todos los demás, y por desgracia son muchos, los recalcitrantes, los obtusos, los orgullosos, estarán a la izquierda, destinados al infierno y al olvido de todos los Vivientes.
El Juicio Final será un gran momento: un momento increíble. El Juicio de toda la humanidad, desde Adán y Eva hasta los últimos hombres de la tierra. Este Juicio es conocido a través de Jesucristo mismo, que lo ha explicado a vosotros. Los buenos serán recompensados, los malos expuestos a la vista de todos y rechazados públicamente por Dios. ¿Cómo serán los condenados? ¿Seguirán siendo mentirosos, engreídos y orgullosos? No, serán como pequeños gusanos, sin nada que decir y nada que ofrecer. Estarán callados y abatidos. Se horrorizarán de su condición y su ira al ser desenmascarados inflamará sus ojos. Sus vicios serán revelados, pero no se arrepentirán de ellos.
Y Dios, con Su grande y hermosa voz oída por todos, les dirá:
“Marchaos, vosotros que Me habéis odiado odiando a vuestros hermanos, haciéndoles daño, no teniendo amor ni piedad por vuestros hermanos; sois hipócritas, mentirosos, ladrones, usurpadores, lujuriosos y destructores. Habéis tomado lo que no teníais derecho, habéis matado, habéis corrompido a vuestros semejantes, los habéis depuesto, os habéis burlado de ellos, los habéis encerrado, los habéis maltratado. Ya no os conozco y hoy es vuestro último día. El resto del tiempo que será vuestro ya no me concierne, ya no os conozco, ya no me acordaré de vosotros. Estaréis eternamente ausentes, eternamente rechazados, eternamente derrotados. Vuestro orgullo, vuestro egoísmo, vuestra avaricia y vuestra ansia de gloria personal ya no os servirán de nada, a partir de ahora estáis despojados, desposeídos, descartados, olvidados. Vuestro lugar está en otra parte, no hay lugar para vosotros. Estaréis en la noche eterna, en la oscuridad eterna de vuestras almas, todos os odiaréis, pero eso ya no nos concierne. Adiós, desapareced y no miréis atrás, ya no os conocemos.”
Y la multitud de estas almas odiosas fue barrida por un oleaje que parecía un formidable y silencioso vendaval. No quedó nadie.
Y Dios se volvió hacia sus hijos y abrió para ellos el Libro de la Vida. Cada uno fue examinado y todos estaban presentes. El tiempo de la tierra había pasado y nadie estaba cansado de él. Las faltas perdonadas fueron conocidas por todos y todos alabaron la Misericordia de Dios. Todos se alegraron de este juicio, que aclaró a los ojos de todos ciertos malentendidos, y todos fueron aclamados como héroes. Dios devolvió a cada uno a su justa medida, y el Cielo se abrió en el gozo y la felicidad inexpresable de la Presencia Divina.
Así llegará a su fin el tiempo de la tierra, como llega a su fin el tiempo de la infancia; entonces se abrirá para todos la verdadera Vida.
Yo soy el Señor Dios y quiero anunciaros a vosotros que estáis leyendo estas líneas: ¡no teméis! Amáis y os conduciré por el Camino Recto, amáis y no os abandonaré, amáis y estaréis Conmigo para siempre. Es el Amor el que creó el Cielo y la tierra, no os perdéis este Amor, Yo os lo doy y lo hago con inmensa ternura, insospechada.
Yo os bendigo, hijos Míos, sed Míos y no os disperséis”.
Fuente: srbeghe.blog








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."