¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
Noviembre 27 2018 – Llamado de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa a todos sus devotos e hijos fieles
Protejo a todos los que con fe, lleven en su cuello mi Medalla
“Hijitos de mi Corazón, la Paz de mi Señor esté con todos vosotros y la protección de mi Medalla Milagrosa os asista y acompañe siempre.
Mis hijitos, soy vuestra Madre de la Medalla Milagrosa y quiero en este día y en esta semana regalaros muchas Gracias y Bendiciones. Desde hoy hasta el fin de semana, todos los que hagáis mi Santo Rosario y digáis al terminar cada misterio, mi Jaculatoria: Oh María concebida sin pecado, rogad por nosotros que recurrimos a Ti, recibirán una Indulgencia Plenaria Extraordinaria, por una sola vez, que os servirá para borrar vuestros pecados o aminorar vuestra estadía en el purgatorio, cuando lleguéis a la eternidad.
Hijitos, Mi Santa Medalla es la fortaleza de mis consagrados; yo vuestra Madre, protejo y amparo a todos aquellos que con fe, lleven en su cuello mi Medalla. En los tiempos de la gran tribulación ninguno de mis devotos, será tocado por el maligno. Prometo asistir y proteger en esta vida y en la eternidad a todos mis devotos. Mi Medalla Milagrosa es sanación para los enfermos del cuerpo y del alma, si con fe me invocáis con mi jaculatoria. Introducidla en agua bendita o exorcizada, haciendo mi jaculatoria y dale de beber al enfermo y si lo hacéis con fe, os aseguro que éste recobrará la salud del cuerpo o del alma.
Mi Medalla Milagrosa es terror para los demonios; cuando os sintáis atacados por el maligno, decid mi Jaculatoria: Oh María concebida sin pecado, rogad por nosotros que recurrimos a Ti; y el poder de mi Medalla alejará los demonios y no permitirá que los dardos incendiarios del maligno, os hagan daño. Para los tiempos de la gran tribulación, debéis de tener mi Medalla Milagrosa porque mi Padre le ha otorgado gran poder para sanar de muchas enfermedades, pestes y virus, todos aquellos que con fe la lleven. Mi Medalla Milagrosa os librará de muchos males, pestes y enfermedades incurables, en aquellos días de combate espiritual.
El poder de mi Medalla Milagrosa, es escudo protector que os libra de las fuerzas del mal. Si estáis en peligro y me invocáis haciendo mi jaculatoria, os libraré de todo enemigo material y espiritual. Todo aquel que sea mi devoto, no conocerá la muerte repentina, ni derramará sangre. Yo vuestra Madre de la Medalla Milagrosa, prometo asistir en la hora de la muerte a todos mis devotos; ningún demonio podrá perturbar la paz de los moribundos que fueron mis fieles devotos. En la eternidad seré intercesora y abogada de todos mis devotos, y mis hijitos fieles no padecerán larga estadía en el purgatorio.
Mis hijitos devotos, haced bendecir nuevamente y exorcizar mi Santa Medalla, para que os brinde mayor protección en los tiempos de combate espiritual que se aproximan. Todos mis fieles devotos, serán guerreros espirituales en los tiempos de la gran tribulación, porque el poder de mi Medalla es Poderosa Armadura que alejará a los demonios. Mi Medalla exorcizada en los tiempos de la gran tribulación, emitirá rayos de luz que cegarán a satanás y sus demonios. Mi Medalla Milagrosa exorcizada puesta sobre los enfermos del alma, los librará de los ataques de los demonios.
Consagraos a mi Medalla Milagrosa y haced mi jaculatoria: Oh María concebida sin pecado, rogad por nosotros que recurrimos a Ti; después de cada Misterio de mi Santo Rosario y os aseguro que obtendréis de ésta Madre, protección, sanación y liberación. No temáis mis niños, toda esta semana por una sola vez, podéis ganar mi indulgencia. Lo más importante es que os hagáis mis devotos, para que mi protección permanezca en vosotros. Que la Paz de mi Señor, os acompañe siempre y el poder de mi Medalla Milagrosa, os proteja de todo mal y peligro.
Vuestra Madre, Señora de la Medalla Milagrosa.
Dad mis hijitos devotos a conocer mi mensaje a toda la humanidad.”
Fuente: mensajesdelbuenpastor








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."