¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
Si quiere evitar sufrimientos innecesarios y cargar con pesos innecesarios en su vida cotidiana, léalo todo sin prisas, vale la pena. Le será útil recordar estos valiosos consejos para los tiempos actuales y los que están por venir…
Introducción
Un ejemplo
Testimonio
1. Primera Señal: Paz profunda
Testimonio
2. Segunda Señal: Coincidencias providenciales
Testimonio:
3. Tercer Signo: Impulso de orar más
Testimonio
4. Cuarta Señal: Crecimiento espiritual
El principio espiritual:
Testimonio
Aplicar los beneficios
Una promesa especial
Testimonio
Una advertencia crucial
Exhortación final
Un último aliento
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«Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana» (Mateo 11, 28-30).
Animo a leer
Queridos hermanos, padres que desean proteger a sus hijos; jóvenes que desean tomar las decisiones correctas; todos ustedes que desean perseverar en el bien, conservar la fe en estos tiempos oscuros; ustedes que desean la ayuda y el consuelo de Dios, sentirlo cerca en todas las situaciones difíciles y angustiosas de la vida, esta lectura podría salvar su vida espiritual e impedirles abandonar la oración justo cuando Dios está a punto de responderles con Sus gracias.
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(Lectura: 11 min.)
Introducción
Santa Teresa de Ávila, a través de sus profundas experiencias místicas y su extraordinario conocimiento de la vida de oración, identificó cuatro signos inconfundibles que demuestran con absoluta certeza que Dios está escuchando sus oraciones, incluso cuando no sienten nada, incluso cuando parece que el cielo es de bronce, incluso cuando la respuesta tarda en llegar y la tentación de rendirse se vuelve casi insoportable.
Lo que aprenderán durante la lectura no son consuelos genéricos ni ánimos vagos, sino criterios espirituales objetivos revelados a Santa Teresa a través de visiones directas de cómo Dios obra en el alma, confirmados por siglos de experiencia en la dirección espiritual, documentados en las vidas de los santos que perseveraron en la oración precisamente porque reconocieron estas señales ocultas y atestiguadas por innumerables almas que estaban a punto de abandonar la oración, pero que al reconocer estas señales perseveraron hasta recibir milagros extraordinarios.
Santa Teresa descubrió algo que la mayoría de los cristianos ignoran por completo: Dios siempre responde a las oraciones auténticas, siempre, sin excepción. Pero Su respuesta no siempre llega de la manera que esperamos, en el momento que deseamos, en la forma que reconocemos inmediatamente. Y esto crea la devastadora ilusión de que Dios no está escuchando, de que nuestras oraciones caen en saco roto, de que estamos abandonados.
Un ejemplo
Imaginen que plantan una semilla en la tierra: después de una semana miran y no ven nada. Después de dos semanas, tampoco ven nada. Después de tres semanas, no hay señales de vida. Lleguen a la conclusión de que la semilla ha muerto, que la tierra es estéril, que su esfuerzo ha sido inútil, pero bajo la superficie invisible esa semilla ya está germinando, las raíces están creciendo, la vida se está preparando para explotar.

Su incapacidad para ver no significa que no esté pasando nada, pero he aquí la verdad que muy pocos comprenden:
La mayoría de las oraciones no reciben una respuesta inmediata visible, no porque Dios no escuche, sino porque Dios está trabajando en profundidad, preparando soluciones mejores que las que imaginamos, eliminando obstáculos invisibles, cambiando circunstancias ocultas, transformando corazones endurecidos.
Y mientras esta obra invisible continúa, hay cuatro señales específicas que indican con certeza que Dios está obrando, que está trabajando incluso en el aparente silencio.
¿Cómo reconocerlas en su vida cotidiana?
¿Qué hacer cuando las identifiquen?
