¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
Mayo 29 2019 – Llamado urgente de María Santificadora al pueblo de Dios
El pecado del aborto abre puertas espirituales para la entrada de demonios, en aquellos que lo practican
“Mis amados Hijitos, la Paz de mi Hijo esté con todos vosotros y mi Protección Maternal, os acompañe siempre.
Hijitos, Estoy muy triste por el aumento de los abortos en el mundo; el libertinaje sexual de los jóvenes, la promiscuidad en las parejas, el adulterio, la corriente satánica del Feminismo y todas las demás ideologías contrarias a la Fe y sanas costumbres sociales, morales y espirituales, existentes hoy en el mundo; es lo que está llevando a la juventud a apartarse de Dios y a hacer correr la sangre de mis inocentes criaturas.
Hijitos, el pecado del aborto hace llorar al Cielo y está llevando a la condenación a miles de jóvenes y parejas. El alma de las parejas que deciden abortar queda negra; lo mismo le pasa al alma del profesional de medicina o persona que lo practique. Todos son igual de responsables ante Dios por este execrable crimen. Si no reparan, piden perdón a Dios y se confiesan, corren el riesgo de perderse eternamente cuando lleguen a la eternidad.
La mujer que aborta hace de su vientre un sepulcro, ennegrece su alma, mancha su conciencia y aleja al Espíritu de Dios, por el tiempo que se demore en confesar, reparar y pedir perdón, por este crimen. Lo mismo le pasa al hombre, al profesional de la medicina o persona que lo practique; se hacen maldición ante los ojos de Dios; si los sorprendiera la muerte sin haber reparado, confesado y sin haberle pedido perdón a Dios, corren el riesgo de condenarse.
El pecado del aborto abre puertas espirituales para la entrada de demonios, en aquellos que lo practican. Los hijos que le nazcan mañana a una madre que ha abortado, se les debe de hacer oración de sanación y liberación en sus vientres para que queden libres del espíritu de aborto y ellos mañana no sigan derramando sangre inocente. ¡Parad madres desalmadas de seguir derramando sangre inocente, porque este pecado os puede llevar a la condenación eterna! ¿Quién sois vosotras para destruir el ciclo de la vida que Dios creó? Os recuerdo que hay vida desde el mismo momento en que el ovulo es fecundado, toda interrupción que se haga de ella ya es pecado mortal, es asesinato.
Dejad vuestra promiscuidad sexual hijitos, acordaos que el Sexo sólo lo permite el Cielo para la prolongación de la especie, dentro del Sacramento del Matrimonio con la bendición de Dios. Toda relación antes del matrimonio es fornicación y toda relación por fuera del matrimonio es adulterio; estos pecados, son fuertemente castigados por la Justicia Divina, sino no son confesados y reparados. El pecado del aborto si no es liberado, se convierte en maldición para las generaciones de las parejas que lo practicaron.
¡Recapacitad mis hijitos rebeldes y no sigáis derramando sangre inocente! ¡Madres abortistas, vuestra conciencia, será vuestro peor juez; mañana cuando lleguéis a la eternidad, vuestro dolor se acrecentará al ver las criaturas a las cuales les negasteis la vida! Veréis el plan que Dios tenía para ellas y que vosotras interrumpisteis; esa sangre inocente que derramasteis, clamará justicia mañana en la eternidad. ¡Madres abortistas, reparad y confesad por este execrable crimen, ahora que todavía tenéis Misericordia; para que vuestras almas no se vayan a perder al paso de la Justicia Divina!.
Quedad en la Paz de mi Señor.
Vuestra Madre, María Santificadora.
Dad a conocer mis mensajes y advocación a toda la humanidad.”
Fuente: mensajesdelbuenpastor








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."