¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(CEV) “Los Quadernos 1944”, p. 12
Jesus dice: “Inspirado por Dios, Daniel enuncia una verdad ya demasiado desatendida. Pueden conocer, del modo y con la amplitud que Dios desea, el misterio del futuro y el misterio aún mayor del más allá sólo aquellos seres a quienes Dios quiere darlos a conocer.
Y quiere hacerlo directamente, sin intermediarios, sin marcos, sin oropeles, sin ayudantes.
No hay restricciones para el Espíritu, ni obstáculos, ni límites, ni flaquezas, ni requerimientos.
Es potente, libre, inmediato. Arrastra consigo luz e inteligencia.
Si están arrebatados por el Espíritu de Dios, aun el ignorante y el tonto se convierten en eruditos conocedores no ya de la pobre ciencia humana sino de la sublime Ciencia de Dios.
He dicho: “Te agradezco, oh Padre, porque has ocultado estas cosas a los doctos y las has revelado a los humildes”‘.
Y al decir “Padre” decía también “Espíritu”, pues el Padre es Uno con el Espíritu y Yo con Ellos; y por eso quien bendice a Uno les bendice a los Tres, quien es amado por Uno está estrechado por los Tres, porque no hay tres Dioses, sino un solo Dios de naturaleza trina y única unidad.
Grande es el Padre, grande el Hijo y grande el Espíritu.
Es potente el Padre, potente el Hijo y potente el Espíritu. Es santo el Padre, santo el Hijo y santo el Espíritu. Y los Tres lo son en igual medida.
Viene el Padre en su unidad que nos engendra.
Viene el Hijo que, por su origen, nos salva.
Viene el Espíritu con su septiforme llama que santifica.
Vienen amándose y amando y así transforman al humilde, al mísero, en un ojo que penetra en el misterio de Dios, en una boca que pronuncia las palabras de Dios.
No son besados por Dios los que entre los hombres, sumergidos en el error, tienen fama de magos y adivinos.
No lo son quienes intentan simular en ellos la presencia de Dios con manifestaciones histriónicas para encantar a los crédulos, carentes de una auténtica fe.
No lo son quienes convierten en lucro su satanismo.
¡Malditos sean todos ellos! ¡Y que lo sean cada vez más! Son besados por Dios los que viven la vida casta, de mortificaciones, de amor del siervo de Dios; los que rehuyen las alabanzas y odian la popularidad; los que, perdidos en el torbellino de luz que es Dios, con el corazón pletórico de fe y el espíritu de caridad, se apoyan en Mí como místicas bocas y de Mí absorben la Verdad y el Conocimiento.
Como no son violentos ni prepotentes ni comercian con el misterio, acogen lo que les doy con simplicidad, con amor, con honradez. Como no son profanadores, no tendrían nunca la osadía de suscitar de modo alguno las circunstancias aptas para crear la atmósfera que Yo no necesito – pues, os lo repito, no me precisan climas ni atmósferas – pero que es menester a su satanismo para recibir las exhalaciones del Maligno.
Los que imitan a Dios y a sus santos o, peor aún, los que parodian a Dios y a sus santos – pues de ellos ofrecen una representación sacrílega – son hijos, súbditos, ministros de Satanás, son sus títeres. Sus labios no pronuncian una sola verdad, su corazón no alberga una sola luz.
La Mentira les arrastra – y arrastra también a los que creen en ellos – al fondo del abismo que han pretendido.
Y no puede ser de otra manera porque ni siquiera el Astuto puede conocer totalmente el pensamiento de Dios y porque él tampoco expresa la parte que conoce, ya que es la Serpiente que canta canciones engañadoras para destruir lo que sus celos consideran aún como una posible morada para el Señor.
¿Por qué creer en esas larvas, vaho de la satánica boca, que se os muestran para simular lo que sólo Dios puede enviaros para constituir vuestra guía espiritual?
¿No pensáis que, si es verdad que Dios puede acoger vuestro deseo de sentirle como Padre amoroso, aún más de lo que la mayor parte de los hombres desea, es también verdad que nadie – e insisto: nadie – ni siquiera un santo, puede imponérsele a Dios y decirle: “Ven. Te lo ordeno”? Yo vengo cuando y donde y como quiero, en el tiempo y el lugar que quiero.
Os hablo cuanto lo deseo. Y entre la sincera simplicidad, que es mi signo, y la sencilla humildad, que es el signo de mis siervos, por una parte y la engañosa coreografía y la ávida soberbia de los falsos poseedores de la verdad por la otra, hay una diferencia mayor que entre el sol y la noche sin estrellas y un abismo más vasto que entre una orilla y la otra de los océanos que, en ciertas zonas, tienen una magnitud que os es imposible concebir.
De esta parte está Dios y su Verdad. De aquélla, Satanás y su Error.
De esta parte está mi mano tendida para bendecir a las humildes flores que acogen mi luz bendiciéndome y juzgándose indignas de merecerla.
De aquélla, está mi mano tendida para maldecir, porque se trata de las venenosas flores de un pútrido estanque, ceñidas por serpientes que emanan su ponzoña eternamente mortal.” […]
Maria Valtorta:
Los cuadernos. 1943; 1944; 1945



Los Cuadernos recogen escritos sobre temas ascéticos, bíblicos, doctrinales, de crónica autobiográfica, además de descripciones de escenas evangélicas y de martirios de primeros cristianos.








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."