Estas señales podrían cambiar por completo su perspectiva sobre la oración, pero es absolutamente importante que no abandonen la oración incluso cuando sea difícil, así que digan con fe:
“Perseveraré en la oración para demostrar que tengo el valor de seguir orando incluso cuando no siento nada, confiando en que Dios está trabajando por mí en lo invisible.”
Testimonio
Era 1562, y una de las hermanas más devotas de Santa Teresa de Ávila, sor Beatriz, había caído en una devastadora crisis espiritual. Durante meses había rezado intensamente por la conversión de su hermano, que vivía en pecado grave, pero no veía ningún cambio, sino que la situación empeoraba. Sor Beatriz comenzó a dudar:
«Quizás Dios no escucha mis oraciones, quizás soy demasiado pecadora para que Dios me escuche. Quizás es inútil rezar…».
Sor Beatriz estaba a punto de abandonar completamente la oración, desanimada y amargada, pero antes de rendirse acudió a Santa Teresa en busca de consejo espiritual. Santa Teresa escuchó atentamente la historia de Beatriz y, luego, con su don de discernimiento espiritual, dijo algo que lo cambió todo:
«Hija mía, usted piensa que Dios no la está escuchando porque no ve cambios externos, pero se equivoca profundamente. Dios está escuchando, está trabajando intensamente y hay señales claras que lo demuestran, si sabe dónde mirar».
Beatrice, confundida, preguntó:
«¿Qué señales, madre? Yo no veo nada».
Y Santa Teresa, con paciencia maternal, comenzó a explicarle las cuatro señales invisibles, pero objetivas, que demuestran que Dios está escuchando y trabajando. Enseñó a la hermana Beatrice a reconocer estas señales en su propia vida y en la situación de su hermano. La hermana Beatrice, iluminada por esta nueva perspectiva, volvió a rezar con renovada esperanza y continuó durante meses, reconociendo progresivamente cada una de las cuatro señales que Santa Teresa le había enseñado. Y el milagro llegó. Su hermano, inexplicablemente, tuvo de repente una conversión radical. Volvió a la iglesia, se confesó y cambió completamente de vida. Cuando Beatrice le dio las gracias a Santa Teresa con lágrimas de alegría, la santa le dijo:
«Verá, hija mía, Dios estaba trabajando todo el tiempo. Usted no lo veía porque miraba en el lugar equivocado, pero las señales siempre estaban ahí; están ahí cuando rezamos con fe auténtica».
Desde ese momento, Santa Teresa enseñó estas cuatro señales a todas sus hermanas y a cualquiera que le pidiera consejo sobre la oración.
§1
1. Primera Señal: Paz profunda
La Primera Señal inequívoca de que Dios está escuchando su oración, aunque no sienta nada, según Santa Teresa, es que tiene una paz profunda, a pesar de que las circunstancias externas no hayan cambiado. Santa Teresa explicaba:
«Cuando Dios escucha una oración y está trabajando para responderla, lo primero que da es paz interior, no la paz superficial que proviene de circunstancias favorables, sino una paz profunda y sobrenatural que permanece sólida incluso cuando, objetivamente, todo va mal».
Esta paz es la firma de Dios, es la garantía de que Él está controlando la situación. El fundamento bíblico es sólido.
San Pablo escribe: «La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús».
Jesús prometió: «Les dejo la paz, les doy mi paz, no como la da el mundo, yo se la doy a ustedes».
Esta paz divina es un don que siempre acompaña a la escucha de Dios.
Pero, ¿cómo se distingue la paz divina de la simple resignación o indiferencia?
La paz divina tiene estas características.
4 Criterios específicos:
- Permanece constante incluso cuando racionalmente deberían estar ansiosos.
- Convive con la preocupación práctica, pero sin angustia paralizante.
- Les permite dormir tranquilos a pesar de los problemas.
- Genera una confianza inexplicable en que todo irá bien, no depende de cambios externos, sino de una certeza interior.
Si mientras rezan por una situación difícil sienten que esta paz crece en su corazón, aunque la situación objetivamente no haya cambiado todavía, es una señal muy poderosa de que Dios les ha escuchado y está actuando. La paz es un anticipo de la respuesta.
