¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(CEV) “Los Quadernos 1944”, p. 20
Jesus dice: “¡Oh, hombre a quien quiero a pesar de tus errores, oveja descarriada por la que caminé y por la que vertí mi Sangre para enseñarte la senda de la Verdad!, lo que voy a dictar es para ti.
Es una enseñanza para ti. Es una luz para ti. No rechaces mi don.
No cometas el sacrilegio de pensar que hay otra palabra más justa que ésta.
Ésta es la mía. Es mi voz, que es siempre la misma a través de los siglos, que no cambia, que no se contradice, que no se renueva a lo largo de los siglos porque es perfecta y el progreso no la toca.
Vosotros podéis renovaros. Yo, no; Yo soy como el primer día en mi doctrina y así es mi naturaleza desde siempre y para siempre.
Yo soy la Palabra de Dios, la Sabiduría del Padre. En mi verdadero y único Evangelio está escrito: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.
No soy el Dios de los muertos; soy el Dios de los vivos”. Abraham vivió sólo una vez. Isaac vivió sólo una vez. Jacob vivió sólo una vez.
Tú vivirás una sola vez. Yo, que soy Dios, me encarné una sola vez y no volveré a hacerlo, porque también Dios respeta el orden.
Y el orden de la vida humana es éste: Que a la carne se funda el espíritu para hacer que el hombre se asemeje a Dios, que no es carne sino espíritu, que no es animal sino sobrenatural.
Que cuando para la carne llega la noche y se eclipsa, caiga como un despojo, como una simple envoltura, en la nada de donde proviene y que el espíritu vuelva a su vida: una vida bienaventurada, si vivió de verdad; una vida maldita, si pereció porque permitió que le dominara la carne en lugar de hacer que Dios dominara su espíritu.
Que desde ese más allá, del que inútilmente queréis conocer los límites sin contentaros de creer en su existencia, el espíritu aguarde temblando de miedo o palpitando de regocijo que la carne resurja y le recubra en el día postrero de la Tierra para precipitar con ella en el abismo o para penetrar con ella en el Cielo, donde también la materia será glorificada, porque con ella habéis triunfado al convertirla de enemiga natural en aliada sobrenatural.
Mas, llegado el momento de mi excelsa reseña, ¿cómo podríais revestiros con una carne para ser condenados o glorificados con ella, si cada espíritu hubiera poseído muchas carnes? ¿Cuál habría elegido entre ellas?, ¿la primera o la última?
Si, según vuestras teorías, la primera le permitió ascender a la segunda, era ya una carne merecedora del Cielo, aún más merecedora que las otras, pues la que más cuesta es la primera victoria.
Luego cobra impulso la escalada. Mas, si en el Cielo han de entrar sólo los perfectos, ¿cómo podrá entrar la primera?
Sería injusto excluir la primera carne, como lo sería creer que se excluirá la última de esas carnes que vosotros, con abominable teoría, creéis que puedan cubrir, en series ascendentes, vuestro espíritu, que se encarna y se desencarna para volverse a encarnar como si fuera una prenda que se quita de noche y se pone otra vez por la mañana.
¿Cómo podríais llamar a los beatos, si éstos ya estuvieran reencarnados?
Y a vuestros difuntos, ¿cómo podríais considerarles vuestros, si en ese momento ya son hijos de otros?
No. El espíritu vive. Una vez creado, ya no se destruye.
Vive en la Vida, si en la Tierra vivió la única vida que se os concede, como un hijo de Dios; vive en la Muerte si vivió su vida terrena como un hijo de Satanás. Lo que es de Dios, vuelve a Dios por la eternidad. Lo que es de Satanás, vuelve a Satanás por la eternidad.
No digas: “Eso está mal”. Yo, que soy la Verdad, te digo que es un bien supremo. Aunque vivierais mil vidas, mil veces os convertiríais en títeres de Satanás y no siempre seríais capaces de salir vivos, aunque heridos, de tales situaciones.
Dado que vivís sólo una vez y que sabéis que en esa vez se juega vuestro destino, si no sois malditos adoradores de la Bestia, obrad al menos con la mínima voluntad que me basta para salvaros. Quienes, en lugar de esa mínima parte, lo dan todo de sí y viven en mi Ley, son bienaventurados.
El Dios de los vivos les mira desde el Cielo con infinito amor y todo el bien del que aún gozáis en la Tierra lo debéis a estos santos que a veces despreciáis, pero a quienes los Santos llaman “hermanos”, a quienes los ángeles acarician y a quienes el Dios Uno y Trino bendice».
Maria Valtorta:
Los cuadernos. 1943; 1944; 1945



Los Cuadernos recogen escritos sobre temas ascéticos, bíblicos, doctrinales, de crónica autobiográfica, además de descripciones de escenas evangélicas y de martirios de primeros cristianos.








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."