¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****

El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró” (Matteo 13.44-46)

§1. ¿Quiere usted realmente el “PERDÓN DE ASÍS”?
§2. ¿Realmente quiere ganar la “Lotería del Cielo”?
§3. Cómo obtener la “PERDÓN DE ASÍS”
3.1. Confesión Sacramental:
3.2. Comunión Eucarística:
3.3. Oración según las intenciones del Papa:
3.4. Recitación del Credo y del Padre Nuestro.
3.5. Visita a una iglesia franciscana o parroquial
§4. Indulgencia Plenaria, condiciones generales
§5. ¿Qué es una Indulgencia?
5.1. Su significado:
5.2. La Culpa
5.3. La Pena
§6. Breve historia de las Indulgencias
§7. Breve historia de las Indulgencias de Asís
§1
(Lectura: 2-3 min.)
1. ¿Quiere usted realmente el “PERDÓN DE ASÍS”?
Querido amigo/amiga que no está “espiritualmente dormido” como la mayoría y que no quiere estar en la otra vida «cocido» en el horno del Purgatorio o para siempre en el otro … y que busca los tesoros de la vida eterna (como la salvación del alma y los méritos de una mayor felicidad en el Cielo), puede obtener esta Indulgencia Plenaria especial o “PERDÓN de ASÍS”, para usted o para un ser querido fallecido, durante el viernes 1 y todo el sábado 2 (hasta medianoche) de agosto de 2025 en la «Zona Horaria» en la que viva o se encuentre.
§2
2. ¿Realmente quiere ganar la “Lotería del Cielo”?
Querido amigo/amiga que no está «espiritualmente dormido», usted sabe que puede maximizar su ganancia espiritual para su alma y para sus seres queridos difuntos participando concurrentemente o asociando el “PERDÓN DE ASÍS” con alguno o todos los otros regalos que el Cielo pone a su disposición para los días 1 y 2 de agosto de 2025:
- La devoción de los PRIMEROS VIERNES del Mes (1 de agosto de 2025) al Sagrado Corazón de Jesús: (enlace)
- La devoción de los 5 PRIMEROS SÁBADOS del Mes (2 de agosto de 2025) al Inmaculado Corazón de María: (enlace)
- La DOBLE NOVENA a los Sagrados Corazones, por Sor Natalia Magdolna: (enlace)

§3
3. Cómo obtener la “PERDÓN DE ASÍS”
Para obtener la Indulgencia Plenaria del “PERDÓN DE ASÍS”, la Iglesia establece unas condiciones que deben cumplirse con fe y corazón contrito. Éstas son
- 3.1. Confesión Sacramental
Es necesario estar en estado de gracia, es decir, haber hecho una confesión reciente (en los 8 días anteriores).

- 3.2. Comunión Eucarística
El fiel debe comulgar el mismo día en que desea obtener la Indulgencia. - 3.3. Oración según las intenciones del Papa
Recitar el Padre Nuestro, Ave María, Gloria. - 3.4. Recitación del Credo y del Padre Nuestro
- 3.5. Visita a una iglesia franciscana o parroquial
§4
4. Indulgencia Plenaria, condiciones generales
Una Indulgencia Plenaria requiere la voluntad de la persona de desprenderse de todo pecado: no sólo el arrepentimiento por los pecados pasados, sino un corazón desprendido también de los pecados veniales.
Una Indulgencia plenaria suele estar asociada a un acto específico, como rezar el Rosario en una iglesia o en familia, leer las Sagradas Escrituras durante al menos media hora, o la Adoración Eucarística durante al menos media hora.
§5
5. ¿Qué es una Indulgencia?
- 5.1. Significado
Para entender qué es una Indulgencia, debemos tener en cuenta dos aspectos del pecado cometido: la culpa y la penitencia. - 5.2. La Culpa
La Culpa (reconocida por la persona por el pecado cometido) es perdonada por el Sacerdote Católico en el Sacramento de la Confesión. - 5.3. La Pena
La Pena (resultante del pecado cometido y que permanece incluso después del perdón de la Confesión Sacramental del Sacerdote Católico) es el efecto (medido en días, meses, años) que debe ser expiado en esta vida por penitencias o actos equivalentes o superiores de caridad hacia el prójimo o por los sufrimientos -en el horno- del Purgatorio.
En términos sencillos, una Indulgencia es la remisión (parcial o total) de la pena temporal debida a Dios por los pecados ya perdonados a la persona en la Confesión Sacramental. Las Indulgencias son una ayuda espiritual ofrecida por la Iglesia para reducir o eliminar esta pena temporal. Pueden ser parciales o plenarias.
§6
6. Breve historia de las Indulgencias
La práctica de las Indulgencias hunde sus raíces en la antigua tradición penitencial de la Iglesia. En los primeros siglos, la penitencia por pecados graves era severa y prolongada. Los penitentes podían ser excluidos de la comunión eucarística durante años, y la reconciliación sólo se concedía tras un largo periodo de penitencia, como ayunos o peregrinaciones. Con el tiempo, la Iglesia desarrolló el concepto de Indulgencia como medio para mitigar esta severidad, ofreciendo la posibilidad de obtener la remisión de la pena temporal mediante actos de piedad, oraciones y obras de caridad.
Durante el Medievo, el uso de las Indulgencias aumentó significativamente, sobre todo en relación con las cruzadas y las grandes obras de caridad. Sin embargo, en este periodo también se produjeron abusos, como la venta de Indulgencias, que dieron lugar a críticas y, finalmente, a la Reforma protestante. El Concilio de Trento (1545-1563) reformó profundamente la práctica de las Indulgencias, prohibiendo su venta y haciendo énfasis en su verdadera finalidad espiritual.
7. Breve historia de las Indulgencias de Asís
San Francisco de Asís: «Hermanos míos, quiero enviaros a todos al Paraíso».

San Francisco, en una noche indeterminada de julio de 1216, mientras estaba arrodillado ante el pequeño altar de la Porciúncula, sumido en la oración, vio de repente una luz deslumbrante que iluminaba las paredes de la humilde iglesia. Sentados en un trono, rodeados de una hueste de ángeles, aparecieron Jesús y María Santísima en medio de una luz centelleante. El Redentor preguntó a su Siervo qué gracia deseaba para el bien de la humanidad. San Francisco respondió humildemente:
«Puesto que es un miserable pecador quien te habla, oh Dios misericordioso, pide tu misericordia para sus hermanos pecadores; y todos aquellos que, arrepentidos, cruzarán el umbral de este lugar, que tengan de Ti, oh Señor, que ves sus tormentos, el perdón de los pecados que han cometido».
Jesús: «Lo que pides, oh hermano Francisco, es grande, pero de cosas mayores eres digno y de cosas mayores tendrás. Por lo tanto, acepto tu oración, pero con la condición de que pidas a mi vicario en la tierra (el Papa Honorio III) esta Indulgencia».
El 2 de agosto de 1216, ante una gran multitud, San Francisco, en presencia de los obispos de Umbría, con el alma llena de alegría, promulgó el “Gran Perdón”, para todos los años, en esa fecha, para aquellos que, peregrinos y arrepentidos, habían cruzado el umbral del templo franciscano.

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Entonces, querido amigo/a de buena voluntad, conviértete en ciudadano/a del Cielo. No hay nada en este mundo pasajero que merezca tu ambición. No pierdas el tiempo, no te duermas espiritualmente, gana tu lotería espiritual: Salva tu alma.








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."