Testimonio
Una mujer con problemas económicos: «Llevaba un año rezando por unos problemas financieros devastadores. Estaba a punto de perder mi casa. Objetivamente, todo empeoraba, pero, curiosamente, mientras seguía rezando, sentía una paz creciente en mi corazón. No podía explicarlo racionalmente, debería haber estado aterrorizada, pero en cambio estaba tranquila. Mis amigos me decían: “¿Cómo puede estar tan tranquila?”. Dos semanas antes del desahucio llegó una solución completamente inesperada, milagrosa. Mirando atrás, comprendí que esa paz era Dios diciéndome: “Estoy trabajando, confíe”».
Pero Santa Teresa advertía:
«Si no tienen esta paz, primero comprueben si están rezando correctamente, si están en pecado mortal, si rezan con presunción, si piden cosas contrarias a la voluntad de Dios, la paz no vendrá porque Dios no puede escuchar oraciones que no estén alineadas con el bien de su alma».
Pero si su oración es correcta y sienten una paz creciente, sigan confiando. Dios está obrando.
§2
2. Segunda Señal: Coincidencias providenciales
La Segunda Señal de que Dios está escuchando su oración por Santa Teresa es que comienzan a producirse pequeñas coincidencias providenciales, aparentemente insignificantes, pero que si prestan atención forman un patrón. Esta es una señal que muchos no reconocen porque buscan milagros espectaculares e ignoran las pequeñas intervenciones divinas.
Santa Teresa explicaba:
«Dios rara vez obra con rayos y terremotos, sino que más a menudo trabaja a través de pequeñas providencias, coincidencias inexplicables, encuentros fortuitos, oportunidades inesperadas. Cuando oran por algo y comienzan a notar que las pequeñas cosas empiezan a alinearse misteriosamente, es Dios quien obra en el tejido oculto de la realidad, preparando la gran respuesta».
Los ejemplos en las Escrituras abundan.
- Ester se encontró casualmente en el lugar adecuado en el momento adecuado para salvar a su pueblo.
- Rut se encontró casualmente con Booz.
- José interpretó casualmente los sueños que le llevaron a salvar a Egipto.
Lo que parece casualidad es la Providencia Divina obrando.
¿Cómo se reconocen estas coincidencias providenciales?
Tienen características específicas, una sincronización perfecta, inexplicable según la pura probabilidad. Traen exactamente lo que necesitaban en ese momento, se conectan misteriosamente con su oración específica, dejan una sensación de asombro y gratitud, se acumulan con el tiempo en lugar de ser eventos aislados.
Testimonio
Un hombre desempleado: «Rezaba para encontrar trabajo después de dos años de desempleo. No obtuve una respuesta inmediata, pero empecé a notar pequeñas cosas extrañas. Un antiguo compañero de universidad al que no veía desde hacía veinte años me escribió casualmente en una red social. Mientras hablábamos, mencionó casualmente que su empresa buscaba a alguien con mis habilidades. La entrevista se fijó casualmente en el día y la hora perfectos. El jefe que me entrevistó conocía casualmente a mi padre y lo estimaba. Conseguí el trabajo. Mirando atrás, nada fue realmente casual. Fue Dios quien orquestó cada detalle en respuesta a mis oraciones».
Pero Santa Teresa advertía:
«No se vuelvan supersticiosos, viendo la intervención divina en cada pequeña cosa. Usen el discernimiento. Pero cuando oren intensamente y empiecen a notar sincronías que se acumulan, reconozcan la mano de Dios y den gracias por cada pequeño paso hacia la respuesta completa».
