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Regresad a mí, mis pequeños; el tiempo que queda es muy corto para vuestra conversión

Hijitos Míos, las horas tristes de las tinieblas se acercan. Viviréis la pasión, muerte y resurrección de Mi Iglesia y de Mi Espiritualidad en el mundo, y al final, vosotros mismos os juzgaréis frente a Mí, vuestro Dios

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(11-04-2000) - Mensaje dado por Dios Padre a Julián Soto, el Discípulo

“Hijitos míos, yo soy vuestro Dios. Yo soy el Alfa y el Omega, los que están conmigo pronto encontrarán la satisfacción, por haber confiado en Mí. Los que estén en contra mía, recibirán el castigo ganado por su libre y soberbio error, ya que de Mí sólo ha salido amor, compasión, ayuda y deseo perenne de regresar a Mis hijos al Reino Celestial.

La hora en que las trompetas sonarán para todo el género humano, ya están a las puertas. En breve, cuando nadie así lo espere, el Hijo del Hombre ha de regresar en toda su Gloria rodeado, para juzgar a vivos y muertos.

Mucho Amor, toda La Sangre de Mi Hijo, Mi Misericordia, Mi Paciencia Divina, Mi Gracia, todo se ha derramado buscando vuestro abandono a Mi Voluntad, vuestra humildad y el arrepentimiento de vuestros pecados. Pocos son los que han escuchado y, menos aun los que han aceptado Mi llamado a la conversión.

Los Cielos se abrirán y todo ojo verá a mi Hijo sentado en su Trono lleno de Gloria. Las trompetas angelicales avisarán a los cuatro vientos, y toda alma sobre la Tierra se dará cuenta de la Presencia Divina de Mi Ser, en Mi Hijo. Toda creatura reconocerá a su Dios y toda rodilla se doblará. Por un lado habrán llantos y lamentos; por otro, agradecimientos y aleluyas. Por fin el Hijo del Hombre vendrá a reclamarle al príncipe de este mundo lo que a Él le pertenece. Le arrebatará las almas que pertenecen al Cielo y les cederá a todas aquellas que, apartadas de Mi Gracia, por voluntad propia, aún en esos momentos me estarán maldiciendo.

Muchas otras almas, perteneciendo a otras ideologías, reconocerán en mi Hijo, al Salvador, quien había dejado ya Su Amor en medio de su corazón, y así Mi Pueblo se unificará en un sólo pensamiento y en una sola Palabra, la Mía. Mi pueblo volverá a reconocerme como su Creador y a mi Hijo como su Redentor.

La cizaña será quemada en el fuego eterno. Los ángeles malos se llevarán consigo a sus presas; almas que, a pesar de haberMe tenido, haberMe escuchado en infinidad de ocasiones, almas que tuvieron muchas oportunidades dadas por Mí durante toda su vida, no quisieron escuchar Mi Voz, Mis Leyes; almas que prefirieron vivir según el mundo y sus leyes perversas, atacando a su prójimo, atacando a Mi Obra, atacando a Mi Iglesia, atacando todo lo Mío. El fuego les hará entender, demasiado tarde, lo que Mi Amor, con dulzura y paciencia, les quiso enseñar.

Hijitos míos, no Me consideréis un Dios vengador. Soy Un Dios de Amor que busco a las almas perdidas hasta agotar toda esperanza y toda posibilidad, y siempre respetando vuestra libertad. Las almas que se condenan, ellas mismas escogieron, con la misma libertad, el atacarme, el negarme, el blasfemarme, el traicionarme. Son almas perversas que se decidieron, no sólo a destruir su propia alma, sino que por muchos medios también trataron de destruir la de todos vosotros.

La diferencia entre salvación y perdición eterna, estriba en que muchos de vosotros, a pesar de haber caído en el pecado o en los caminos del mundo por un tiempo, tuvisteis la suficiente HUMILDAD que os llevó a un sincero arrepentimiento por saber que estabais afectando a mi Corazón Amantísimo y Misericordioso.

