¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(Importante, leer todo…) Anno Domini 2021, miércoles 21 de julio
La abominación de la desolación, de la que habló el profeta Daniel. Traditionis Custodes
(DeepL Translator) “Cuando la luz del cielo es hermosa, los hombres son más felices que bajo un cielo gris o tormentoso. La luz hace felices a las personas, suaviza su moral y las hace felices. Los habitantes de los países del sur de Europa son más felices que los de los países del norte porque el calor y la luz aportan una mayor despreocupación.
Yo soy la Luz del mundo y traigo Conmigo la felicidad total, la felicidad resplandeciente, la felicidad eterna. Yo soy la Luz del mundo y Mi enemigo se llama el Príncipe de las Tinieblas. Lo que es negro u oscuro no trae alegría, y la gran mayoría de la gente está en la oscuridad del ateísmo, la falta de fe o las creencias erróneas.
Volved a la luz de Jesucristo y volved a ser felices con la Esperanza que llevaréis en vuestros corazones. La fe y la esperanza son dos virtudes teologales propias de vuestra condición humana y cuando os hayáis reunido Conmigo en el Cielo, vuestra fe y vuestra esperanza estarán colmadas. Habrán alcanzado su meta: Dios Todopoderoso, Amantísimo y siempre Caritativo.
El Príncipe de las Tinieblas afea la tierra y todo lo que toca. Rompe, destruye, socava y desola. Es monstruoso y tú le sigues porque crees que no sabes que existe. Te aleja de Dios. Y como ya no crees en Dios, tampoco crees en él, y este estado es su victoria.
Se burla de ti, te atrae hacia sí y tú no sospechas de su poder ni de su realidad. Cuando te dejas llevar, cuando te enfadas, él se complace, cuando mientes o eres deshonesto, él se alegra perversamente de tus fechorías, y cuando te entregas al libertinaje, él se ríe porque ahí cree que te tiene. La concupiscencia es todo lo que halaga los sentidos corporales que necesitas para sostener tu vida y propagarla, pero los excesos a los que te entregas por medio de los sentidos hacen que su felicidad sea malsana. Sabe que tenéis debilidades y las atiza porque odia a Dios y a sus criaturas, y quiere perder todas las que pueda, si no todas. Los desórdenes de la naturaleza humana son fruto de la decadencia que siguió al pecado original, habiendo desaparecido con su primer pecado el estado de gracia sobrenatural que protegía a vuestros primeros padres.
El resto ya lo conocéis, y desde entonces todo ser humano tiene que luchar contra sus deficiencias, todo ser humano tiene que elevar su alma a Dios y mantener su cuerpo en la corrección de la sobriedad, la modestia y la dignidad de un hijo de Dios. Sólo así podrá reunirse con su Padre del Cielo al final de su vida terrena, pero el demonio, Príncipe de las Tinieblas, invisible pero muy presente, hace todo lo que está en su mano para desviarle de este camino luminoso, “su” camino, el único deseable, el único aceptable.
“Por tanto, cuando veáis la abominación de la desolación, de la que habló el profeta Daniel, erigida en el lugar santo (entienda el lector), entonces…” (Mt 24,15). La destrucción del templo en el año 70 d.C. fue el cumplimiento de esta profecía porque la autoridad judía no reconoció al Mesías en Jesucristo y lo hizo crucificar. Las profecías a veces tienen varios significados y cuando la historia se repite, el cumplimiento de estas profecías también se repite. Ahora la Misa Tridentina, que es la renovación del Santo Sacrificio de la Cruz, acaba de ser prohibida en la Basílica de San Pedro en Roma, sede del catolicismo, y así como el templo fue destruido porque Jerusalén no quiso reconocer a Aquel que le había sido enviado, así la Basílica de San Pedro y la ciudad eterna serán destruidas porque Mi Santo Sacrificio habrá sido celebrado en vano.
Hijos míos, a Dios no se le burla impunemente. Prometí a Mis apóstoles y discípulos que estaría con ellos hasta el fin del mundo, pero no se lo dije para que se permitieran entregar una doctrina y un culto que no fueran Míos. Se cometió una primera gran ofensa estableciendo un nuevo culto que se inspiraba en un culto herético ya practicado por las sectas protestantes, pero Mi Santo Sacrificio se mantuvo dijeran lo que dijeran. Hoy el Motu Proprio titulado “Traditionis Custodes” del 16 de julio, fiesta de Nuestra Señora del Carmen, es una prohibición, bajo la apariencia de permisos arbitrarios, de la centenaria Santa Misa Tridentina. Esta prohibición se siente en el mundo como un nuevo rechazo del Santo Sacrificio de la Cruz, es decir, de Jesucristo mismo, de su Redención y Protección. Esto es grave, muy grave, y el mundo entero, puesto que la religión católica es universal, resonará con el cumplimiento de la profecía del profeta Daniel.
Estad preparados, hijos míos, para presenciar pronto lo que se apoderará de vuestros corazones y de vuestras almas, pero conservad la confianza inalterable de Mi Santísima Madre que sufrió, ciertamente, habiendo recibido en sus brazos el cuerpo extinguido de su divino Hijo, pero cuya fe, esperanza y caridad nunca temblaron. No tembléis tampoco vosotros, orad y conservad vuestra confianza en este tiempo de prueba y catástrofe que pronto será vuestro tiempo presente.
Os doy la gracia de advertiros como advertí a Mis apóstoles de Mi Pasión y Muerte en la Cruz, y también de Mi Resurrección, pero ellos no lo comprendieron. Pero vosotros, que habéis recibido la gracia del Nuevo Testamento, el ejemplo de los santos y mártires, las apariciones marianas y los muchos instrumentos del Cielo que os alertan y os siguen alertando, tened fe, esperanza y caridad, esas tres grandes virtudes que tienen por objeto a Dios y de las que manan todas las demás virtudes, cualidades y buena voluntad.
Amad y orad, amad y orad, amad sin cesar y orad sin cesar. Que Dios os bendiga y os guarde. Amén, Amén, Amén”.
Fuente: srbeghe.blog








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."