§3
3. Tercer Signo: Impulso de orar más
El Tercer Signo de que Dios está escuchando su oración, según Santa Teresa, es que sienten un deseo creciente de orar más en lugar de desanimarse. Esto es paradójico, pero muy poderoso. Cuando Dios está obrando, aunque no vean resultados, en lugar de desanimarse y orar menos, sienten un misterioso impulso de orar aún más. Santa Teresa explicaba:
«Cuando Dios escucha una oración, atrae al alma cada vez más profundamente hacia la propia oración. Es como si Dios dijera: “Acérquese más, rece con más intensidad porque estoy preparando algo grande y necesito su cooperación continua”».
Si sienten este impulso creciente de orar, es una señal segura de que Dios está obrando. El fundamento espiritual, la verdadera oración, no es solo que nosotros hablemos con Dios, sino que Dios atraiga el alma hacia sí. Cuando Dios quiere darnos algo grande, aumenta nuestro deseo de orar porque sabe que la gracia fluye a través del canal de la oración fiel. Si el deseo crece en lugar de disminuir a pesar del aparente silencio, es Dios quien les está preparando para la respuesta.
¿Cómo se distingue este deseo auténtico de la obstinación terca o la compulsión ansiosa?
Santa Teresa invitaba a observar estos criterios:
«El deseo auténtico va acompañado de paz, no de ansiedad. Les hace orar con alegría, no con pesadez. Es constante, no intermitente. Les hace orar por la gloria de Dios, no solo para obtener lo que quieren. Les hace más humildes, no más presuntuosos.
Por el contrario, si reza por algo y con el tiempo el deseo de rezar disminuye, si encuentra cada vez más excusas para no rezar, si la oración se convierte en una carga insoportable, esto puede ser una señal de que esa oración específica no es la voluntad de Dios o de que está rezando con una disposición equivocada».
Testimonio
Una mujer casada: «Rezaba por la conversión de mi esposo, que estaba alejado de la fe. Pasaban los meses sin resultados visibles, pero, curiosamente, en lugar de desanimarme, sentía un deseo creciente de orar por él. Me despertaba por la noche con el impulso de orar. Durante el día pensaba constantemente en él y oraba. Continué así durante dos años. El deseo nunca disminuyó. Entonces, de repente, inexplicablemente, mi esposo tuvo una profunda experiencia espiritual y volvió completamente a Dios. Era como si Dios hubiera alimentado ese deseo de orar porque sabía que la conversión requería mucho tiempo y no quería que yo abandonara».
Pero Santa Teresa advertía:
«Si sienten este deseo creciente, cédanle, no se resistan con racionalizaciones. No digan: “Es inútil seguir orando, Dios no responde” . Ese es el enemigo que intenta que abandonen justo cuando Dios está a punto de responder. Cuando el deseo de orar crece misteriosamente, es Dios quien les está guiando. Sigan ese deseo fielmente».
§4
4. Cuarta Señal: Crecimiento espiritual
La Cuarta Señal de que Dios está escuchando su oración por Santa Teresa es que están experimentando un crecimiento espiritual personal, aunque la situación por la que oran aún no cambie. Esta es quizás la señal más profunda e importante de todas.
Santa Teresa explicaba:
«A menudo Dios retrasa la respuesta a nuestra oración, no porque no quiera escucharnos, sino porque primero quiere prepararnos. Quiere que crezcamos espiritualmente hasta estar listos para recibir lo que pedimos».
Cuando notan que, mientras rezan por algo, se están convirtiendo en personas mejores, más pacientes, más confiadas, más caritativas, es una señal segura de que Dios está trabajando primero en ustedes y luego en la situación.
El principio espiritual
Dios está más interesado en su santificación que en su comodidad. Quiere darles no solo lo que piden, sino también la manera de santificarse. A menudo esto requiere que ustedes cambien antes de que cambie la situación. La oración los transforma y esa transformación es parte esencial de la respuesta.
¿Cómo se reconoce este crecimiento espiritual?
Manifestaciones concretas: se vuelven más pacientes con las personas difíciles. Situaciones que antes les enfadaban, ahora las afrontan con calma. Confían en Dios incluso cuando racionalmente no ven solución. Son más generosos, más compasivos, más atentos a las necesidades de los demás.
