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Segundo Mensaje del Padre Eterno relativos a la purificación, a la inminente Parusía, al Reino de la Paz

La convulsión general se acerca a pasos agigantados, en parte porque se acelerarán los acontecimientos gracias a vuestra oración, y por otra parte, porque el enemigo no se ha de quedar con los brazos cruzados. Los desastres naturales se harán cada vez más intensos y eso provocará una gran pérdida de vidas humanas

(Leer todo...)  Segundo Mensaje del Padre Eterno relativos a la purificación, a la inminente Parusía de Nuestro Señor Jesucristo, al Reino de la Paz, y sobre todo el patético y a la vez amoroso llamamiento que se nos hace a la conversión.

Segundo Mensaje (enlace al primer mensaje al final)

"La convulsión general se acerca a pasos agigantados, en parte porque se acelerarán los acontecimientos gracias a vuestra oración, y por otra parte, porque el enemigo no se ha de quedar con los brazos cruzados, como decís humanamente. Los desastres naturales se harán cada vez más intensos y eso provocará una gran pérdida de vidas humanas, pero lo que más os debe interesar, como hijos míos y viviendo la necesidad de la salvación de las almas de vuestros hermanos, es que el maligno acrecentará su fuerza destructiva para hacer que vuestra alma vaya perdiendo la Fe en Mí que aún le quede.

Vuestro alrededor se volverá putrefacto. La hediondez de los cuerpos y de los espíritus inmundos os darán nauseas. Querréis morir del horror al ver cómo vuestro Mundo cambia su fisionomía, pero os pido mantengáis la paz y la confianza en Mí, vuestro Dios A través de los siglos, habéis de recordar como mi pueblo ha sufrido muchos escarnios.

Mi Iglesia ha sufrido muchos ataques. Mi Santo Nombre ha sido pisoteado por muchos. La tibieza y la maldad han destruido, en muchas familias del pasado la espiritualidad, y eso ha hecho que vuestro Mundo haya perdido su poder de lucha contra las fuerzas del mal. La vida se ha degenerado, no tenéis la calidad de vida que debierais, la que Yo he deseado para todos vosotros; pero vuestro olvido al bien y vuestra aceptación al mal, os ha llevado a vivir como ahora estáis Yo no He querido, en lo absoluto, que vosotros padecierais lo que ahora estáis viviendo.

Os he recordado, a través de los siglos, vuestras obligaciones y, en la gran mayoría de los casos, esos recordatorios de amor fueron pagados con el asesinato de mis mensajeros y, de entre ellos, el más importante, a Mi propio Hijo Jesucristo. Obviamente sabéis que el príncipe de este mundo no quiere que el Amor Verdadero sea llevado a todos los rincones de la Tierra; él ha luchado y seguirá luchando hasta el final, hasta el tiempo que se le ha permitido, para tratar de destruir Mi Santo Nombre, de las almas de todos vosotros.

Él no permitirá, hasta donde pueda, la salvación de vuestra alma para que podáis regresar triunfantes al Reino de los Cielos, a gozar por toda la Eternidad lo que él perdió por su pecado de soberbia, soberbia que aún sigue destilando como veneno mortal entre todos vosotros para separaros de Mí y así, también vosotros, sigáis la misma suerte que él y sus ángeles malos obtuvieron por ponerse en contra mía, en contra del Amor. Entended, hijitos míos, que Yo, vuestro Dios, siendo todo Amor, Dulzura, Ternura, Delicadeza, me molesta grandemente el hablaros de todos los desastres que se os avecinan; pero recordad las palabras de Mi Hijo Jesucristo: "No temáis a aquel que pueda matar vuestro cuerpo; temedle a aquel que pueda matar vuestra alma".

El maligno sabe el valor de vuestra alma, y sabe perfectamente el daño que Me causa al robarme un alma y llevarla a la perdición eterna. En estos momentos, hijitos míos, deberéis acrecentar vuestra oración, penitencia, ayuno, obras de caridad para con los que irán perdiendo sus pertenencias materiales; pero, sobre todo, deberéis acrecentar vuestra oración para que Mi Santo Espíritu pueda habitar perfectamente en vuestro corazón, y así Él pueda transmitir Mí Amor y los medios seguros de salvación a través de vuestra presencia y ejemplo entre vuestros hermanos.

Ahora es cuando deberéis dar un bello ejemplo de la vida espiritual que lleváis en vuestro corazón y que Yo he preparado por siglos para que ahora seáis verdaderos testigos de la Fe y del amor de vuestro Dios, para la salvación del género humano Hijitos míos, vuestra vida del alma, vuestra vida eterna pende de un hilo, el hilo de vuestra donación libre y voluntaria a Mi Voluntad. Es un hilo de oro el que os está sosteniendo; es Mi Vida Misma la que quiere encarnarse en todos vosotros; sólo así, al permitirme usar mi Poder de Salvación, mi Poder de Amor a través vuestro, en cada uno de vosotros, podremos vencer a las huestes infernales.

