¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
28 de enero de 1979 Fiesta de Sto. Tomás de Aquino
Apocalipsis – Primer signo: la confusión
«Hijos predilectos, refugiaos en mi Corazón Inmaculado. El Reino glorioso de Cristo será precedido por una gran tribulación, que servirá para purificar a la Iglesia y al mundo, y para conducirlos a su completa renovación. Jesús ha iniciado ya su misericordiosa obra de renovación con la Iglesia, su Esposa.
Varios signos os indican que ha llegado para la Iglesia el tiempo de la purificación: el primero de ellos es la confusión que reina en Ella. Este es, en verdad, el tiempo de la mayor confusión.
La confusión se ha difundido en el interior de la Iglesia, donde se ha subvertido todo en el campo dogmático, en el litúrgico y en el disciplinar. Hay verdades reveladas por mi Hijo, que la Iglesia ha definido para siempre con su divina e infalible autoridad. Estas verdades son inmutables, como inmutable es la Verdad misma de Dios. Muchas de ellas forman parte de verdaderos y propios misterios, porque no son, ni podrán ser jamás comprendidos por la inteligencia humana. El hombre las debe acoger con humildad, a través de un acto de fe pura y de firme confianza en Dios, que las ha revelado y las propone a los hombres de todos los tiempos, a través del Magisterio de la Iglesia.
Pero ahora se ha difundido la tendencia tan peligrosa de querer penetrarlo y comprenderlo todo —incluso el misterio—, llegándose así a aceptar de la Verdad tan sólo aquella parte que es comprendida por la inteligencia humana. Se quiere desvelar el misterio mismo de Dios.
Se rechaza aquella verdad que no se comprende racionalmente. Se tiende a replantear, en forma racionalista, toda la verdad revelada, con la ilusión de hacerla aceptabe a todos. De este modo se corrompe la verdad con el error. El error se difunde de la manera más peligrosa, es decir, como un modo nuevo y “actualizado” de comprender la Verdad; y se acaba subvirtiendo las mismas verdades que son el fundamento de la fe católica.
No se niegan abiertamente, pero se aceptan de una manera equívoca, llegándose en la doctrina al más grave compromiso con el error que jamás se haya logrado. Al fin, se sigue hablando y discutiendo, pero ya no se cree, y las tinieblas del error se difunden.
La confusión, que tiende a reinar en el interior de la Iglesia y a subvertir sus verdades, es el primer signo que os indica con certeza que ha llegado para ella el tiempo de su purificación.
La Iglesia, de hecho, es Cristo, que místicamente vive entre nosotros. Cristo es la Verdad. La Iglesia debe por esto resplandecer siempre con la Luz de Cristo, que es la Verdad. Pero ahora su Adversario ha logrado hacer que penetre en su interior tanta oscuridad con su obra subrepticia y engañosa.
Y hoy la Iglesia está oscurecida por el humo de Satanás.
Satanás ante todo ha oscurecido la inteligencia y el pensamiento de muchos hijos, seduciéndolos con el orgullo y la soberbia y por su medio ha oscurecido a la Iglesia.
A vosotros, hijos predilectos de la Madre Celeste, apóstoles de mi Corazón Inmaculado, se os llama hoy a esto: a combatir con la palabra y con el ejemplo para que cada vez más se acepte por todos la Verdad.
Así por medio de la Luz será derrotada la tiniebla de la confusión. Por esto debéis vivir al pie de la letra el Evangelio de mi Hijo Jesús. Debéis ser sólo Evangelio vivido. Después debéis anunciar a todos, con fuerza y con valentía, el Evangelio que vivís. Vuestra palabra tendrá la fuerza del Espíritu Santo, que os llenará, y la Luz de la Sabiduría que os otorga la Madre Celeste (…).»
A los Sacerdotes hijos predilectos de la Santísima Virgen

El 8 de mayo de 1972, Don Esteban Gobbi participa en una peregrinación a Fátima y, en la Capilla de las Apariciones, ruega por algunos Sacerdotes que además de traicionar personalmente su vocación, intentan reunirse en asociaciones rebeldes a la autoridad de la Iglesia. Una fuerza interior le empuja a tener confianza en el amor de María. La Virgen, sirviéndose de El como humilde y pobre instrumento, reunirá a todos los Sacerdotes que acepten su invitación a consagrarse a su Corazón Inmaculado, para unirse fuertemente al Papa y a la Iglesia a Él unida para llevar a los fieles al refugio seguro de su Corazón maternal. Se formaría así un potente ejército, difundido en todas partes del mundo y reclutado, no con medios humanos de propaganda, sino con la fuerza sobrenatural que brota del silencio, de la oración, del sufrimiento, de la fidelidad constante a los propios deberes. Don Esteban pidió interiormente a la Virgen una pequeña señal de confirmación que Ella, antes de terminarse el mismo mes, le dio puntualmente en Nazaret, en el Santuario de la Anunciación. El origen del Movimiento Sacerdotal Mariano se remonta a esta sencilla inspiración interior que sintió don Esteban mientras oraba en Fátima. Pero, ¿ Que debería hacerse entonces en concreto? En octubre del mismo año se intentó un tímido comienzo con un encuentro de oración y de amistad entre tres Sacerdotes en la parroquia de Gera Lario (Como) y se dio noticia de este Movimiento en algún periódico y en alguna revista católica. En marzo de 1973 los Sacerdotes inscritos eran unos cuarenta. En septiembre del mismo año, en San Vittorino cerca de Roma, se tuvo el primer encuentro nacional con la participación de veinticinco Sacerdotes de los ochenta que ya se habían inscrito. En 1974 se iniciaron los primeros cenáculos de oración y de fraternidad entre Sacerdotes y fieles; y poco a poco se extendieron en Europa y en las demás partes del mundo. Hasta finales de 1996, don Esteban Gobbi ha visitado repetidas veces, los cinco continentes para presidir los Cenáculos Regionales. Ha realizado unos 900 viajes en avión y un gran número en coche y tren y ha celebrado 2.400 Cenáculos, a saber 1090 en Europa, 917 en América, 105 en Africa, 146 en Asia y 142 en Oceanía. El Libro no está a la venta en librerías; se puede encontrar solicitándolo a los líderes regionales del Movimiento Sacerdotal Mariano: Movimento Sacerdotale Mariano, via Terruggia, 14 – 20162 Milano – Italia








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."