¡Conviértanse, es urgente! “Yo no me canso mientras yo tenga vida, mientras Cristo me tenga con vida, voy a gritar, a gritar siempre: ¡Hermanos conviértanse! ¡Hermanos por favor conviértanse, es urgente! ¡No pierdan tiempo, es urgente! ¿Por qué? Porque muchos esperan grandes acontecimientos poco a poco. ¡No! ¡Los grandes acontecimientos se van a dar en pocos días! ¡Todos! Y vendrá el Aviso! [...] Confiemos en la palabra de Cristo, y pedimos el discernimiento al Espíritu Santo para no tomar decisiones equivocadas" –Luz de María.****
(S724) Haces la señal de la cruz ante de leer
§1: El mundo marcha hacia su ruina…
§2: Mis hijos, sed muchos para no abandonarme…
§3: En el altar se repite, idéntico, el Santo Sacrificio…
§4: Vigilad, estad en guardia…
§5: No faltéis más a la Misa dominical…
§1
«Mis queridos Hijos, Mi Alma está afligida porque el mundo marcha hacia su ruina. Los hombres no hacen caso de Mi Enseñanza, de Mis advertencias, de Mi Presencia con ellos.

En general, Me desprecian, Me rechazan y Me abandonan. Incluso muchos de mis sacerdotes ya no Me conocen y Yo estoy solo, abandonado en Mi Agonía, abandonado en Mi Pasión y abandonado en Mi Cruz.

Mi Madre, San Juan y las santas mujeres no Me abandonaron, Me asistieron, escucharon Mis últimas palabras y Mi Madre Me recibió de rodillas cuando bajé de la Cruz.
§2
Mis queridísimos hijos, sed muchos para asistirme, para no abandonarme, para permanecer junto a Mí. Yo estoy siempre en la Cruz, durante toda la vida del mundo, porque en cada Santa Misa se renueva Mi Sacrificio. En cada Santa Misa, Me ofrezco a Mi Padre Celestial por el perdón de la humanidad, la vuestra, y si asistís a Misa como las santas mujeres y como San Juan asistió a Mi Crucifixión, entraréis en Mi Cielo al final de vuestros días.

Mi pueblo no reía ni charlaba durante aquellas 3 horas de gran sufrimiento, no, estaban tendidos hacia Mí, rezando y llorando, y contemplándome porque, sí de verdad, aquella hora fue conmovedora y tan impresionante.
El cielo se oscureció, la noche cayó sobre la tierra, la cortina del Templo se rasgó de arriba abajo, los terremotos partieron las rocas, las tumbas se abrieron y el miedo se apoderó de todos los que estaban alrededor. El centurión y los guardias, aterrorizados, dijeron: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (Mt 27,54).
Ninguno de Mis huesos se quebró, como tampoco se quebró ninguno de los huesos del cordero pascual judío: Yo era verdaderamente el Cordero pascual, crucificado y ofrecido para la redención de todos los hombres.
§3
Pensad en esto, meditadlo en cada Misa, y sabed que en el altar se repite, idéntico, el Santo Sacrificio.
Es el mismo Sacrificio, es la misma ofrenda a Mi Padre Celestial, es el mismo don de todo Mí mismo que no ceso de ofrecer a través de las manos del sacerdote que, en el altar, es otro Cristo, el único Cristo, Yo, el Señor Jesús.
Él dice «este es Mi Cuerpo, esta es Mi Sangre», no dice nada más y, en la Cruz, Yo terminé de vaciarme de Mi Sangre. La última gota fue la de Mi Sagrado Corazón, atravesado por la lanza, que, con el agua, mostraba hasta qué punto Mi Sacrificio era la sepultura de todos los pecados del mundo, su perdón, su limpieza. Sí, por Mi Sacrificio y por el Sacramento del Bautismo, hago a todas las almas blancas y bellas, puras y nobles, y algunos santos las han conservado así, inmaculadas y santificadas.
§4
Sed santos, amadísimos hijos Míos, vigilad, estad en guardia porque el Maligno merodea y nadie está a salvo. Es un insinuador, un mentiroso, un embaucador, un ladrón, un asesino.

Si os promete riquezas a cambio de vuestra persona, sabed que en el infierno seréis infinita, total y miserablemente pobres.

La riqueza que os promete no os seguirá al infierno donde seréis despojados de todo, de vuestras posesiones, de vuestra personalidad, de vuestro cuerpo, porque los condenados no tendrán parte en la Resurrección General de los cuerpos [1].
La Resurrección de los cuerpos es una gracia inmensa, y el Señor, el Santo de los Santos, os ha mostrado el camino que debéis seguir para participar como Él en todas las gracias celestiales.
§5
Hijos Míos, no faltéis más a la Misa dominical, los Mandamientos de Dios os obligan a ello: “El día del Señor guardad, sirviendo devotamente a Dios”.

