¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
Maria Valtorta: Los Quadernos – 11 de enero del 1944
San Pablo esplica el error de creer en la Reencarnación
Dice el apóstol Pablo:
“Hasta tal punto está encarnada y enraizada en vuestra mente la teoría de la reencarnación – y más que nunca hoy, tras veinte siglos de predicación evangélica – que parece que los antiguos paganos, a quienes yo partía el pan de la Fe, están vivos aún, o mejor, han vuelto a reencarnarse, según vuestra creencia y sus antiguas teorías sobre la resurrección y la segunda vida.
- Lo único que se reencarna es esta teoría vuestra que reaparece como la herrumbre, en periodos alternados de oscuridad espiritual, pues éste es el signo de un crepúsculo y no de una aurora del espíritu. ¡Sabedlo, oh vosotros que creéis ser los de espíritu más evolucionado!
Tanto más baja el Sol de Dios en vuestro espíritu y tanto más en la sombra que aumenta se forman larvas, se estancan las fiebres, pululan los portadores de muerte y germinan las esporas que mellan, corroen, absorben, destruyen la vida de vuestro espíritu, así como en los bosques impenetrables, densos de vida vegetal y animal, la larga noche, que dura seis meses, convierte la espesura en zonas muertas, semejantes a las de un mundo extinguido.
- ¡Necios! Los muertos no regresan. Ni siquiera con un nuevo cuerpo. Hay una sola resurrección: la final.
Vosotros, los que estáis hechos a imagen y semejanza de Dios, no sois semilla que en ciclos alternados germina y se convierte en tallo, flor, fruto, semilla, para que ésta, a su vez, se haga de nuevo tallo, flor, fruto.
Vosotros sois hombres, no hierba del campo. Vosotros estáis destinados al Cielo, no al establo donde se cobija el jumento. Vosotros poseéis el espíritu de Dios, ese espíritu que Dios os infunde por medio de una continua generación espiritual, que corresponde a la generación humana de una nueva carne.
- ¿Qué creéis? ¿Que tiene límites el poder generador que posee Dios, el omnipotente, ilimitado, eterno Dios nuestro?
- ¿Creéis que ese límite le obliga a crear no más de un determinado número de espíritus de modo que, para que pueda continuar la vida de los hombres sobre la Tierra, tenga que obrar como el dependiente de un gran almacén, que busca entre los espíritus apiñados en los estantes el que puede volver a usar como determinada mercancía?
O, mejor aún, ¿creéis que Él es como un escriba que, si debe hacer conocer un acontecimiento, saca a relucir un determinado expediente y busca un determinado rótulo porque ha llegado la hora de volver a usar dicho material?
- ¡Oh, necios, necios, necios! Vosotros no sois mercancía, ni pergaminos ni semillas. Vosotros sois hombres.
Cual semilla, el cuerpo cae en la putrefacción de la fosa, cuando su ciclo ha terminado. El espíritu vuelve a su Fuente para que se juzgue si está vivo o si está podrido como la carne y, de acuerdo con ello, cumple su destino.
Y de él ya no nacerá otro si no para llamar a una única resurrección lo que ya le había pertenecido; y en esa resurrección, el que condujo una vida depravada, será depravado por la eternidad, con el espíritu corrompido y la corrompida carne que tuvo en su única, sola e irrepetible vida.
Y el que en su vida fue “justo” resurgirá glorioso e incorruptible, elevará su carne a la gloria de su espíritu glorioso, la espiritualizará, la divinizará, pues con ella y por ella logró vencer y es justo que con ella celebre el triunfo.
Aquí, el espíritu que poseéis os hace animales con uso de razón y obtiene la vida también para la carne que él logra vencer. En la otra vida, seréis espíritus que vivifican la carne, que ha salido victoriosa por haber permanecido sujeta al espíritu. Antes, prevalece siempre la índole animal y ésta es la verdadera evolución. Mas es la única. Después, de la naturaleza animal, que por la triple virtud ha sabido elevarse, se pasa a la naturaleza espiritual.
Según cómo viváis en esta vida, viviréis en la segunda. Si en la primera predominó en vosotros lo celestial, advertiréis en vosotros mismos la naturaleza de Dios, poseeréis dicha naturaleza, pues Dios será vuestro eterno patrimonio. Si, en cambio, predominó lo terreno, tras la muerte conoceréis la oscuridad, la desolación, el hielo, el horror, las tinieblas, todo lo que recibe al cuerpo que desciende en la fosa; con esta diferencia: que esta segunda, y verdadera, muerte dura por toda la eternidad.
- ¡Oh, hermanos, herederos de Dios por voluntad de Dios!, no hagáis que se pierda esta herencia por seguir la carne y la sangre y el error de vuestras mentes.
También yo erré y fui contrario a la Verdad, perseguí a Cristo. Tengo presente siempre mi pecado, aun en la gloria de este reino, cuyas puertas abrieron mi arrepentimiento, mi fe, el martirio que sufrí por profesar mi fe en Cristo y en la vida inmortal. Mas, cuando la Luz me rindió, al darse a conocer, abandoné el error para seguir la Luz.
La Luz se dio a conocer a vosotros a través de veinte siglos de prodigios, que ni siquiera el más feroz opositor o el más obstinado podrían negar. Entonces, ¿por qué vosotros, los afortunados que tenéis como testimonio de esa Luz veinte siglos de manifestaciones divinas, queréis permanecer en el error?
Yo, testigo de Cristo, os lo juro. Ni la carne ni la sangre pueden heredar el reino de Dios; sólo el espíritu puede heredarlo. Y como está escrito en el Evangelio de Jesús, nuestro Señor, los destinados a resurgir y a volver a casarse porque tienen una segunda vida terrena (1), no son los hijos de este siglo (considerad, hermanos, que aquí ‘siglo’ define a los que están en el mundo, es decir, a los terrestres).
Resurgirán sólo los que son dignos del segundo siglo, el eterno, o sea los que, dado que ya han vivido, no pueden volver a morir y que, además, no anhelan nupcias humanas porque han obtenido la vida espiritual y se han hecho semejantes a los ángeles e hijos del Altísimo y para su espíritu desean un solo connubio: con Dios-Amor; un solo patrimonio: Dios; una sola morada: el Cielo; una sola vida: la Vida.
¡Amén, amén, amén!
Os digo: creed para obtenerla.”
- Era del Espíritu, después de la Gran Tribulación. Reino de los 1000 Años Felices: (Apocalipsis Cap. 20, leer más…)
Maria Valtorta: Los cuadernos. 1943; 1944; 1945

Los Cuadernos recogen escritos sobre temas ascéticos, bíblicos, doctrinales, de crónica autobiográfica, además de descripciones de escenas evangélicas y de martirios de primeros cristianos.








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."