¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(CEV) “Los Quadernos 1943”, p. 198
Jesus dice: “(Hechos de los Apóstoles 10, 15.) «El que Dios ha purificado es un espíritu que busca a Dios con intentos puros, aun cuando pueda presentar la apariencia de lo impuro.
No debéis juzgar: ya te lo he dicho y, a través de ti, se lo digo también a tantos que aún menos que tú están evangelizados en mi doctrina.
Sólo Dios es juez.
Cuando veo, desde lo alto de mi trono, un espíritu recto que persigue su anhelo y que, con todos los medios, busca a Dios y trata de servir y amar a este Dios con todas sus fuerzas, lo justifico y lo hago puro y placentero a mis ojos como a un hijo mío, y suplo la carencia de los hombres, dando la luz espiritual.
¡Oh, cristiano-católicos tibios, cuántas veces mi Palabra brilla y se convierte en luz en el corazón de alguien que no es un hermano en el catolicismo, pero que os supera en cuanto a amor hacia Cristo y, aunque no conozca a Cristo, en cuanto a amor hacia el Dios verdadero, que le es desconocido pero que siente vivir eternamente a través de su Creación!
En verdad os digo que el Espíritu de Dios no conoce límites y se vuelve Maestro de Verdad para muchos de los que reputáis desagradables a Dios. Como marea que cubre esta orilla y descubre la opuesta que, por estar tan cubierta de arena, no permite que las aguas la limpien e impregnen, el Espíritu Santo – cuya venida impiden demasiados, entre vosotros los católicos, por su modo de vivir – difunde su luz a otros, que más que vosotros merecen recibirle, y les purifica para Dios, pues Él es El que purifica, El que prepara y El que perfecciona la obra del Verbo.
Así como en la historia humana el Espíritu, por medio de la palabra de los Profetas, preparó a los hombres para mi venida y, después de mi retorno a Dios, perfeccionó en vosotros la capacidad de comprender mi Palabra, del mismo modo Él, la tercera Persona divina, me prepara el camino en los corazones que aún no han acogido mi Verdad y los riega para que mi Verdad, depositada en ellos como semilla transportada por el viento divino, se convierta allí en un árbol grande en el que moren todas las virtudes.
Antes que Yo, Él bautiza a los paganos de hoy (por paganos entiendo: todos los no católicos); ¡que vuestra buena voluntad haga que os bautice, por segunda vez, también a vosotros, que os estáis volviendo, o ya os habéis vuelto, paganos!
El bautiza con el fuego del amor verdadero.
Por lo que vuelvo a repetiros: No juzguéis profano lo que Dios ha purificado y guardad sentimientos de fraterna caridad para todos».
Maria Valtorta:
Los cuadernos. 1943; 1944; 1945



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Los Cuadernos recogen escritos sobre temas ascéticos, bíblicos, doctrinales, de crónica autobiográfica, además de descripciones de escenas evangélicas y de martirios de primeros cristianos.
Contenido tomado de la obra de María Valtorta con el permiso del “Centro Editoriale Valtortiano Srl”. – Viale Piscicelli, 89/91 – 03036 Isola del Liri, (FR – Italia), www.mariavaltorta.com, que tiene todos los derechos sobre las obras de Maria Valtorta









“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."