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Os pido que conozcáis los Evangelios, las Epístolas. No os dejéis llevar por mercenarios

¿Por qué sois tan débiles, tan indecisos, tan inestables? Habéis recibido la enseñanza de Mi Santa Iglesia durante dos mil años, habéis recibido el ejemplo de Mis Santos, el ejemplo de sus penitencias, el ejemplo de rectitud, de honestidad de ellos, y vosotros, como castillos de arena, os dejáis arrastrar por la menor ola

(Haces la señal de la cruz ante de leer y lees todo sin prisa...) - Lunes 17 de julio de 2023

(DeepL Translator) “Yo soy el Altísimo, el Superior de la creación, todos son Mis criaturas y sólo dependo de Mí mismo. Cuando vine a la tierra, encarnándome en Mi Santísima Madre, quise amar y ser amado porque el Amor quiere ser amado. Fui amado sólo por unos pocos y fui feliz con ellos. Estaba triste por todos los que Me rechazaron y eran muchos, muy desgraciadamente. Me hubiera gustado que Me amaran porque Yo les amaba, pero el amor unilateral siempre decepciona.

Experimenté muchas decepciones durante Mi vida en la tierra y aunque Me tomé todo Mi tiempo para instruir a Mis apóstoles, antes de la efusión del Espíritu Santo sus inteligencias se nublaron y fueron de tropiezo en tropiezo. Sus pasos eran como los de un niño que, no estando aún firme sobre sus pies, se balancea y se agarra, aunque sea cayendo a menudo. Mis apóstoles, niños del Nuevo Testamento pero adultos del Antiguo Testamento, tenían todo por aprender, tan nueva y obsoleta era la doctrina católica y divina para su temperamento judío. Sin la gracia santificante, los hombres están desgraciadamente sujetos al pecado original, que los aleja de Dios porque la influencia del demonio es siempre mala.

Pero quiero volver a la gracia santificante, a Mis hijos en estado de gracia, a Mis hijos renovados por la gracia del sacramento del Bautismo y luego fortalecidos por el Espíritu Santo como lo fueron Mis apóstoles y discípulos en aquel hermoso día de Pentecostés.

Se transformaron, ya no tenían ese miedo infantil de los que carecen de madurez; el Espíritu divino los fortaleció cuando el miedo debería haberlos paralizado, como sucedió en el momento de Mi injusto arresto y de Mi inicua muerte.

Mi Madre lloró, sí, porque el sufrimiento puede hacer llorar, pero siempre se mantuvo digna y dueña de sí misma. Durante las horas que siguieron a Mi muerte, sólo Ella fue la Roca del cristianismo naciente, sólo en Ella permaneció la fe, viva y tenaz, firme y duradera, porque Yo había anunciado Mi Muerte y Mi Resurrección y nadie, excepto Ella, comprendió la plena realidad de ello. Ni siquiera mi amado apóstol Juan comprendió verdaderamente mi promesa hasta que entró en el sepulcro vacío, con los lienzos bien doblados:

"Vio y creyó" (Jn 20,8).

Y el Evangelista confiesa:

"Porque aún no habían comprendido que, según las Escrituras, debía resucitar de entre los muertos" (Jn 20,9):

"No puedes abandonar mi alma al Seol, ni dejar que tu piadoso siervo vea la fosa" (Sal 16,10).

Mi Madre, que conocía tan bien las Escrituras que las tenía constantemente presentes, sabía que yo no permanecería en la muerte, pues Yo mismo se lo había dicho también, como a los apóstoles.

Hijos Míos, la mayoría de vosotros habéis sido confirmados, ¿por qué sois tan débiles, tan indecisos, tan inestables? Habéis recibido la enseñanza de Mi Santa Iglesia durante dos mil años, habéis recibido el ejemplo de Mis Santos, el ejemplo de sus penitencias, el ejemplo de rectitud, de honestidad de ellos, y vosotros, como castillos de arena, os dejáis arrastrar por la menor ola. No habéis, como Mi Madre, estudiado vuestra religión, comprendido sus enseñanzas, meditado sus ejemplos y reforzado vuestros conocimientos. No os pido que seáis teólogos, aunque hay muchos que llevan un título que no merecen, pero os pido que conozcáis los Evangelios, que comprendáis las Epístolas. Esta es la base de la enseñanza de vuestra religión, y podéis meditarla, reflexionar sobre ella y aprender de ella.

Os amo, hijos Míos, no ceso de deciros esto, y os pido que conozcáis Mi enseñanza, la enseñanza de los Evangelios, la enseñanza que es accesible a todos, como lo era a las multitudes que Me seguían. Estas multitudes no tenían ninguna educación particular, pero Me comprendieron, fueron los primeros convertidos. Ellos formaron los primeros núcleos del cristianismo, y vosotros sois sus herederos. Sedles fieles, no os dejéis llevar por mercenarios que no son verdaderos pastores sino malos pastores. Hoy hay muchos malos pastores que llevan a sus ovejas por callejones sin salida. Cuidado, no los sigáis, sólo los reconoceréis si vosotros mismos conocéis bien vuestros Evangelios.

Yo os bendigo, hijos Míos, Yo Me entrego a vosotros y conoceréis el árbol por sus frutos.

Que Dios os bendiga, os bendigo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y que Dios os ayude.

Vuestro Señor y Maestro.”

Fuente: srbeghe.blog