¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
Abril 10 de 2020
Llamado del Arcángel San Gabriel al Pueblo de Dios. Mensaje a Enoch.
¿Queréis salvar vuestra alma? Haceos devotos del rezo del Ángelus
“La Paz del Altísimo, esté con todos vosotros, Pueblo de Dios.
Hermanos, Soy Gabriel, el Arcángel de la Anunciación a María, y Mensajero fiel del Altísimo; vengo de parte de mi Padre, a traeros las Buenas Nuevas. Hoy quiero deciros, que volváis vuestra mirada al Altísimo, porque grandes pruebas están por llegarle a la humanidad. El cielo está muy triste viendo perderse tantas almas y saber que nada se puede hacer por ellas, porque en vida en este mundo, le dieron la espalda a Dios.
Yo, Gabriel, soy uno de los tantos Arcángeles que permanece en adoración y alabanza, cerca del Trono de Dios; soy Guardián de todos los Tabernáculos donde se encuentra Jesús Sacramentado, defensor de la Palabra de Dios y Protector de la Iglesia. Me encuentro también en medio de vosotros por la Gracia de mi Padre, en compañía de mis Hermanos, Miguel, Rafael y los Arcángeles y Ángeles de la Milicia Celestial. Nos ha sido encomendada la Misión de acompañar al Pueblo de Dios, en su paso por el desierto de la purificación.
Llamadme diciendo:
Bienaventurado Arcángel Gabriel, Lumbrera del Trono de Dios, y Mensajero Fiel del Altísimo; cúbrenos con tus Alas e ilumina nuestros caminos; dadnos a conocer las buenas nuevas de Dios y protégenos de todo mal y peligro. Venid en nuestro auxilio, os lo suplicamos.
San Gabriel: Lumbrera de Dios, ilumina nuestros caminos.
San Gabriel, Mensajero de Dios, dadnos a conocer las buenas nuevas del Altísimo.
San Gabriel, Fortaleza de Dios, protégenos y ampáranos, en la lucha espiritual de cada día.
Hermanos, acudid a Mí, cuando necesitéis que vuestras súplicas y peticiones, sean escuchadas más prontamente; acordaos que mi Padre, jamás desoye las súplicas que le hago en favor de mis devotos; tenedme pues en cuenta, Amados de mi Padre, porque estoy con vosotros para asistiros y protegeros, del enemigo de vuestra alma. No olvidéis el rezo del Ángelus a nuestra Amada Reina y Señora, porque este saludo a la Madre de Dios, tiene gran poder de protección.
Hacedlo con fe, porque es también poderosa Armadura para vencer las fuerzas del mal. El rezo del Ángelus, no debe faltarle a ningún Hijo de Dios y de María, porque grandes Gracias y Bendiciones, reciben aquellos que lo recitan. La protección de Nuestra Señora y Reina, para los devotos del rezo del Ángelus, es poderosísima. Yo, Gabriel, en compañía de Miríadas de Ángeles, estamos presentes al lado de Nuestra Señora, cuando le dais este bello saludo a vuestra Madre del Cielo. Hacedlo a mañana, tarde y noche, para que no os falte la protección de Nuestra Señora y nuestro auxilio. ¿Queréis salvar vuestra alma? ¡Haceos devotos del rezo del Ángelus!
Quedad en la Paz del Altísimo, Amados de mi Padre.
Gloria a Dios, Gloria a Dios, Gloria a Dios, y Paz a los hombres de Buena voluntad.
Vuestro Hermano y Servidor, Gabriel Arcángel.
Dad a conocer hermanos mis mensajes, a toda la humanidad.”
Fuente: mensajesdelbuenpastor








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."