¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(Haz la señal de la cruz antes de leer y lee hasta el final…) – 14 de abril de 2021
(DeepL Translator) “Cuando el mundo se renueve [1], volveré a entrar en los corazones y en las almas de cada uno de los Míos. Los amaré, les dirigiré palabras de ternura y los haré santos.
¿Qué significa ser santo?
Ser santo es amar a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo con un amor profundo, real, personal y vivido.
Santa Teresa del Niño Jesús era santa, y su amor a Dios era sentido, consciente y desbordante.

Amaba a Dios, estaba unida a Dios, era devota de Él y Él nunca estuvo ausente de su corazón, de su alma.
Así os ama el Señor Jesucristo: verdaderamente, personalmente, profundamente. Tengo una relación personal con cada uno de vosotros, Mis hermanos y hermanas, un conocimiento personal, un amor adaptado a vuestra persona.
¿Qué sois para Mí?
Sois únicos, con vuestra personalidad, vuestras cualidades y cuando lucháis por corregir vuestros defectos, Me alegro tanto de vosotros. Os miro, permanezco a vuestro lado, os ayudo en vuestras batallas espirituales y os animo en ellas.
¿Qué sois para Mí?
Un hermano, un amigo, un ser creado por amor, ¡un amor incomparable y tan personal! Yo estoy siempre con vosotros y cada vez que os dirigís a Mí, Yo estoy allí. Nunca os dejo, lo veo todo, lo sé todo, os ánimo y nunca estáis abandonados a vuestra suerte.
¿Y tú?
¿Estás tan cerca de Mí en todo momento, en toda ocasión, que te sientes mejor en Mi compañía que en la de tus seres queridos?
Si no estás seguro, tu amor por Mí debe crecer. En el Cielo, Yo estaré contigo constantemente, en tus deseos y en tus acciones, y todo lo que hagas, lo harás por Mí. Procura ponerte en estas mismas disposiciones hoy y mañana, y luego en todos los días venideros. Que cada acción que hagas sea para Mí, para agradarme, porque Yo tendré el primer lugar en tu corazón. Y amarás a tus seres queridos por Mí.
Así es como Mis hermanos Me amarán y actuarán en este nuevo tiempo, y no puedo esperar a que llegue. El día está amaneciendo y ese día ha comenzado. Sí, estáis en este tiempo del comienzo de la transformación de los corazones, de las almas, de vuestro entorno.
- Sí, cuando llegue el tiempo de la destrucción, del peligro y de la opresión, no temáis, estas pruebas deben venir como preludio del gran cambio.
- Cuando veáis la sede de la Iglesia católica evacuada porque Pedro ha sido expulsado, mantened vuestra fe y vuestra confianza en Jesucristo. Así como la Iglesia fue fundada por la Cruz del Salvador y su Resurrección fue la aurora de una renovación excepcional para la familia de Dios, lo que parecerá la muerte de la Santa Iglesia Católica será la aurora del Reino de Dios en la tierra.
- Conservad la fe en Dios, conservad las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. A través de ellas, seréis santos en esta tierra o estaréis ya en el Cielo.
Cuando dije: ‘No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno’ (Mt 10, 28), lo dije también para vuestro tiempo.
Llegará el tiempo en que los malvados os odiarán y querrán daros muerte. Sed dignos en la fe, cualesquiera que sean las circunstancias en que os encontréis. Algunos serán perdonados, otros no, pero la gracia de la fe no os será quitada. Seréis puestos a prueba, cada uno a su manera, pero no os escandalicéis por ello.

La persecución de los católicos en México, o Cristiada, tuvo lugar en México entre 1926 y 1929: parte de la población católica se sublevó contra el gobierno encabezado por el anticlerical presidente Plutarco Elías Calles, quien había impuesto una ley considerada altamente restrictiva para la libertad religiosa, llamada Ley Calles.
Releed la vida de los santos y de los mártires y seguid sus huellas. Fueron valientes y no dudaron en seguir el camino de la cruz de su Maestro y Señor. Admiradlos y rezadles, seguid rezándoles para que os animen a vivir, como ellos, la gran victoria de la fe.
Estas pruebas son la marca del príncipe de este mundo. Cuando crea que ha vencido después de tanta destrucción y persecución, será sacudido y expulsado por el jefe de los ejércitos angélicos. Su derrota será total y será expulsado y encarcelado en el Abismo. Mantened la fe y la convicción de la victoria de la Cruz sobre el mundo y, como dice el Prefacio de la Santa Cruz: “…que el que había triunfado por el madero, por el madero fue vencido…”. Fue vencido por la muerte y resurrección del Señor Jesucristo, y volverá a ser vencido cuando, encerrado y sellado (Ap. 20, 3), deje de engañar a las naciones [2].

El tiempo venidero será un tiempo de felicidad y paraíso, como lo fue el paraíso terrenal. Entonces el hombre era sabio y dependía de Dios; el hombre de los nuevos tiempos también será sabio. Amará a Dios y, como dice el Catecismo, redescubrirá su deber de estado:
- ‘Conocer, amar y servir a Dios en esta vida terrena, para verlo y poseerlo eternamente en el Cielo.’
- Conocer, amar y servir al Amado es una alegría, porque el amor es un intercambio; conocer y ser conocido es una cuestión de confianza; servir es una tarea ávida cuando servimos al Amado.

Los seres humanos se amarán y se servirán de la misma manera, según el principio de la caridad: servir al prójimo por amor a Dios. La vida en este tiempo de la tierra renovada será la felicidad de Dios y la felicidad de su criatura. ¡Que así sea!
- Una mirada a la Nueva Era y a la Tierra Prometida después de la Gran Tribulación: (leer…)
- Apocalipsis, capítulo 20 de Juan. El reino de los 1000 años. Secuencia de los acontecimientos: (leer…)
Fuente: srbeghe.blog








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."