(CEV) “Los Quadernos 1944”, p. 654
Jesus dice: “En mi actitud hay una enseñanza de fe, de respeto, de humildad. ¿Cómo me ves? ¿Me ves como una presencia gloriosa? No, me ves como Jesús de Nazaret, como al Maestro, como al Hombre.
¿Qué es la Eucaristía?
Es el milagro más grande, más santo, de Dios. Es Dios mismo.
Es Dios porque en la Eucaristía está el Hijo de Dios, Dios como el Padre, Dios hecho carne por el Amor, es decir, por Dios, que es Amor, y por obra del Amor, es decir, por obra de la tercera Persona.
Es Dios porque es un milagro de amor y Dios está donde está el amor.
El amor es un testimonio de Dios más que cualquier palabra o ruego o acción u obra.
Yo, que soy el Autor de este milagro que testimonia la potencia de Dios y su índole – el Amor -, rindo honor a este milagro para deciros que es verdadero, para deciros que es santo, para deciros que hay que, venerarlo con el máximo respeto.
Jesús-Maestro adora su Naturaleza divina en la Eucaristía. Es por eso que aparezco ante ti como Maestro y no como Jesús glorioso.
El Jesús glorioso no podría adorar nada. Por el contrario, están dirigidas a Él las adoraciones de todo lo que existe, porque es el Dios que ha vuelto a su Reino.
Mas el Hijo del hombre puede demostrar aún su voluntad de venerar el Arca que me contiene como Dios – el Pan eucarístico – y así lo hago, para enseñaros a hacerlo.
¿Por qué estoy a la izquierda?
También esto lo hago para enseñaros.
Mientras cumple sus funciones sacerdotales, el sacerdote es digno del máximo respeto.
Y os lo demuestra seguramente el hecho de que Yo obedezco su orden y desciendo, como Sangre a lavaros el corazón y como Carne a nutriros el espíritu.
Aprended de Mí, que soy humilde, a tener humildad.[…] Que mi paz esté siempre contigo».