Ellos, los perversos, a pesar de saber esto, gozan en quitarme almas para entregarlas a las garras del maligno. Ellos mismos, en libertad total, se hicieron, se consagraron instrumentos del maligno, y así, como él lo desea, también ellos desearon terminar con mi Obra Divina de Salvación y Redención de todo el género humano.

Yo no condeno, hijitos míos, Yo sólo juzgo vuestras obras vividas y actuadas según vuestra libre voluntad. Ya os lo dijo Mi Hijo Jesucristo, o sois Míos o estáis contra Mí, no hay más, y de esa misma forma será vuestra recompensa eterna. Los Míos, para el Cielo; los del mal, a su reino de dolor eterno. Me duele infinitamente, hijitos Míos, perder a un alma, así como un padre o una madre sufre terriblemente a perder a un hijo, aun cuando éste hubiera sido muy malo. Yo, en mi sensibilidad amorosa infinita, sufro mucho más por las almas que se pierden, y sabed que muchas de ellas se pierden por la falta de oración de los Míos, de vosotros, Mis hijitos.

Mucho podéis hacer aun, Mis pequeños, para darme almas, para interceder por su salvación eterna. Estos tiempos que ya están, envueltos de dolor y de tristeza se volverán, pero no los toméis como castigo, tomadlos, por favor, como medio de purificación para esa gran cantidad de almas que, apartadas de mi Gracia por sí mismas, se revuelcan en el pecado y ya son casi presa de la perdición eterna.

Yo he de luchar por recuperaros a todos vosotros hasta el final. Todos vosotros fuisteis creados por amor y Me habéis costado mucho para vuestra redención, por lo tanto, no descansaré hasta haber salvado hasta la última alma que así lo deseé.

Regresad a mí, mis pequeños; el tiempo que queda es muy corto para vuestra conversión. Las trompetas pronto tocarán, el tiempo se acabará y Mi Tiempo Eterno empezará para los que me fueron fieles hasta el final.

Tenéis todo, hijitos míos, para regresar a Mí. No Me reprochéis vuestro desenlace final, si no fue favorable; reprochadle a vuestra tibieza o a vuestra maldad vuestra recompensa eterna. Habéis tenido las palabras y enseñanzas de Mi Hijo; habéis tenido las apariciones insistentes de Mi Hija, La Liempre Virgen María, recordándoos las Palabras de Mi Hijo; habéis tenido mis recordatorios a través de Mis Profetas pasados y actuales; tenéis Mi Gracia y Mi Perdón.

Vosotros tenéis en vuestro corazón Mis Leyes y Preceptos, y basados en ellos, también castigáis o premiáis en la Tierra a vuestros semejantes, aunque usáis de vuestra libertad, muchas veces, arbitrariamente. Yo usaré de Mi Libertad y de Mi Justicia para daros lo que os merezcáis, y seré justo, lo que la mayoría de vosotros no sois ni habéis sido.

Hijitos Míos, las horas tristes de las tinieblas se acercan. Viviréis la pasión, muerte y resurrección de Mi Iglesia y de Mi Espiritualidad en el mundo, y al final, vosotros mismos os juzgaréis frente a Mí, vuestro Dios.

Aprovechaos de Mi Misericordia ahora. Venced Mi Justicia con vuestro cambio sincero y con vuestras buenas obras salidas de vuestro corazón humilde y amoroso, y regresad a Mí con muchas, muchas almas que hayáis rescatado por medio de vuestra oración y obras de intercesión, para darMe contento, para agradar a vuestro Dios, Quien os lo agradecerá infinitamente por toda la Eternidad.

Yo os bendigo en Mi Santo Nombre, en el de Mi Hijo Jesucristo, Salvador y Redentor, y en el de Mi Santo Espíritu, Gloria de Amor en el Cielo.”

Fuente: Sagrados Corazones