¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
Jesús dice: (Jesús Nuestro Maestro, Vol. 1) Mis hijos, yo estoy entre ustedes con la abundancia de mis gracias y la inmensidad de mi amor.
Los amo, hijos, con un amor que no tiene limite. Los amo debido a mi benevolencia, no por sus méritos, y los amor apesar de sus imperfecciones.
Acepto el compromiso y la buena voluntad con que ustedes se adhieren a mis deseos del bien y los elogio por la colaboración que dan a mi trabajo de salvación.
Ustedes veen como el mal sigue creciendo como una inmensa mancha de aceite que, extendiéndose, toca todas las áreas de la sociedad humana.
Ustedes veen la inmoralidad haciéndose camino dondequiera y alcanzando hasta a los lugares sagrados y personas sagradas.
Y también el error.
¿Cómo me pueden ustedes ayudar a parar esa poderosa corriente diabólica que amenaza derrumbar todo aquello que es moral y espiritualmente saludable?
Hay cristianos y también algunos de mis ministros quienes piensan que pueden vencer el mal adaptándose a quienes pecan.
Hay algunos cristianos quienes niegan encontrarlos a la mitad del camino y traerlos con ellos a la fe verdadera al aceptar sus pecados.
Hay algunos cristianos quienes, para poder defenderme, piensan quitarle a la Iglesia la devoción, el respeto y el acudir a mi Madre.
Hay otros quienes niegan la influencia de mi Madre, sus apariciones y el poder de sus intercesiones.
Bien, entonces, a dichas personas insensatas, quienes no han comprendido nada de Mi, sino que, al despreciar a mi Madre, hieren mortalmente al Hijo.
A ellos se les agregan otros quienes creen en justificar este comportamiento, renovando las más agrias heridas en mi corazón.
¿Quizás podrían ustedes amar al Hijo y no a la Madre? ¿Quizás podría la convergencia de la más Sagrada Trinidad al realizar esa maravillosa obra de la concepción y sanctificacion de mi Madre anularse para alegrar a algunos hijos malagradecidos?
De este rechazo sufre la Iglesia, en la cual, como en una familia en la cual falta la madre, hay menos orden y entra la herejía.
¿Les extraña entonces que, habiéndose negado el honor que merece María, se niegue la infalibilidad papal, y que quieran vulgarmente poner el Sacerdocio en un nivel común, y no en el nivel de privilegio en el cual lo puse Yo?
Hijos, le han dicho muy bien: “Oren para que la sal no se haga insípida.”
Pero me torno a ustedes, que en algunos momentos de sus vidas piensan que es mejor seguir la corriente: la moda, por ejemplo, podría ser un incentivo o carnada.
Pero, dicen, que todo el mundo lo hace.
¿Quizás las nuevas generaciones que han crecido con tanta libertad podrían no sentir remordimiento de ningún tipo, aunque hayan cometido todo tipo de obscenidades?
Mis hijos, ese cuerpo, que se les ha dado a ustedes y que es el templo del Espíritu Santo, ¿no es el sagrado depositario que debe colaborar con el alma para realizar las obras de Dios? Y, ¿no es la concupiscencia quizás el más triste legado del pecado? O, ¿no será el cuerpo, que cede a todo y se expone a los ojos de todos, el medio para hacer el mal y conllevar a otros a pecar?
Es por eso que los invito a ser verdaderos instrumentos del Señor en la divulgación de la verdad, en defensa de la moralidad, no adaptándose a lo que otros hagan sino a luchar con el ejemplo de una vida intachable y manteniendo sanos a esos principios que no son desconocidos para ustedes, ya que continuamente pasan por sus mentes.
Sean fieles a sus principios, como las bisagras en las que esta basada la verdad y no se dejen alagar por el pensamiento que, al complacer a los mundanos en sus exigencias, podrían ustedes llevarlos a bien.
Todo lo contrario: seria mucho más fácil que sean ustedes, imbuidos en sus errores, quienes terminen perdiendo la fe y la moral.
Con esto no quiero decirles que deben traer tensión y desorden a sus familias.
No obstante, quiero repetirles lo que en el Evangelio se les ha dicho: “No pueden servirles a dos amos.” Hijos, los bendigo a todos, uno por uno.
 
 Jesús Nuestro Maestro (Ingles)
Mensajes inspirados por Jesus a Carmela Negri Carabelli. Permiso del CENACOLO DELLA DIVINA MISERICORDIA, Centro di spiritualità, Viale Lunigiana 30, 20125 Milano, Italia, que tiene todos los derechos.




 
 

 
“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”

 

"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)" 
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)." 
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
 
 
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."