¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
21 de junio de 2025 – Mensaje del Cielo a Christine, Francia
§1. Yo soy el Buen Pastor y pocos, tan pocos, vienen a Mí.
§2. El mundo necesita silencio
§3. Orad, orad, no dejéis nunca de orar
§1
El Señor: “Yo soy el Buen Pastor y pocos, tan pocos, vienen a Mí.

El hombre, en su complacencia o en su ignorancia, camina por senderos fangosos, lejos de la Luz.
Yo vendré a buscar a los ignorantes para que saboreen la fragancia de Mi Corazón y por eso os escribo a vosotros, los pequeños, el pueblo de Mi Corazón. Vengo a alimentar vuestra ignorancia con el Fuego de Mi Palabra y a traeros alegría. Los complacientes, que Me sigan si lo desean, pero sabed esto, hijos, Yo Me arrodillo ante los pobres de corazón, Me abato ante los aislados y tomo al miserable en Mis brazos para traerle la Llama de Mi Corazón y encenderlo con Mi amor.

No he venido a buscar a los ricos sino a los pobres de corazón; no he venido a buscar el oro sino la miseria para llenarla del oro de Mi Corazón y hacerla brillar a los ojos de los suficientes. He venido a buscar al pobre, al aislado, al desamparado, al que no tiene voz, al que se abaja y pasa a un segundo plano.
He venido a guiar a los pobres, a elevar las almas, a enriquecer a los desdichados que, a la Palabra de Mi Corazón, se elevan al Cielo de Mi Padre. He venido y vuelvo para llevarme a los Míos que languidecen en el olvido del mundo, que sufren bajo la carga que se les impone.
Vengo a llevar conmigo al que es rico de corazón, pobre de espíritu, pero luminoso; vengo a caminar al lado de los solitarios, de los abandonados, de los desamparados, de los dejados atrás; vengo a tomar bajo Mi Manto al niño ciego y a inundarlo con Mi Luz. Vengo a hablar a los hambrientos, a llevar alegría a los desesperados, a distribuir agua viva a los sedientos.
Vengo a vosotros en estos tiempos, hijos, no como un Señor sino como un mendigo, y aquellos que son fieles de corazón y callan ante el mundo Me conocerán, porque han comprendido que el silencio es más fuerte que las palabras y que en el silencio han encontrado el Agua viva de Mi amor.
§2
Llegará el día en que hablarán, con gestos de amor y no con discursos que no son más que hambre y desesperación. El hombre necesita una sonrisa, una mirada, una señal de atención. Los discursos vuelan, la mirada traspasa y el gesto es una palabra.
En vuestro mundo sobre mediatizado, el mundo necesita silencio, silencio que es a la vez descanso y retorno interior.

Hijos, en la interioridad estoy, en el silencio estoy e invito a todos a caminar Conmigo, a tomar Mi Camino de vida, a abrirse a la verdadera Vida. La vida terrena, hijos, sólo tiene un tiempo, un tiempo en el que os invito a amaros los unos a los otros. La miseria del hombre es grande y su corazón es una herida. El tiempo del arrepentimiento abrirá vuestros corazones y vuestras mentes. A través del sufrimiento el hombre crece, pero en los caminos del mundo se marchita.
Hijos, Yo no vengo mañana, sino todos los días de vuestras vidas. Sois Míos en el abandono.

Cada momento os hablo, cada momento estoy con vosotros, cada momento vengo a traeros el Fuego de Mi amor y a regar vuestras almas con Mi fragancia de vida.
Hijos, estad en el mundo sin ser del mundo; sed las libélulas del Cielo, las mariposas que se alimentan de los corazones y de las almas en el silencio del mundo, al abrigo de los discursos, del humo sin fuego, de las estrellas sin vida.
§3
Orad, orad, orad, no dejéis nunca de orar, no abandonéis nunca el Rosario de Vida de Mi Madre.

Orad incesantemente con el corazón, y se derrumbarán los ejércitos de la tierra, los del poder, la envidia, los placeres, las trivialidades y tantos otros. Con el corazón y la fe, construís montañas, lleváis a los ríos los canales de Agua viva y a los arroyos, traéis el Ruiseñor a los corazones y las tórtolas a las almas. A través de la bondad, hijos de Mi amor, lleváis Mi Vida, Mi Amor, Mi Presencia al mundo.
Hijos, la sal no tiene sabor si no se alimenta de una fe viva. En la fuerza del silencio, se os da la sal, ¡y ved cómo fluye en los corazones de los hambrientos!

Hijos, Yo soy la Sal de la Vida, y esta Vida os la doy en abundancia, en profusión, para que la compartáis y para que sea en este mundo un cedro gigante que riegue los ríos y que, bajo su sombra, proteja a los pobres y a los desesperados, y los llene de los perfumes del Cielo, para sanar sus almas y sus corazones, y para que la fe viva los lleve hasta los confines del Cielo.
Hijos Míos, orad, la oración es un río de agua viva, la oración es el perfume del incienso, una estrella con mil reflejos, un manantial vivo y un río subterráneo.
Hijos, guardadme en vuestros corazones. Os traigo Mi paz, Mi fuerza y, de Mi Río de Agua Viva, alimento vuestras almas y abro vuestros corazones endurecidos, ilumino vuestras pupilas y traigo a vuestras mentes el Sol que Yo soy.
Vivid en paz, Conmigo está la paz. Yo soy la Paz, el Pan Vivo, el Pan de Vida, la Paz que bajó del Cielo para traer al mundo el Incienso de Mi Morada.”
Fuente: Messages du Ciel à Christine








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."