Deberéis reconocer, con humildad, que vuestras fuerzas y capacidades humanas son muy limitadas, a causa del pecado que os cubre y el cual, en la mayoría de vosotros, os inhibe el crecer en la vida espiritual, porque se os ha hecho muy cómodo el no luchar contra las fuerzas del mal, ya que se han hecho parte y costumbre de vuestra vida diaria.

Mientras no recapacitéis, entendáis y contraataquéis con la vida de la Gracia, con Mis Fuerzas de Amor y de Sabiduría Divina, no podréis vencer su fuerza maléfica. Ved y entended, hijitos míos vuestra pequeñez y la necesidad que tenéis de ayuda Divina para la resolución de los problemas espirituales y mundiales que ahora estáis padeciendo y que se acrecentarán si no ponéis el remedio. Ya os lo he repetido y no me cansaré de hacerlo, porque sois necios y rebeldes como el pueblo antiguo, pero sabed que soy vuestro Padre, que os amo hasta lo infinito como Soy, y que seguiré insistiéndoos a que reflexionéis y aceptéis vuestra salvación, la cual Me conviene más a Mí que a vosotros, porque el saber que al salvaros os voy a consentir con Mi Amor por toda la Eternidad, ello Me llena de júbilo infinito; os amo, hijitos míos, ¡os amo de verdad. Voltead a todos lados, ved la realidad que estáis viviendo y reconoced que no podéis vosotros, ni vuestras autoridades mundiales, detener lo que ya se desencadenó.

Sólo Yo, vuestro Dios, con vuestra ayuda humilde, podré lograrlo, porque en Mí está todo el poder y toda la Gloria y sólo Yo tengo la facultad de detener el poder destructivo del maligno, pero Yo no os podré salvar si vosotros así no lo consentís. Hasta que en humildad no os reconozcáis pequeños, indefensos, pecadores y necesitados de Mí Fuerza en el Amor; entonces será cuando venga el Gran Cambio. Por favor, adelantad el tiempo del triunfo, Mi Triunfo, para poder regalaros con la inmensidad de Mis Regalos de Amor, para todos vosotros. El ansia de amaros profundamente, ya como almas glorificadas y vencedoras, Me quema Mi Corazón con el Fuego de Mi Amor Venid todos, venid a los brazos ansiosos de amar de vuestro Padre Celestial.

Dad el último paso triunfal en esta carrera de amor, la cual estáis ahora cumpliendo y terminando en la Tierra. La meta se acerca y los que quedéis, gozaréis de grandes, muy grandes bendiciones en vuestro cuerpo y alma; y los que hayáis dado vuestra vida mortal por dar vida espiritual y para que se dé rápidamente Mi Advenimiento de Amor sobre la tierra, vuestro premio en el Reino de los Cielos será tremendo, grandísimo, porque Yo así pago el bien que se me hace Hijitos míos, hay suficiente Gloria, hay suficiente Amor para ser derramado sobre cada uno de vosotros por toda la Eternidad.

Venid TODOS, aún los más agobiados por cargas de pecados pasados. Ahora es el tiempo del Gran Derrame de Amor y Misericordia de Mi Corazón Inmaculado. Arrepentíos de corazón, ved vuestras faltas pasadas y en profunda humildad presentádmelas para que Yo las lave con la Sangre del Cordero y así os dé el regalo de la Salvación eterna. No temáis ni hagáis caso a las insidias del mal que os hará creer que no tenéis salvación por vuestras faltas graves pasadas, el poder de perdón de mi Corazón Misericordioso es INFINITO, y vuestros pecados, por más graves que lo sean, nunca sobrepasarán el Poder de mi Misericordia. Acercaos con confianza y arrepentimiento como lo hacen los pequeños después de haber cometido una travesura. Pero sí: presentando vuestro corazón humilde y arrepentido, y yo os libraré de la carga del mal y de su ataque.

Sólo os pido y os insisto: ¡Venid! y os encontraréis con un Padre amoroso que os comprenderá y os hará sentir bien por vuestro arrepentimiento y así no encontraréis al juez severo, que será sólo para aquellos que, aún sabiendo y reconociendo el poder del perdón de mi Misericordia Infinita, se enterquen en seguir pecando y negándome su salvación. Que Mi Amor, Mi Gracia y Mi Bendición Infinitas os cubran y os llenen de Sabiduría para que os permitan reconocer el valor de Mi Vida de Amor que os habita a cada uno de vosotros.”

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Fuente: Sagrados Corazones