¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(Haces la señal de la cruz ante de leer y lees todo sin prisa…) – 11 de enero de 2023
(Yo soy Dios, Yo soy Hombre, eternamente…)
(DeepL Translator) “Queridos amigos, queridos hijos, amados Míos, os llamo amigos porque Me amáis y Yo os amo. Sois Mis hijos, Mis hermanos, Mis fieles, Mis discípulos, tantas palabras que significan cercanía, afecto, conocimiento. Sí, os amo y os conozco, a cada uno en particular, y Me conocéis tal como soy.
Me mostré a vosotros encarnándome y encontrándome entre vosotros, como vosotros, hombre pero también Dios, pero esta segunda característica estaba oculta a los ojos de los hombres. Mi divinidad procedía de Mi filiación divina, “nacida del Padre antes de todos los tiempos”, dice el Credo Niceno; “Dios nacido de Dios, luz nacida de luz, Dios verdadero nacido de Dios verdadero” y, por tanto, Dios, ya que todo hijo lleva en sí la estirpe del padre. Hombre porque, como todo hombre, nací de una mujer, y ella me dio a luz milagrosamente, es decir, ella sola, sin ayuda del hombre, puesto que soy el Hijo de Dios.
Dios hizo al hombre, qué honor para la humanidad, qué excepción llevar entre nosotros al Creador de todas las cosas. Qué grandeza también para la humanidad poder decir de Dios: ¡Es mi Hermano! Ser hermanos de Dios nos convierte, como a Él, en hijos de Dios, ¡y de eso se trata!
Toda la humanidad, es decir, todos los hombres en la medida en que están dispuestos, se convierten en hermanos de Jesucristo, hermano de Dios. Él es uno de ellos, un hombre como ellos, y sin embargo sin Él no serían, no existirían. Esta decisión de Dios de venir a tomar Su Cuerpo, es decir, Su aspecto eterno, en la humanidad es inimaginable. Quién lo hubiera pensado, y desgraciadamente hay demasiada gente que no lo sabe, que lo ignora voluntariamente o de otra manera, que lo ignora.
Dios es eterno, y siempre lo ha sido. En la Eternidad, no hay ni antes ni después, está fuera del tiempo y por lo tanto, en el Cielo, en la Eternidad y antes de todas las edades, Jesucristo, Dios, era Hombre, ese es su estado eterno, nunca ha sido diferente. En la Morada de Dios, el Cielo, los hombres están con Dios, son de la misma humanidad, son como Él, Jesucristo es Dios y Hermano, Dios Padre es Dios y Padre, el Espíritu Santo es Dios y Vida.
La humanidad, llegada al cielo, está toda en Dios, con Dios, para Dios, y como dice la hermosa oración del Ofertorio:
“Dios, que de modo admirable creaste la naturaleza humana en su dignidad, y de modo aún más admirable la restauraste, concédenos […] participar de la divinidad de aquel que se dignó compartir nuestra humanidad, Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor, que, siendo Dios, vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos”.
Jesucristo dijo a Felipe:
“El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn 14,9).
Sí, Dios es Uno y Trino, sin confusión de Personas, sino un solo Dios. Ésta es la fe católica (1), un solo Dios en Tres Personas, la Santísima Trinidad, de la que una de las Personas, Jesucristo, Hijo de Dios, se encarnó, fue Hombre, y quien le ha visto a Él ha visto al Padre.
La cercanía del Hombre a Dios es real, Él es Padre de Sus hijos, y la humanidad que Él quiso que fuera santa y bella, Él la hará santa y bella, porque ese fue Su Plan. Si Dios no restaurara la creación distorsionada por el demonio y por el pecado original, saldría perdiendo frente al demonio. Es un hecho de fe que Dios es el Vencedor eterno, y San Pablo escribe:
“Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está por encima de todo nombre, para que todos se arrodillen ante el Nombre de Jesús en las alturas de los cielos, en la tierra y en los infiernos, y toda lengua proclame que Jesucristo es el SEÑOR, para gloria de Dios Padre” (Flp 2,9-11).
Así como Dios, por medio del Santo Sacrificio de la Cruz, abrió el Cielo a los hombres, dándoles los medios, a través de la Santa Iglesia Católica y de los sacramentos que le fueron confiados por el Señor al instituir el colegio de los apóstoles, así también renovará la tierra (2) para que los hombres vivan en ella santamente, como lo había querido al crear a Adán y Eva en el Paraíso terrenal.
Sí, la tierra volverá a ser como debería haber sido, porque Dios es el Dueño de Su creación, no importa lo que el diablo haga con ella. Los hombres son hermanos e hijos de Dios, y Dios quiere que lo sean.
Hijos míos, sed firmes y amables al mismo tiempo, sed considerados, pero también dispuestos a ayudar a los que os rodean y lo necesitan, sed fervientes y estad siempre en casa en la iglesia. Mi casa es vuestra casa, en Mis iglesias Yo soy el Dueño de la casa y vosotros, Mis hijos, Mis fieles, estáis en casa Conmigo. Os amo y os quiero en Mis iglesias antes de teneros en Mi Cielo.
MI CASA ES VUESTRA CASA.
Os amo y permanezco a vuestro lado; que así sea.
Tu dulce Amigo y divino Maestro.”
- Mientras estamos en la tierra, no podemos comprenderlo, pero lo aceptamos porque así nos lo dice la Palabra.
- Renovación de la Tierra. El Reino de los mil años. (Leer todos…)
Fuente: srbeghe.blog








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."