La oración misma se vuelve más profunda, más auténtica. Sienten una transformación interior que no pueden explicar. Si han estado orando por algo durante mucho tiempo y no ven cambios externos, pero notan cambios internos profundos en ustedes mismos, no se desanimen. Dios está trabajando, primero los está cambiando a ustedes, porque saben que cuando llegue la respuesta estarán listos para recibirla santamente.
Testimonio
Un joven que quería casarse: «Llevaba tres años rezando para encontrar novia, para casarme. No pasaba nada, pero durante esos tres años Dios trabajó profundamente en mí. Me volví más maduro, más responsable, más capaz de amar de verdad en lugar de egoístamente. Al final del tercer año conocí a la mujer que hoy es mi esposa. Si la hubiera conocido tres años antes, no habría estado preparado. Lo habría arruinado todo con mi inmadurez. Dios retrasó la respuesta para prepararme».
El crecimiento espiritual en esos tres años fue la respuesta más importante de la propia oración. Pero Santa Teresa advertía:
«No confundan el auténtico crecimiento espiritual con la simple resignación fatalista. El verdadero crecimiento es activo, dinámico, produce frutos visibles. Si después de años de oración simplemente son más amargados, más cínicos, más cerrados, eso no es crecimiento, sino regresión. Significa que están orando mal o que deben cambiar algo».
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Aplicar los beneficios

Santa Teresa también enseñaba qué hacer cuando reconocen estas cuatro señales en su vida.
- Primero: Den gracias a Dios inmediatamente por el hecho de que está obrando. La gratitud anticipa la respuesta completa.
- Segundo: Sigan orando con renovada perseverancia. Nunca abandonen cuando vean las señales.
- Tercero: Compartan estas señales con otros que oran con ustedes. Compartir fortalece la fe comunitaria.
- Cuarto: Documenten las señales. Si pueden, escríbanlas cuando las noten. Con el tiempo, verán un patrón claro que fortalecerá su fe.
- Quinto: intensifiquen la oración en lugar de relajarse. Cuando vean señales de que Dios está trabajando, es hora de orar aún más, no menos.
- Sexto: manténganse abiertos a que la respuesta pueda llegar de una forma diferente a la que imaginan. Dios siempre responde, pero no siempre como esperamos.
Santa Teresa prometía:
«Quien reconozca estas cuatro señales y persevere fielmente en la oración, siempre recibirá respuesta: tal vez no inmediatamente, tal vez no exactamente como se pidió, pero siempre según la voluntad perfecta de Dios, que conoce mejor que nosotros lo que realmente necesitamos».
Una promesa especial
También hay una promesa especial para quienes rezan con especial perseverancia.
Santa Teresa enseñaba que ciertas oraciones requieren lo que ella llamaba “asedio espiritual”. Al igual que un ejército que asedia una ciudad y no se retira hasta conquistarla, ciertas gracias requieren una oración persistente que nunca se rinde. El mismo Jesús enseñó parábolas sobre esto: la viuda importuna que obtuvo justicia por pura perseverancia, el amigo que llama a medianoche hasta que el otro abre. Estas parábolas no significan que Dios sea reacio. Significan que la perseverancia en la oración nos transforma y nos prepara para recibir la gracia.
Testimonio
Una familia oraba para obtener la curación: «Llevábamos siete años orando por la curación de nuestra hija de una enfermedad rara. Siete años. Hubo momentos en los que quisimos abandonar, pero seguimos observando las cuatro señales. Teníamos una paz inexplicable. Las pequeñas providencias continuaban. El deseo de orar nunca disminuyó. Estábamos creciendo espiritualmente como familia. Seguimos orando fielmente. Al octavo año, la curación llegó de forma repentina, milagrosa e inexplicable. Los médicos lo llamaron remisión espontánea. Sabemos que fue Dios quien respondió después de prepararnos a través de esos ocho años de oración perseverante.
