
(455) Haz la Señal de la Cruz y lee todo sin prisa
§1: ¿Cuál será vuestro futuro? ¿Habéis pensado en ello?
§2: Orad para no vacilar en la hora de vuestra muerte
§3: Sí, estaré con vosotros en este momento tan doloroso
§1
“Mis queridos hijos: ¿Cuál será vuestro futuro? ¿Habéis pensado en ello?
Sí, seguramente, a menudo pensáis en vuestro futuro terrenal y también en vuestro futuro eterno. Quiero hablaros de ambos, ya que ambos os conciernen.
¿Amáis a Dios?
«¡Sí!» Responderéis de todo corazón, pero:
¿Le amáis tanto como Mi amada Juana de Arco?
d’Arco?

Ella no renegó de Mí, se dejó llevar por Mi gracia y acabó en la hoguera. ¡Ahí la llevó Mi gracia! ¡A la hoguera!

Pero mientras tanto, restituyó al Rey de Francia en su trono, lo condujo a Reims para que el Rey de reyes pudiera coronarlo y sólo después de haber cumplido la misión para la que había nacido, se abandonó a Mí para hacer Mi Voluntad, cualquiera que fuera.

Oh, Yo no quería que tuviera una muerte tan infame, no, Yo quería restaurar la Realeza francesa a través de ella, así como Mi Padre del Cielo Me permitió restaurar la santidad de la humanidad entre todos los hombres que quieren ser Mis discípulos, no entre otros.
Al restaurar la Realeza francesa, ella, Mi enviada, sufrió la ira y la malicia de sus verdugos, aliados de los enemigos de Francia, como Yo mismo sufrí la ira y la malicia de Mis verdugos, aliados de Lucifer y su séquito.
Sí, hijos Míos, Juana es un ejemplo de fe y siguió Mis huellas. Y vosotros, hijitos Míos, rezad para que, sean cuales sean los acontecimientos que viváis, también vosotros sigáis Mis huellas, en cuyo camino Yo os sostendré.
Os llamo a seguirme, voy delante de vosotros, os he mostrado el camino y no creáis que el demonio os perdonará si sois uno de Mis discípulos.
Algunos, sí, pasarán a través de Mis enemigos, pero muchos no. Serán llamados a seguirme y les daré Mis gracias para atravesar victoriosos este campo de batalla material y espiritual; no les abandonaré.
Pensad en Juana, aquella joven llamada a una misión que no era ni de su edad ni de su condición, que llevó a cabo victoriosamente, con seguridad y piedad, con convicción y firmeza, sin arrogancia y sin mirarse nunca a sí misma. Dios la guiaba, ella actuaba, y cuando los ingleses la detenían, Dios lo permitía y ella se doblegaba.
Claro que a menudo tuvo miedo, pero Dios estuvo a su lado y nunca dejó de estarlo en la victoria o en la derrota, en la cárcel o en la hoguera. Estaba preparada para el Cielo, Francia ya no la necesitaba, Dios la quería santa y ella aceptó la ofrenda total de sí misma como el Señor Redentor aceptó la ofrenda total de sí mismo.
§2
Hijos Míos, ¿cuál es el deseo que quiero expresaros?
Acaso no dije la víspera de Mi Santo Sacrificio:
«Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los que ama» (Jn 15,13).
Y lúcida, amorosa, irrevocablemente, di Mi vida para salvar individual y personalmente a todos los hombres, Mis hermanos y hermanas, que Me aman y a los que tanto amo.
Orad, hijitos, orad para no vacilar en la hora de vuestra muerte, cualesquiera que sean vuestros dolores y circunstancias, para abandonaros a la Voluntad de Dios que os admira y que os concederá todas las gracias necesarias para ser dignos hijos y conformaros al ejemplo de todos los santos.
Sí, hijos Míos, os lo repito:
«Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará». (Mc 8, 35).
Y de nuevo:
«No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede perder el alma y el cuerpo en el infierno» (Mt 10, 28).
§3
Sí, estaré con vosotros en este momento tan doloroso, pero tan lleno de gracia y de aliento divino. Tantos mártires han salido victoriosos, y su muerte, en lugar de ser un espantajo para sus hermanos y hermanas, fue ciertamente un estímulo y un ejemplo a seguir.
No tengáis miedo, pensad en todos los que os han precedido y no han flaqueado. Pensáis en todos aquellos que han dejado tras de sí un recuerdo imperecedero que los siglos no han borrado.
Sed a Mi Imagen y a Mi Semejanza, no sólo en vuestra humanidad sino también en vuestra santidad.
Sois Míos, os quiero Conmigo para la Eternidad y confiad en que os daré todas las gracias necesarias para lograrlo.
Os bendigo y os amo.
En el Nombre (+) del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Vuestro Señor y Redentor.”
Fuente: srbeghe.blog