¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(CEV) “Los Quadernos 1945-1950”, p. 131
Jesus dice: “El nombre primitivo era Lucifer, que en el concepto de Dios quería decir “alférez o portador de la luz”, o sea, de Dios, porque Dios es Luz.
Era el espejo puro que reflejaba la insostenible Belleza y, por eso, ocupaba el segundo lugar por belleza en todo lo creado.
En las misiones hacia los hombres, habría sido el ejecutor de la voluntad de Dios, el mensajero de los decretos de bondad que el Creador iba a mandar a sus hijos bienaventurados exentos de culpa, para elevarles cada vez más hacia su semejanza.
Este portador de la luz, por medio de los rayos de la luz divina que llevaba, habría hablado a los hombres y los hombres, dado que estaban libres de culpa, habrían comprendido esos destellos de armónicas palabras, hechas solamente de amor y gozo.
Dios le envolvía con su luz y se deleitaba con el esplendor de su arcángel y, por eso, al verse en Dios, en sí mismo, en sus compañeros, y dado que los ángeles le veneraban por ser el espejo más perfecto de Dios, terminó por tener admiración hacia sí mismo.
Debía admirar solamente a Dios.
Pero, así como en la atmósfera están todos los elementos gaseosos porque son necesarios, en la esencia de todo lo creado están presentes todas las fuerzas buenas y malvadas y se agitan hasta que una de las dos partes vence para dar lugar al bien o al mal.
Lucifer atrajo a sí la soberbia.
La cultivó, la amplió. Hizo de ella un arma, una seducción.
Pretendió más de lo que tenía. Él, que ya poseía tanto, lo quiso todo.
Sedujo a los menos próvidos de sus compañeros. Les apartó de la contemplación de Dios como Belleza suprema.
Dado que conocía las futuras maravillas de Dios, quiso estar él en el lugar de Dios.
Su mente turbada ya le hizo verse a la cabeza de los hombres futuros, adorado como potencia suprema.
Pensó: “Conozco el secreto de Dios. Conozco las palabras. Y también me es manifiesto su proyecto. Puedo todo lo que El quiere. Así como he controlado las primeras operaciones creativas, puedo proceder ahora. Yo soy”.
La palabra que sólo Dios puede decir fue el grito de la ruina del soberbio. Y nació Satanás.
Fue “Satán”. En verdad te digo que el nombre de Satán no fue dado por el hombre que, sin embargo, por orden y voluntad de Dios, le puso un nombre a todas las cosas existentes conocidas por él y que, aún hoy, bautiza sus descubrimientos con un nombre creado por él mismo.
En verdad te digo que el nombre de Satán proviene directamente de Dios y es una de las primeras revelaciones que Dios hizo al espíritu de un pobre hijo suyo que vagaba por la Tierra.
Y así como mi Nombre Santísimo tiene el significado que te expliqué una vez’, escucha ahora el significado de este nombre horrendo. Escribe como te digo:
Sacrílego; Ateo; Truhán; Anticaritativo; Negativo;
Soberbio; Adverso; Tentador ; Ávido; No amigo y Traidor
Todo esto es Satán. Y todo eso son los que están enfermos de satanismo.
Y además de todo esto, también es: seducción, astucia, tinieblas, prontitud, perversidad.
Las 5 letras malditas que forman su nombre están escritas con fuego en su frente fulminada.
Son las 5 características malditas del Corruptor contra las cuales llamean mis 5 Llagas benditas, que con su dolor salvan a quien quiere ser salvado de lo que Satanás inocula continuamente.
Todos los espíritus tenebrosos pueden llamarse “demonio, diablo, belcebú”. Pero sólo Satán es “su” nombre.
Y en el Cielo se lo nombra solamente con ése, porque allí se habla el lenguaje de Dios, con amor fiel aun para indicar lo que se quiere, según el pensamiento de Dios.
Él es el “Contrario”.
El que está contra Dios. El que es el contrario de Dios. Cada una de sus acciones es la antítesis de las acciones de Dios. Y cada uno de sus designios implica llevar a los hombres a ser contrarios a Dios. Eso es Satanás.
Es “el deseo de oponerse a Mí”en acción. A mis tres virtudes teologales opone la triple concupiscencia.
A las cuatro virtudes cardinales y a todas las otras que surgen de Mí opone el criadero de serpientes de sus horrendos vicios.
Y así como, según se dice, la caridad es la mayor de todas las virtudes, del mismo modo afirmo que la mayor de sus antivirtudes, la que me resulta repulsiva, es la soberbia, porque de ella derivó todo el mal.
Por eso digo que, mientras llego a compadecer la debilidad de la carne, que cede al acicate de la lujuria, no puedo compadecer el orgullo que, como nuevo Satanás, quiere competir con Dios.
¿Te parezco injusto? No lo soy.
Considera que, en el fondo, la lujuria es un vicio de la parte más material, que en algunos origina apetitos muy voraces, satisfechos en momentos de embrutecimiento que atontan al individuo.
Pero la soberbia es un vicio de la parte más elevada, consumado con lúcida y aguda inteligencia, un vicio premeditado, duradero. Un vicio que daña la parte del hombre que más se asemeja a Dios.
Un vicio que mancilla la gema que nos ha dado Dios. Un vicio que manifiesta semejanza con Lucifer.
Un vicio que siembra el dolor más de lo que lo hace la carne, porque la carne podrá hacer sufrir a una esposa, a una mujer.
Pero la soberbia puede hacer sus víctimas en continentes enteros y en toda clase de personas. Por culpa de la soberbia ha sido arruinado el hombre y perecerá el mundo.
Por culpa de la soberbia languidece la fe. La soberbia es la emanación más directa de Satanás. He perdonado a los grandes pecadores de los sentidos, porque su espíritu estaba exento de soberbia.
Mas no he podido redimir a […] otros […] porque eran “soberbios”».
Maria Valtorta:
Los cuadernos. 1943; 1944; 1945



Los Cuadernos recogen escritos sobre temas ascéticos, bíblicos, doctrinales, de crónica autobiográfica, además de descripciones de escenas evangélicas y de martirios de primeros cristianos.







“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."