Una advertencia crucial
Santa Teresa también hizo una advertencia final crucial: “no todos los silencios de Dios son iguales”.
Hay un silencio que significa: “Estoy trabajando, pero lo que piden no es lo mejor para ustedes, los estoy guiando hacia otro lugar”.
¿Cómo distinguirlo?
Si veis las cuatro señales que hemos comentado, se trata del primer tipo de silencio. Dios está trabajando, seguid adelante. Pero si no veis ninguna de estas señales, si sentís una amargura creciente, si la oración se vuelve imposible, si vuestra vida espiritual retrocede, entonces tal vez sea el momento de reconsiderar por qué estáis orando. Quizás Dios les está guiando a orar por algo diferente. En ese caso, oren:
“Señor, si lo que pido no es tu voluntad, cambia mi corazón, enséñame a querer lo que tú quieres. Dame la gracia de abandonarme a tu perfecta voluntad.”
Esta oración de abandono es a veces la mayor respuesta que podemos recibir.
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Exhortación final
Si han estado orando por algo durante mucho tiempo y les parece que Dios no les escucha, antes de abandonar, comprueben las cuatro señales:
- Tienen una paz profunda, a pesar de todo.
- Comienzan a producirse pequeñas providencias.
- El deseo de orar crece.
- Está creciendo espiritualmente.
Si tiene una o más de estas señales, Dios está escuchando, está trabajando. Continúe fielmente. Nunca abandone la oración basándose en las apariencias. Las apariencias engañan. El mundo espiritual invisible es la realidad primaria. Si las señales están ahí, Dios está trabajando, aunque usted aún no vea nada. Como la semilla bajo tierra que brota invisiblemente, Dios está preparando un milagro que estallará en el momento adecuado. Hagan esto hoy mismo. Reexaminen la situación por la que están orando. Busquen las cuatro señales. Si las encuentran, den gracias a Dios, que está trabajando. Si no las encuentran, reexaminen la oración misma. Quizás deban orar de otra manera o por algo diferente.
Recuerden siempre: Dios siempre escucha las oraciones auténticas, siempre. Incluso cuando parece que hay silencio, Él obra. Confíen, perseveren, la respuesta llegará. Que el Señor fortalezca su fe, que aumente su perseverancia, que les dé ojos para ver las señales ocultas y que la respuesta a sus oraciones llegue abundante y gloriosa. Oren sin cansarse.
Un último aliento
Para cualquier situación difícil, trágica o aparentemente «imposible», además de la situación en sí, pidan siempre una gracia adicional (posiblemente en estado de gracia) que el Señor nunca rechaza y que la muerte no puede destruir: la salvación eterna de sus seres queridos, cercanos y lejanos, buenos y malos. Pónganlos a salvo para la eternidad, aunque la vida temporal en la tierra sea turbulenta.
Para estar seguros de que se les concederá, aunque pidan esta gracia solo una vez por una persona, pídanla a través del Inmaculado Corazón de María, Corredentora, Mediadora de todas las Gracias a quien el Señor no niega nada simplemente diciendo:
“Señor Jesús, pase lo que pase en la vida de (nombre, hijo/a, ser querido, etc.), os ruego que le concedáis la salvación del alma, os lo pido por el Inmaculado Corazón de María, Vuestra y Nuestra Madre. Jesús, confío y espero en vos. Amén.”
Confíen y encomienden con fe, esperanza y caridad a sus seres queridos a la protección de María Santísima, de San José, custodio de la Sagrada Familia, de San Miguel Arcángel y sus legiones y a sus Ángeles Custodios.
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Comparta con sus seres queridos, amigos y conocidos que estén pasando por dificultades, presionados por el pesimismo y el desánimo, esta ayuda espiritual que el Señor nos da a través de Santa Teresa de Ávila. Vaya en paz llevando en su corazón esta poderosa verdad.
Santa Teresa de Ávila, ruega por nosotros.








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."