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Los gobernantes de este mundo: Su responsabilidad es inmensa y también lo será su castigo

Cuando la tierra se rebele por el abuso al que ha sido sometida, los hombres se rebelarán a su vez por la escasez a la que han sido sometidos. Su revuelta les convertirá en ladrones y saqueadores y no aceptarán su nueva condición de privación

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(Primer) Viernes 5 y (Primer) Sábado 6 de abril de 2024
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(Importante, leer todo...) Anno Domini 2021, Domingo 17 de enero

Los gobernantes de este mundo: Su responsabilidad es inmensa y también lo será su castigo

(DeepL Translator) "Cuando la tierra se rebele por el abuso al que ha sido sometida, los hombres se rebelarán a su vez por la escasez a la que han sido sometidos. Su revuelta les convertirá en ladrones y saqueadores y no aceptarán su nueva condición de privación. Los hombres han disfrutado de tanta variedad en sus llamadas necesidades vitales que no aceptarán la privación. Se rebelarán y asaltarán las tiendas más grandes; las pequeñas tiendas de la ciudad también serán su objetivo. Estos pequeños comercios, que ya tienen pérdidas debido al cierre impuesto por el Gobierno, cerrarán definitivamente y sus propietarios se unirán a las filas de los insurrectos.

El Gobierno intentará darles una ayuda insuficiente, pero no tendrá ningún efecto curativo. El hombre tiene el deber de trabajar, y sin trabajo no cumplirá con su propia condición de trabajador ni con sus deberes familiares. Perderá su autoestima y muchos no lo soportarán.

Cuando el Gobierno impide a sus ciudadanos mantenerse por sí mismos, no sólo es injusto sino criminal. La norma del confinamiento puede aceptarse durante un tiempo, pero si va más allá de la medida excepcional para convertirse en habitual, es perjudicial para aquellos a los que perjudica y se convierte en injusta y criminal.

Ahora se ha alcanzado el límite de lo aceptable y si el Gobierno no revierte esta medida para permitir a las personas ganarse el pan de cada día y el de sus familias, se habrá vuelto hostil y criminal. El Gobierno tiene el deber de proteger a sus ciudadanos. Si la protección contra la enfermedad se convierte también en mortificación, su autoridad es vil y sus decretos inhumanos. Este estado de cosas es inaceptable y la gente dejará de aceptarlo a riesgo de contraer la enfermedad que hay que combatir. Esta enfermedad es menos grave que la peste de siglos pasados, y en aquellos tiempos antiguos no había contención.

Los hombres, si estaban movidos por sentimientos cristianos y caritativos, se ocupaban de los enfermos y les daban consuelo y ayuda. Pero el Gobierno, en la enfermedad actual, actúa de modo contrario a la caridad y al consuelo. Aísla a los enfermos, prohíbe a las familias ayudarlos o apoyarlos, y estos pobres enfermos pueden morir sin afecto ni ayuda de la santa Iglesia Católica Romana.

Esta gestión de la enfermedad está dirigida por corazones secos, por personas neuróticas y por líderes sin alma. Estos hombres no son dignos de su cargo y cuando les llegue el turno de ser presentados ante el Tribunal de Dios, bajarán la cabeza más que los talones y sus excusas o justificaciones ni siquiera serán escuchadas. Ojalá se arrepientan y pidan perdón a Dios antes de ese momento terrible y sin mentiras.

Sí, es bueno protegernos de esta enfermedad porque es obra del hombre, no un hecho natural. Es, por tanto, más dañina que un fenómeno natural porque es precisamente antinatural. Cualquier ataque voluntario a la obra de Dios, como bombas o tiroteos, es más dañino que las llamadas molestias naturales, que tienen una función equilibradora, no destructiva unilateral.

Esta enfermedad de origen humano es desastrosa cuando afecta a personas que ya están enfermas, porque se socava el proceso de curación de la primera vulnerabilidad. Estas personas no pueden superar dos ataques cuando ya tenían problemas. Así que no es la enfermedad la que mata, sino la combinación de debilidades que superan la fragilidad de la persona debilitada. Por tanto, es falso -y soy yo, Jesucristo, quien lo dice- imputar esta enfermedad a la muerte de los frágiles, cuando esta enfermedad por sí sola no mataría a la mayoría de las personas.

Lo sé todo sobre esta enfermedad, su nacimiento, su propagación, su nocividad, y juzgaré a los hombres responsables de ella con la firmeza y la justicia que merece un homicidio semejante. Los que cargan con esta responsabilidad, no sólo han perjudicado a todos los hombres que se han visto afectados por ella, sino también a la Obra Divina de la creación. Su responsabilidad es inmensa y también lo será su castigo.

Que los hombres que caigan en esta trampa recen por sus verdugos y que tomen conciencia de su falta antes de que sea demasiado tarde."

Fuente: srbeghe.blog