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Adán y Eva, el pecado original, la caída, su consecuencia: detalles…

Este pecado [original] era gravísimo, pues degradaba la naturaleza misma del hombre y hería, incluso atrofiaba, el don de Dios... Este cambio de estado, tanto físico como intelectual, los sacudió profundamente, y comprendieron la inmensa diferencia que los había afectado, la inmensa decrepitud en que el pecado los había hecho caer, el inmenso insulto hecho a su Dios

(Haz la señal de la cruz antes de leer y lee hasta el final...) - 26 de julio de 2020

(DeepL Translator) “El Misterio de la Encarnación -la palabra misterio es real- se realizó cuando el tiempo de la venida de Jesucristo a la tierra estaba maduro para Su enseñanza y para Su Sacrificio salvador y reparador del pecado original.

Este pecado era gravísimo, pues degradaba la naturaleza misma del hombre y hería, incluso atrofiaba, el don de Dios.

El pecado original y su consecuencia

A Adán y Eva sólo les quedaba la vida corporal; su vida superior, la del alma, fue vaciada de sus cualidades superiores, de su autoridad sobre el cuerpo, de la fuente divina que fluía en ella y la reavivaba continuamente como un fuego inextinguible, el fuego del Espíritu Santo.

Cuando se cometió el pecado, después de haberlo pensado y realizado a sabiendas, es decir, con pleno conocimiento y consentimiento, según la fórmula católica del pecado grave y mortal para el alma, los dos primeros humanos se sintieron avergonzados y profundamente humillados. Pronto se dieron cuenta de que sus almas habían sido injertadas en una rama del mal, que este injerto era indeleble y alteraba profundamente su persona.

Sintieron físicamente que sus cuerpos, primaban sobre sus almas; el alma, que había estado en primer plano, frente al cuerpo, desaparecía en la sombra de su estado carnal. Esta sensación de pesadez física era nueva para ellos, y se dieron cuenta de que su cuerpo ejercía una nueva presión, mientras que antes sus almas decidían lo que sus cuerpos necesitaban para subsistir; ahora su cuerpo se había vuelto exigente: tenía hambre o sed y prefería ser saciado antes que esperar, se había vuelto imperioso mientras que antes era sumiso y siempre obediente. Su cuerpo, que le permitía ver, oír, saborear, oler y moverse, se había vuelto como único, y el alma casi había desaparecido, sofocada por esta vida carnal que mandaba y ocupaba todo el espacio aparente de la vida humana.

El pecado original y su consecuencia

Su intelecto, que respondía al alma en estado de gracia, sometida a la Voluntad de Dios y a todo lo que Dios quería para ella, había perdido ese fervor interior, ese amor a Dios que les había parecido tan natural y predominante, y ahora tenían que pensar por sí mismos, mientras que antes Dios les iluminaba y les comunicaba Su conocimiento y Sus consejos.


La naturaleza misma les parecía cambiada. Les parecía más apagada, como la luz del invierno comparada con la del verano. Les parecía como si se hubiera desvanecido, incluso marchitado. Y, en efecto, era como si hubiera llegado una estación diferente, cuyos efectos aún no habían experimentado. La tierra les había dado todo lo que necesitaban, y ahora también parecía haberse secado.

Les faltaba la gracia santificante de la que habían estado privados hasta el perdón de Dios, y por primera vez se sintieron desconcertados y turbados. Se veían tal como eran y sabían de la necesidad de cubrirse. La concupiscencia había entrado en sus almas, aunque habían estado libres de ella.

Este cambio de estado, tanto físico como intelectual, los sacudió profundamente, y comprendieron la inmensa diferencia que los había afectado, la inmensa decrepitud en que el pecado los había hecho caer, el inmenso insulto hecho a su Dios, Maestro, Señor y tierno Amigo, que tanto los había mimado.

El pecado original y su consecuencia

Dios volvió a mostrarse ante ellos, pero esta vez como Juez, misericordioso ciertamente, pero severo y justo también. Los perdonó después de que se hubieron confesado, pero el hombre y la mujer, habiendo trastocado ellos mismos el orden establecido por el don divino, permanecieron en este nuevo estado, pues es imposible borrar el tiempo, en todo o en parte. Se habían puesto en manos del tentador, su estado estaba disminuido en comparación con el don de Dios recibido en su creación, y durante toda su larga vida, 930 años para Adán (Gn 5,5), lloraron su falta y el considerable insulto hecho a Dios en Su obra.

Que Dios sea fervientemente alabado y amado por Su Justicia y Su Misericordia, por las que envió al Salvador, Cristo Jesús, para perdonar a los hombres, salvarlos, abrirles de nuevo el Cielo y hacerlos coherederos de Dios Padre, hermanos de Dios Hijo y adoradores perpetuos de Dios Espíritu Santo.”

Fuente: srbeghe.blog