¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(L13.26-25) – Mensajes del Cielo a Valentina, Australia
§1. Pecadores impenitentes que reciben la Sagrada Comunión
§2. En la reunión de oración
§3. Visita de un sacerdote de mi infancia
§4. Muchas almas cayendo al infierno

(Lectura: 3 min.)
§1
1. Pecadores impenitentes que reciben la Sagrada Comunión
Valentina: “Hoy, durante la Santa Misa, en el ofertorio, Nuestro Señor me pidió que me arrodillara para consolarlo y que permaneciera de rodillas. La mayoría de las veces, Nuestro Señor se ofende profundamente durante la distribución de la Sagrada Comunión cuando la gente acude tan despreocupadamente a recibirle sin reverencia y sin arrepentimiento. Nuestro Señor quiere que me humille y me arrodille para honrarle y así consolarle por todas las ofensas cometidas durante la distribución de la Sagrada Comunión…
Jesús: «Temo cuando llegue el momento de distribuir Mi Cuerpo, porque la gente no se arrepiente. Nunca se arrepienten. Es culpa del sacerdote porque no dice la verdad; ocultan la verdad. Pero no por mucho tiempo, las cosas cambiarán».

§2
2. En la reunión de oración

La Santísima Madre: «Mis queridos hijos vengo a decirles lo felices que nos sentimos, Mi Hijo y Yo, cuando se reúnen para rezar y para compartir nuestros Mensajes que les damos a través de nuestra hija Valentina. Ella está más que feliz de compartirlos con ustedes y todos ustedes consuelan a Mi Hijo Jesús al mismo tiempo porque el mundo lo ofende tanto».

§3
3. Visita de un sacerdote de mi infancia
Valentina: “Esta mañana he recibido la visita sorpresa de un sacerdote de mi infancia, el padre (J. K.). Conocía muy bien a mi familia, incluidas mis hermanas (A.) y (B.). Nunca se me había aparecido antes…

Padre (J. K.): «Nuestro Señor me envió porque yo era de tu parroquia. Te bauticé; te di todos los Sacramentos, pero no el Matrimonio. Siempre fueron (A.), (V.) y (B.). Siempre eran ustedes tres. Yo conocía a todas de ustedes. He sido enviado por Nuestro Señor para darte valor y para decirte que tus mensajes son auténticos, pero tristemente, la gente los ignora. Es muy triste, pero se valiente. Sigue rezando. Todos rezamos por ti. Estoy muy orgulloso de que el Señor te haya elegido de nuestra parroquia de origen. Tiene una gran misión. Sé valiente, sigue adelante y no te rindas».
El Padre (J. K.) murió el 21 de julio de 1963 de un ataque al corazón. Recuerdo que tenía una profunda devoción por las Almas Santas del Purgatorio. Siempre deseaba ayudarlas. Nunca pasaba demasiado tiempo hablando con la gente de nuestra parroquia. En cambio, entraba en la Iglesia para rezar ante el Santísimo Sacramento. Era una persona muy santa.”
§4
4. Muchas almas cayendo al infierno
Valentina: “Esta mañana, el Ángel vino y me llevó hasta un grupo de personas que hacían cola ante una humilde y pequeña Iglesia. Les pregunté:
«¿A qué están esperando?»
Me contestaron:
«Estamos esperando a un sacerdote que nos confiese; hay un hermoso sacerdote oyendo la confesión».
Yo dije:
«Oh, yo también tengo que confesarme».
De repente, noté que estas personas iban y venían, luego se detenían y desaparecían. Al entrar en la Iglesia, me arrodillé en un banco y pensé: “Mientras esté aquí, me confesaré”.
De repente, la puerta del confesionario se abrió y pensé que era un sacerdote el que aparecía.

(Daniel 7, 9) “Yo estuve mirando hasta que fueron colocados unos tronos y un Anciano se sentó. Su vestidura era blanca como la nieve y los cabellos de su cabeza como la lana pura.”
Me cogió la mano con delicadeza y, con voz grave, me dijo:
“Yo soy tu Dios Padre. Quiero hablar contigo”.
Con un gesto de Su mano, dijo:
«Les he dicho que se vayan (refiriéndose a todas las demás personas). Tu no necesitas confesarte. Sólo quiero hablar contigo, lamentarme contigo. Estoy muy triste. ¿Has visto? Te envié a un buen sacerdote (el padre J. K.) que conociste en tu vida. Lo envié para darte valor y para levantar tu espíritu. Pero te digo que los mensajes que recibes del Cielo son auténticos, pero lamentablemente el mundo los ignora. Hay demasiada confusión, hay demasiada maldad. Pero tengo que decirte que el mundo está tan mal ahora, que mucha gente muere, y muchos de ellos van al Infierno, porque mueren sin arrepentirse”.

Cuando oí estas palabras, me sentí muy triste. Dije:
«¡Padre, esto es terrible!»
Dios Padre: «No quieren conocerme, rechazan las gracias y las bendiciones que proceden de Mí y, lamentablemente, el mundo sigue así. Todavía hay muchos desastres sobre ustedes, pero hay un despertar; ten esperanza y no permita que las cosas te desanimen. Continúa hablando con la gente y sigue adelante tanto como puedes. Tienes muchos enemigos que te desean el mal. Sé valiente porque todos estamos contigo, y en el Cielo todos rezan por ti.
No te preocupes. No te enfades. Ahora la gente es tibia y no está interesada. Mucha gente sigue durmiendo; sus corazones están completamente endurecidos. Pero se acercan los tiempos en que te necesitarán y te rogarán que les ayudes. Continúa rezando y proclamando Mi Santa Palabra que te hemos enseñado. En el Cielo, todos rezan por ti y te amamos. No te desesperes. Sigue adelante.
La comida es muy importante ahora en el mundo. Promueven mucho la comida a la gente, y la gente es glotona, egoísta y codiciosa. Sólo piensan en lo que van a comer y en lo bonita que es la comida que van a comer. No piensan en los pobres. Sólo piensan en cómo van a divertirse, viajando y haciendo otras cosas mundanas…»

“Cuando el estómago está lleno, no hace diferencia si los demás son ricos o pobres…”
Mientras Dios Padre me hablaba, observé que a su lado, a su derecha, había un teléfono anticuado. Dios Padre dijo:
«Sabes, tengo una llamada, tengo que irme. Estoy muy ocupado; no paran de llamarme de todas partes».
Dios Padre se lamentaba, al mismo tiempo que venía a darme valor.”
Fuente: Valentina Sydney seer








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."