El día del Señor es el domingo y es este día el que debéis guardar. El sábado por la noche no es domingo y los Mandamientos de Dios no pueden ser cambiados por el hombre.
Amad a Dios, obedecedle, deseadle, adoradle.
Os bendigo, Mis queridos hijos, os amo y quiero que seáis santos.
En el Nombre (+) del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Así sea..
Vuestro Señor y vuestro Dios.»
- Catecismo de la Iglesia Católica, Artículo 11:
“Creo en la resurrección de la carne”El sentido de la muerte cristiana:
- 1010 – Gracias a Cristo, la muerte cristiana tiene un sentido positivo. «Para mí vivir es Cristo y morir una ganancia» (Flp 1,21). «Cierta es esta palabra: si morimos con él, también viviremos con él» (2 Tim 2,11). Aquí radica la novedad esencial de la muerte cristiana: por el Bautismo, el cristiano ya ha «muerto con Cristo» sacramentalmente, para vivir una vida nueva; y si morimos en gracia de Cristo, la muerte física consuma este «morir con Cristo» y realiza así nuestra incorporación a Él en su acto redentor.
- 1013 – La muerte es el fin de la peregrinación terrena del hombre, es el fin del tiempo de gracia y de misericordia que Dios le ofrece para realizar su vida terrena según el plan divino y para decidir su destino último. Cuando termine el único curso de nuestra vida terrena, no volveremos a vivir más vidas terrenas. “Está establecido que los hombres mueran una sola vez” (Heb 9:27). “No hay «reencarnación” después de la muerte.
- 1014 – La Iglesia nos anima a prepararnos para la hora de nuestra muerte (“De la muerte súbita, líbranos, Señor”: antiguas Letanías de los Santos), a pedir a la Madre de Dios que interceda por nosotros “en la hora de nuestra muerte” (Ave María) y a encomendarnos a San José, patrono de la buena muerte.
En resumen:
- 1015 – «La carne es el quicio de la salvación». Creemos en Dios creador de la carne; creemos en el Verbo hecho carne para redimir la carne; creemos en la resurrección de la carne, cumplimiento de la creación y redención de la carne.
- 1016 – Con la muerte el alma se separa del cuerpo, pero en la resurrección Dios volverá para dar vida incorruptible a nuestro cuerpo transformado, reuniéndolo con nuestra alma. Como Cristo resucitó y vive para siempre, así resucitaremos todos en el último día.
- 1017 – «Creemos […] en la verdadera resurrección de la carne que tenemos ahora. Sin embargo, mientras se siembra un cuerpo corruptible en el sepulcro, resucita un cuerpo incorruptible, un «cuerpo espiritual» (1 Cor 15,44).
- 1018 – Como consecuencia del pecado original, el hombre debe sufrir «la muerte corporal, de la que estaría exento si no hubiera pecado».
- 1019 – Jesús, el Hijo de Dios, sufrió libremente la muerte por nosotros en total y libre sumisión a la voluntad de Dios, su Padre. Con su muerte venció a la muerte, abriendo así a todos los hombres la posibilidad de la salvación.
- El Tercer Mandamiento:
“Acuérdate de santificar las fiestas (el Día del Señor)”- (Marcos 16, 9-10): Jesús, que había resucitado a la mañana del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena. Ella fue a contarlo a los que siempre lo habían acompañado, que estaban afligidos y lloraban.
- (Mateo 28, 1-2): “Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Angel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella.”
- (Juan. 20, 1, 14-15): “El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro, y vio que la piedra había sido sacada. […] Se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le preguntó: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”
Advertencia:
- El Señor Jesús resucitó el día después del sábado (día de descanso observado por el pueblo judío), por eso el domingo para los católicos es el día del Tercer Mandamiento: “Acuérdate de santificar las fiestas”.
- Misa de Vísperas o Misa del sábado por la tarde… cuidado con abusar, el domingo es el Día del Señor: “En los últimos tiempos se tiende cada vez más a asistir a la Misa del sábado por la tarde en lugar de la Misa del domingo. Sin embargo, hay que tener cuidado de no abusar de esta posibilidad. La de participar en la Misa de Vísperas, comúnmente llamada «prefestival», en lugar de la Misa dominical, es una tendencia de la que muchos fieles tienden a abusar. Para comprender mejor este concepto, hay que remontarse a las razones por las que se introdujo y, sobre todo, redescubrir las circunstancias reales en las que se dio esta oportunidad.
- La Misa de Vísperas, fue Pío XII quien la introdujo: La Misa de Vísperas fue introducida por el Papa Pío XII mediante dos decretos: la Constitución Christus Dominus del 6 de enero de 1953 y el Motu porprio Sacram Communionem del 19 de marzo de 1957. A través de estos dos decretos, el entonces Pontífice introdujo también otra importante novedad: la reducción del ayuno eucarístico a tres horas. Pocos años después, en 1972, los obispos italianos, durante el pontificado de Pablo VI, establecieron que la misa dominical y festiva podía adelantarse al día anterior.
- Los Obispos explicaron cuándo era posible anticipar: Pero, a este respecto, hay que tener en cuenta, con mucho cuidado, las recomendaciones que los Obispos dictaron en aquel año. En efecto, el Colegio Episcopal recomendaba no hacer uso de la celebración previa a las vacaciones a no ser que existieran “graves motivos familiares o profesionales“. Por tanto, es bueno hacer uso de esta posibilidad concedida, sólo en el caso de motivos graves y compromisos inaplazables, que imposibiliten la asistencia dominical. (Fuente: lalucedimaria.it)
Fuente srbeghe.blog








