¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(D1624) Haz la Señal de la Cruz y lee todo…
§1: Mi Amor por vosotros es inagotable
§2: Ellos crean sus propios castigos
§3: Vuélvanse a Mí en este tiempo de prueba
§4: Pronto llegará un tiempo de tinieblas
§5: “Roma perderá la fe”

«Mis amados Fieles, Yo estoy con vosotros, cerca de vosotros, amándoos, prodigándoos Mi Amor a cada hora del día y de la noche.
§1
Mi Amor por vosotros es inagotable, sois para Mí el tesoro de Mi Corazón, quise la creación de la tierra, de toda vida con un amor profundo y entonces, la humanidad en la que quise nacer y revestir Mi Ser personal y eterno, fue el objeto de Mis más tiernas realizaciones.
Sois como la perla más preciosa de Mis realizaciones; os he dado la suerte más pura del Amor eterno; sois tan amados por Dios que no dudó en hacerse Uno entre vosotros, para entrar en Su creación, para salvarla, para arrebatarla de las garras de Su grande y eterno Enemigo, el Ángel del Mal, que se apartó de Mí y que, en la grandeza, belleza y poder que Yo le había dado, en la confianza que Yo tenía en él, se convirtió en un verdugo, un enemigo, un terror sin límites, todo por orgullo, celos, envidia y temeridad.
Ahora [el Ángel del Mal] es el líder de vuestro mundo, de vuestra tierra, de la mayoría de los poderosos de vuestra tierra.

Le seguís sin daros cuenta de que es vuestro líder mientras creéis que vuestros líderes son hombres, líderes egoístas pero criaturas parecidas a vosotros mismos. Pues no, hijos Míos, vuestros dirigentes le han jurado lealtad, saben para quién trabajan, no sólo son malos sino que quieren serlo por sumisión a aquel que les prometió el poder si ellos les prometían la sumisión.

Vuestros amos, vuestros gobernantes, vuestros superiores que llevan las riendas de vuestros países no os favorecen; quieren poder, autoridad, el primer puesto, y os utilizan para obtenerlo.
Si os levantáis contra ellos, os silenciarán, tienen los medios para hacerlo, controlan el orden y el desorden, frenan uno y promueven el otro según sus necesidades, sus necesidades personales.
Se creen a salvo de toda oposición porque manejan todos los hilos, pero olvidan que Yo, Dios, no soy ciego ni tímido, todo lo veo, todo lo sé y nada podrían hacer si Yo decidiera lo contrario.
§2
Recuerdaos Mis palabras a Poncio Pilato:

“No tendrías poder sobre Mí si no te hubiera sido dado de lo alto” (Jn 9,11).
Dejo a los hombres a su suerte hasta que, agotadas todas sus municiones, no pueden hacer más, y entonces intervengo por piedad, amor y poder.
Ellos crean sus propios castigos porque el Ángel del Mal que los conduce sólo puede llevarlos a su ruina, mientras que Yo, el Redentor, sólo quiero su conversión, su arrepentimiento y su amor.
Cuídense de ellos mientras sirvan al amo del mal.
§3
Vuélvanse a Mí en este tiempo de prueba, recen y no se desmoralicen. Yo estoy a vuestro lado, aún más en la dificultad que en la calma.
Yo os doy Mi paz, la paz que el mundo no puede dar, la paz de vuestra alma.
Os reúno en la unidad de la fe, en la unidad de Mi ejército militante que no se desanima por nada, que no se desalienta en la desgracia, que guarda en su corazón y en su alma las hermosas virtudes de la fe, de la esperanza y de la caridad.
Mis queridísimos Hijos, Mis amados, Mis pequeños, Yo soy vuestro Padre, vuestro Hermano Mayor, vuestra Fuerza, vuestro ejemplo, y sabed que cuando todo parece acabado, es entonces cuando os hago renacer, cuando vuelvo a tomar el relevo, cuando creo todas las cosas nuevas.
Vosotros sabéis en quién creéis, sabéis en quién habéis depositado vuestra fe, sabéis que Yo soy el Dueño de todas las cosas y nunca, nunca, seré vencido. Yo soy el Victorioso, Yo soy la Autoridad, Yo soy la Bondad. Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, quien venga Conmigo no se perderá.
§4
Pronto llegará un tiempo de tinieblas, lo que significa que el mal parecerá triunfar, que la Santa Iglesia parecerá destruida, que los gobiernos parecerán injustos, ingratos y malintencionados.

Ese tiempo está cerca, pero recordad el Jueves Santo, el Viernes Santo, el Sábado Santo. Dios parecía haber sido aplastado, pero antes de irse había dado la Sagrada Comunión de Su Cuerpo y de Su Sangre.

Así que no Me había ido, aunque hubiera parecido ausente, y luego reaparecí más vivo que nunca, Resucitado, habiéndoos dejado Mi Presencia Real hasta el fin del mundo.
Mantened inquebrantable vuestra fe en la certeza de Mi conducta, en Mi perfecto Conocimiento de todas las cosas, no os alarméis por nada. Yo estoy con vosotros, el infierno no prevalecerá y si os parece que está venciendo porque avanza su ejército por todas partes, pensad en Mí: ved cómo lo he vencido justo cuando creía que Me había aplastado, cómo he establecido Mi Reino en la tierra: la Santa Iglesia Católica y Apostólica a la que he prometido que el infierno no prevalecerá sobre ella. (Mt 16, 18).
§5
Y, sin embargo, Mi Santísima Madre, en La Salette, predijo que “Roma perderá la fe”.

Sí, y así como Yo morí y resucité, Mi Santa Iglesia, Mi Esposa, seguirá el mismo camino de muerte y resurrección.
Sed, pues, estables como Mi Santísima Madre que, inquebrantable en su fe al pie de Mi Cruz, no vaciló; permaneció junto a Mis apóstoles para ser su roca durante aquel tiempo de miedo e incomprensión y fue la primera en recibir Mi visita después de Mi Resurrección.
Sed como ella, Mis queridos hijos, no dudéis nunca de Mí, de Mi Fuerza, de Mi Previsión, de Mi Conocimiento y de Mi Autoridad, sobre todo, absolutamente todo.
Os amo, estoy cerca de vosotros, nunca os abandonaré. Que Dios sea bendito, amado y adorado.
En el Nombre (+) del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Vuestro Señor y vuestro Dios».
Fuente srbeghe.blog








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."