¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(Importante, leer todo…) Anno Domini 2021, 17 de enero
Sus responsabilidades son inmensas y también lo será sus puniciones
(Deepl Translator) “Cuando la tierra se rebele por el abuso al que ha sido sometida, los hombres se rebelarán a su vez por la escasez a la que habrán sido sometidos. Su revuelta les convertirá en ladrones y ladronzuelos, y no aceptarán su nueva condición de privación.
Los hombres han disfrutado de tanta variedad en sus llamadas necesidades vitales que no aceptarán la privación. Se rebelarán y asaltarán los grandes comercios; las pequeñas tiendas de la ciudad también serán su objetivo. Estos pequeños comercios, que ya sufren pérdidas debido a los cierres que les impone el Estado, cerrarán definitivamente y sus propietarios se unirán a las filas de los insurgentes.
El Estado intentará proporcionarles algunas ayudas insuficientes, pero no tendrán ningún efecto curativo. El hombre tiene el deber de trabajar y, sin trabajo, no podrá cumplir ni su propia condición de trabajador ni sus deberes familiares. Perderá su autoestima y muchos no podrán soportarlo.
Cuando el Estado impide a sus ciudadanos mantenerse por sí mismos, no sólo es injusto sino criminal. La norma del confinamiento puede aceptarse durante un tiempo, pero si va más allá de la medida excepcional para convertirse en habitual, es perjudicial para quienes maltrata y se convierte en injusta y criminal.
Ya se ha alcanzado el límite de lo aceptable, y si el Estado no revierte esta medida para que los residentes puedan ganarse el pan de cada día y el de sus familias, se habrá convertido en hostil y criminal. El Estado tiene el deber de proteger a sus ciudadanos. Si la protección contra la enfermedad se convierte también en letal, su autoridad es vil y sus decretos inhumanos. Este estado de cosas es inaceptable y la gente dejará de aceptarlo a riesgo de contraer la enfermedad que hay que combatir. Esta enfermedad es menos grave que la peste de siglos pasados, pero en aquellos tiempos remotos no existía el confinamiento.
La gente, si estaba animada por sentimientos cristianos y caritativos, atendía a los enfermos y les daba consuelo y consuelo. En la enfermedad de hoy, sin embargo, el Estado actúa de forma opuesta a la caridad y el consuelo. Aísla a los enfermos, prohíbe a sus familias ayudarles o apoyarles, y estos pobres enfermos pueden morir sin afecto ni ayuda de la santa Iglesia Católica Romana.
Esta gestión de la enfermedad está dirigida por corazones secos, personas neuróticas y líderes sin alma. Estos hombres no son dignos de su cargo y cuando les llegue el turno de ser presentados ante el Tribunal de Dios, bajarán la cabeza más que los talones y sus excusas o justificaciones ni siquiera serán escuchadas. Ojalá se arrepientan y pidan perdón a Dios antes de ese terrible momento sin mentiras.
Sí, es una buena idea protegerse contra esta enfermedad porque está creada por el hombre, no es un fenómeno natural. Por lo tanto, es más dañina que un fenómeno natural porque precisamente no es natural. Cualquier ataque intencionado a la obra de Dios, como bombas o disparos, es más dañino que las llamadas molestias naturales, que tienen un efecto equilibrador, no un efecto destructivo unilateral.
Esta enfermedad creada por el hombre es desastrosa cuando afecta a personas que ya están enfermas, porque se socava el proceso de curación de la primera vulnerabilidad. Estas personas no pueden superar dos ataques cuando ya tenían dificultades. Así pues, no es la enfermedad la que mata, sino la combinación de debilidades la que desborda la fragilidad de la persona debilitada. Por tanto, es un error –y soy Yo, Jesucristo, quien lo dice– culpar a esta enfermedad de la muerte de los débiles, cuando esta enfermedad por sí sola no podría matar a la mayoría de las personas.
Lo sé todo sobre esta enfermedad, cómo surgió, cómo se propagó y lo dañina que es, y juzgaré a los hombres responsables de ella con la firmeza y la justicia que merece semejante homicidio. Quienes cargan con esta responsabilidad no sólo han perjudicado a todos los seres humanos que se han visto afectados por ella, sino también a la obra divina de la creación. Sus responsabilidades son inmensas y también lo será sus puniciones.
Que los hombres que caigan en esta trampa recen por sus verdugos, y que se den cuenta de su falta antes de que sea demasiado tarde.”
Fuente: srbeghe.blog








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."