¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(CEV) “Los Quadernos 1943”, p. 545
Jesus dice: “”(Zacarías 12-13-14.) «Mi Iglesia ha conocido ya periodos de oscurantismo debidos a un complejo de distintas cosas.
No se debe olvidar que si bien la Iglesia, tomada como ente, es obra perfecta como su Fundador, tomada como conjunto de hombres presenta los fallos propios de lo que viene de los hombres.
Cuando la Iglesia -y por tal aludo ahora a la reunión de sus altos dignatarios- actuó según los dictámenes de mi Ley y de mi Evangelio, la Iglesia conoció tiempos brillantes de esplendor.
Pero ¡ay cuando, anteponiendo los intereses de la Tierra a los del Cielo, se contaminó a Sí misma con pasiones humanas!
Tres veces ¡ay! cuando adoró a la Bestia de la que habla Juan, o sea la Potencia política, y se dejó dominar. Entonces, necesariamente, la luz se oscureció en crepúsculos más o menos profundos, o por defecto propio de los Jefes elevados a ese trono por artimañas humanas, o por debilidad de los mismos contra las presiones humanas.
Estos son los tiempos en los que están los “pastores inútiles” de los que ya he hablado’, consecuencia, en el fondo, de los errores de todos. Porque si los cristianos fueran como deben ser, tanto poderosos como humildes, no habría abusos ni intromisiones, y no sería provocado el castigo de Dios que retira su luz a quienes la han rechazado.
En los siglos pasados, han venido de estos errores los antipapas y los cismas, lo cuales, tanto los unos como los otros, han dividido las conciencias en dos campos opuestos provocando destrozos de almas incalculables.
En los siglos futuros, estos mismos errores sabrán provocar el Error, esto es, la Abominación en la casa de Dios, signo precursor del fin del mundo.
¿En qué consistirá? ¿Cuando sucederá?
No tenéis necesidad de saberlo. Sólo os digo que de un clero demasiado cultivador del racionalismo y demasiado al servicio del poder político sólo puede fatalmente venir un periodo muy oscuro para la Iglesia. Pero no temáis.
La profecía de Zacarías se solda, como un anillo con otro, con la de Juan.
Tras este periodo de doloroso esfuerzo en el que, perseguida por fuerzas infernales, la Iglesia, como la mística Mujer de la que habla Juan, tras haber huido para salvarse refugiándose en los mejores y perdiendo en la mística (digo mística) fuga los miembros indignos, alumbrará a los santos destinados a conducirla en la hora que precede a los últimos tiempos.
Los que deban reunir a las estirpes alrededor de la Cruz para preparar la asamblea de Cristo, tendrán mano de padre y de rey. Ni siquiera una estirpe faltará a la llamada, con sus mejores hijos.
Entonces vendré Yo, y pondré todo mi poder en defensa contra todas las insidias y las astucias, los atentados y los delitos de Satanás hacia mi terrena Jerusalén -la Iglesia militante-. Esparciré mi espíritu sobre todos los redimidos de la tierra.
Y también los que ahora sufren, espiando las culpas de los padres, y no saben encontrar salvación porque no osan dirigirse a Mí, encontrarán la paz porque, golpeándose el pecho, invocarán -de una manera muy distinta a la de sus padres- sobre ellos la Sangre ya derramada, y que gotea inagotable de los miembros que sus padres han traspasado. Yo estaré como una fuente en medio de mi rebaño ya rehecho, y lavaré en Mí todas las fealdades pasadas que el arrepentimiento ya habrá empezado a borrar.
Entonces, Rey de Justicia y Sabiduría, dispersaré los ídolos de las falsas doctrinas, purificaré la Tierra de los falsos profetas que a tantos errores os han arrastrado.
Me pondré Yo en lugar de todos los doctores, de todos los profetas, más o menos santos y más o menos malvados, porque el último adoctrinamiento debe ser limpio de imperfección, debiendo preparar para el Juicio final a quienes no tengan tiempo de purgación siendo convocados sin demora a la tremenda reseña.
Cristo Redentor, cuya meta es redimiros y que no deja de intentar nada para lograrlo, y ya está iniciando y acelerando su segundo adoctrinamiento para contrabatir con voz de verdad las herejías culturales, sociales y espirituales, surgidas por doquier, hablará con los signos de su Tormento. De mis Llagas, heridas que han matado al Hijo de Dios pero que curan a los hijos del hombre, saldrán ríos de luz y de gracia.
Estos rubíes vivos de mis llagas serán espada para los impenitentes, los obstinados, los vendidos a Satanás, y serán caricia para los “pequeños” que me aman como padre amoroso. Esta caricia de Cristo descenderá sobre su debilidad para fortificarles, y mi mano les acompañará hacia la prueba que sólo resiste quien me ama con amor verdadero.
Una tercera parte. Pero ésta será digna de poseer la Ciudad del Cielo, el Reino de Dios. Entonces vendré, no ya como Maestro sino como Rey, a tomar posesión de mi Iglesia militante, ya hecha Una y Universal como la hizo mi Voluntad. Habrá cesado para ella su afán secular.
Vencido para siempre el Enemigo. Limpiada la Tierra por los ríos de la Gracia descendida por última vez sobre ella para hacerla como era en el principio, cuando el Pecado no había corrompido este altar planetario destinado a cantar con los demás alabanzas a Dios, y por la culpa del hombre convertido en base del patíbulo de su Señor hecho Carne para salvar la Tierra.
Vencidos todos los seductores, todos los perseguidores que con ritmo apremiante han turbado a mi esposa, la Iglesia, Ella conocerá la tranquilidad y la gloria.
Subiremos juntos para una ultima ascensión, mis santos y Yo, a tomar posesión de la Ciudad sin contaminación, donde está preparado mi trono y donde todo será nuevo y sin dolor. Inmersos en mi Luz reinaréis conmigo por los siglos de los siglos.
Esto obtiene para vosotros Aquel que se ha encarnado por vosotros en el seno de María y ha nacido en Belén de Judá para morir en el Gólgota».
Maria Valtorta: Los cuadernos. 1943; 1944; 1945



Los Cuadernos recogen escritos sobre temas ascéticos, bíblicos, doctrinales, de crónica autobiográfica, además de descripciones de escenas evangélicas y de martirios de primeros cristianos. Contenido tomado de la obra de María Valtorta con el permiso del “Centro Editoriale Valtortiano Srl”. – Viale Piscicelli, 89/91 – 03036 Isola del Liri, (FR – Italia), que tiene todos los derechos sobre las obras de Maria Valtorta









“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."