“Si supierais cómo resplandecéis después de acercaros debidamente al Sacramento de la Confesión. (Jesús) está en el Confesionario y escucha cada palabra, ve en cada rincón de vuestro corazón y está deseoso de otorgar las gracias inherentes a Su Perdón.
“¡Os pido Mis hijos predilectos que paréis esta abominación! ¡No más ministros extraordinarios de la Eucaristía! ¡No más comuniones distribuidas por laicos, ni más comuniones en la mano!”



"Padre Celestial, hoy rindo mi corazón a Ti. Ayúdame a ser Tu instrumento en el mundo. Cúbreme con la Preciosa Sangre de Tu Divino Hijo. Protégeme de todo mal. Protégeme de cualquier plan maligno que Satanás pueda tener para mí el día de hoy. Revísteme de Tu Divina Voluntad. Amén"
"Santísima Madre de Dios, María, Protectora de la Fe, resguarda mi fe en el refugio de Tu Inmaculado Corazón. En él, protege mi fe de cualquier merodeador. Muéstrame las amenazas a mi fe y ayúdame a vencerlas. Amén"
"Me coloco en la presencia de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y por el poder de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, rompo, desbarato, pisoteo, aniquilo e invalido y cancelo de mi ser físico, síquico, biológico y espiritual, toda maldición que haya sido puesta sobre mí, sobre mi familia y árbol genealógico, por cualquier persona, familiar o antepasado por medio del ocultismo o espiritismo. Por el poder de la Sangre Preciosa de Nuestro Señor Jesucristo y por la intercesión de la Santísima Virgen María, San Miguel, San Gabriel, y San Rafael, rompo e invalido toda maldición, cualquiera que sea su naturaleza en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén (Repetir 3 veces la oración)"
"Oh Jesús de la Divina Misericordia, escucha mis súplicas hacia Ti, pues estoy aquí para hacer tu voluntad."
"Oh Glorioso Patriarca San José, Padre adoptivo de Jesús y Esposo Humilde y Casto de María; poderoso intercesor de las almas y guardián Fiel de la Iglesia; acudimos a vos, amado Padre, para que te dignes ampáranos y socorrednos en la lucha espiritual contra los enemigos de nuestra alma. Ven en nuestro auxilio y por tu humildad y pureza, líbranos de todo mal. San José terror de los demonios, venid en mi auxilio (3 veces)."
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén"
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el Cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo; tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma al espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.
"Oh, Corazones de Jesús y de María; me consagro, consagro mi familia y al mundo entero, a vuestros Amantísimos Corazones. Atended a la súplica que os hago y aceptad nuestros corazones en los Vuestros, para que seamos librados y protegidos nosotros y el mundo entero de toda maldad y de todo pecado. Que la protección de vuestros Dos Corazones, sean refugio, fortaleza y amparo, en las luchas espirituales de cada día. Que el poder de vuestros Dos Corazones, irradie al mundo para que sea protegido de la maldad y el pecado. Nos consagramos voluntariamente y consagramos a la humanidad entera avuestros Corazones; seguros y confiados por vuestra Gran Misericordia, de obtener la victoria sobre las fuerzas del mal en este mundo, y la Gloria Eterna en el Reino de Dios. Amén."