¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
Enero 21 2019
Llamado de Jesús de la Misericordia a Sus Devotos.
Mensaje a Enoch.
Propagad mi Hora de la Misericordia hasta todos los confines de la tierra

“Hijos míos, que la Fuente de mi Misericordia Infinita se derrame en todas las criaturas y confines de la tierra.
Soy vuestro Jesús de la Infinita Misericordia y es mi deseo que todos mis devotos, a las 3 P.M., se congreguen en oración, haciendo mi Rosario de la Misericordia y pidiendo por la salvación de las almas, especialmente por aquellas más apartadas de Dios. Dichosos aquellos que en esta Hora Santa, destinan una parte de su tiempo para abrir la fuente de mi Misericordia y hacerla extensiva al mundo entero, porque en verdad les digo, que no están lejos del Reino de los Cielos.
La fuente insondable de mi Misericordia se derrama en abundancia en esta Hora Santa y acoge a todas las criaturas, en especial a los pecadores del mundo entero, si es ofrecida con amor por ellos. El poder de mi Misericordia, salva a los moribundos que están en pecado mortal del fuego del infierno, si mis devotos ofrecen mi Rosario por esta intención. El poder de mi Misericordia no tiene límites, si es ofrecida con amor por el bien de las almas.
Hijos míos, la Hora de mi Misericordia es un regalo del Cielo para todos aquellos que se acojan a ella y la aprovechen. Todos los devotos de la Hora de mi Misericordia, no morirán sin antes haberme visto, y serán avisados con anticipación cuando llegue su hora. Yo, Jesús de la Infinita Misericordia, vengo personalmente en la hora de la muerte, por el alma de cada uno de mis devotos y en la eternidad seré para ellos un Padre y no un Juez. Ninguno de mis devotos padecerá larga estadía en el purgatorio, ni será condenado al fuego eterno.
Prometo cuidar y proteger en este mundo a todos mis devotos y sus familias y cuando lleguen a la eternidad, tendré gran compasión con aquellos que en vuestra familia, estén más apartados de Mí. La Fuente de mi Misericordia, derramo en mis devotos y en todos aquellos que se acojan a ella. Todos los enfermos del cuerpo y del alma que se acojan a la Hora de mi Misericordia, recibirán alivio de sus dolores; ninguna familia morirá de hambre o sed, si es devota de mi Misericordia; todo lo que me sea pedido en esta Santa Hora, os lo concederé si es para vuestro bien y salvación de vuestra alma.
Ninguno de mis devotos, morirá de muerte violenta ni derramará sangre, si con fe me lo pide en mi Hora Santa. Ninguno de mis fieles Hijos, morirá desaparecido; todo enfermo terminal no padecerá si es devoto de la Hora de mi Misericordia; libraré de toda calamidad e improvisto a mis devotos y sus familias, sus hogares no serán destruidos cuando lleguen los días de Justicia Divina.
En los días que se aproximan de tribulación no me apartaré de mis devotos y seré sustento y alimento para ellos y sus familias en el tiempo de escasez. Prometo que ninguno de mis devotos y sus familias, dejaré marcar con el sello de la bestia; cuidaré de ellos hasta llevarlos seguros a las puertas de la Nueva Creación. Acogeos pues Hijos Míos, a la Hora de mi Misericordia y propagad mi devoción, para que llegue a todos los confines de la tierra y veáis cuán grande es mi Amor. Haced extensiva mi Hora de la Misericordia a todos los mortales, sin acepción de credos, razas, ni religiones, y en especial pedid por la conversión de todos los pecadores para que mis Rayos de Misericordia les alcance y los libre de la muerte eterna.
Que mi Paz, Amor y Misericordia Infinita, os acompañen siempre.
Vuestro Jesús de la Misericordia.
Dad a conocer mis mensajes en todos los confines de la tierra.”
Fuente: mensajesdelbuenpastor








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."